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¿Cuántas veces te has espantado al escuchar “ ¡Ay, mis hijos! ”? Pues ese lamento se le atribuye a La Llorona , un ser femenino que habría asesinado a sus hijos, pero el relato no es nuevo, pues de acuerdo con fuentes históricas, está presente desde los tiempos de Mesoamérica y habría formado parte de los presagios que vieron los mexicas previo a la caída de Tenochtitlán .
El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma planteó la pregunta: “¿La leyenda de la La Llorona es de origen prehispánico?, a la que de forma contundente respondió: “El conocido relato de la Llorona tiene su origen, en efecto, en el mundo prehispánico” y “está asociada a los famosos presagios funestos que se supone sucedieron antes de la conquista española y que vaticinaban el final del imperio mexica de Tenochtitlán”.
Entre los presagios están acontecimientos como una llama que aparecía en la noche, “diez años antes de la conquista, y que provocaba desasosiego en la gente; el templo de Huitzilopochtli ardió sin que hubiera mano de por medio y mientras más agua le echaban para apagarlo, más se enardecía el fuego; un rayo cayó en el templo de Xiuhtecutli, sin que se escuchara trueno alguno; un fuego salió por el poniente y se dividió en tres partes, lo que provocó mucho alboroto; el agua del lago hirvió y anegó las casas”.
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También estaban hechos como “la captura de una especie de grulla con un espejo en la cabeza, en el que se podía ver una serie de acontecimientos y la aparición de personas deformes con un solo cuerpo y dos cabezas que luego desaparecían”. Sin embargo, hubo uno más: “Una mujer que recorría las calles dando gritos lastimeros”.
Esa información fue consignada por el arqueólogo en un artículo que publicó en la revista "Arqueología mexicana", y fue resultado de un análisis del libro "Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme", de fray Diego Durán.
“Relata fray Diego Durán que en los días postreros de su reinado, Moctezuma II andaba pesaroso por una serie de pronósticos que se referían al fin de su mandato. Pidió que se le dijese acerca de sueños y apariciones, y: ‘Lo mismo encomendó á todos los que tienen por costumbre de andar de noche, y que si topasen á aquella mujer que dicen que anda de noche llorando y gimiendo, que le pregunten qué es lo que llora y gime…’”, escribió Matos Moctezuma.
Durán no fue el único, el fenómeno de la Llorona también fue descrito en "Historia general de las cosas de Nueva España", de Fray Bernardino de Sahagún, quien relató: “…muchas veces se oía: una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando grandes gritos: –¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos! Y a veces decía: –Hijitos míos ¿a dónde os llevaré?”
A esas dos fuentes históricas, Matos Moctezuma sumó lo relatado en "Historia de Tlaxcala", libro en el que Diego de Muñoz Camargo indicó que el de la Llorona fue el sexto presagio y que “muchas veces y muchas noches, se oía una voz de mujer que a grandes voces lloraba y decía, anegándose con mucho llanto y grandes sollozos y suspiros: –¡Oh hijos míos! Del todo nos vamos ya a perder. E otras veces decía: –¡Oh hijos míos!, ¿a dónde os podré llevar y esconder?”.
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Al respecto, Eduardo Matos Moctezuma dijo que las leyendas son “una de las expresiones relevantes del pensamiento popular, que a veces se forjan a partir de hechos importantes. Otras responden a un imaginario colectivo que se va formando con el paso del tiempo pero que no ocurrieron en la realidad, como parece ser el caso de algunos de los ‘presagios’. Sin embargo, la Llorona trascendió al mundo colonial y aún hoy perdura en boca de las abuelas que nos relataron la historia de aquella mujer que se aparece y gime por sus hijos”.
La trascendencia de la Llorona es notable, pues ha pasado de boca en boca, de generación en generación, pero también forma parte de libros que compilan leyendas icónicas de México.
"Como puede verse, la tradición continúa y es de esperar que perdure, pese a que contemplamos con asombro cómo muchas de nuestras tradiciones van quedando en el olvido ante el paso del tiempo, que todo lo avasalla…”, indicó Matos Moctezuma.
fjb