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Con el objetivo de apartarse de las dificultades y rechazos que conlleva participar en el mercado editorial, las artistas y poetas Fernanda Laguna y Cecilia Pavón crearon “Belleza y Felicidad” un proyecto de autoedición libre de exigencias, con el propósito de difundir poesía y narrativa hecha por creadores independientes.
El sello “Belleza y Felicidad” nació en 1998, en Buenos Aires, Argentina, con el objetivo de publicar fanzines que contenían cuentos y poemas. El primero número fue escrito por Pablo Pérez, con la novela en formato fanzine “El mendigo chupa pijas”.
Además del sello editorial, en 1999, Laguna y Pavón fundaron un espacio de arte independiente con el mismo nombre. El nombre es un homenaje al artista queer del under y el glam argentino Sergio de Loof, a quienes las artistas llamaban el King of Beauty and Happiness.
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“El sello funcionaba mediante invitaciones directas, pero mantenían la convocatoria abierta, por lo que la gente solía acercarse a ellas y decirles que querían publicar, a ellas les gustaba mucho que hubiera esa libertad, también pensaban que cuando te pones a escribir pensando en publicar en una gran editorial, te preocupas demasiado por el contenido y las formas, eso detiene la creación; tenían ellas el lema de ‘escribe por la mañana y publica por la tarde’”, explicó Abril Castro-Prieto, curadora de la muestra.
Esta muestra reúne una selección de títulos de las distintas épocas del sello editorial, así como un conjunto de "memorabilia" de lo que fue el espacio independiente, y de la sucursal que Fernanda Laguna abrió en Villa de Fiorito, Buenos Aires, Argentina, en el 2003.
En palabras de Fernanda Laguna “los gestos políticos de Belleza y Felicidad fueron reafirmar la identidad queer; generar contenidos desde ese lugar, habitar de otra forma el mundo de la literatura, que acá en Argentina era muy heterosexual. Otro gesto fue democratizar la edición; nosotras fuimos junto a otros dos proyectos, las primeras editoriales independientes. Estábamos ya seguras de que la editorial estaba genial, no necesitábamos nada más que existir".
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De acuerdo a la curadora, Belleza y Felicidad no pretendía insertarse en el gran mercado del arte, sino que sus ideólogas buscaron crear un espacio-refugio en el cual todo pudiera suceder: donde artistas de su generación tuvieran la posibilidad de presentar proyectos sin los procesos burocráticos o intercambios mercantiles de museos y galerías.
“En su salón, patio y sótano se presentaron exposiciones, lecturas, conciertos y performances de les artistas, escritores y curadores Gabriela Bejerman, Roberto Jacoby, Sergio de Loof y Jorge Gumier Maier, hoy referentes para toda una generación de una forma, no sólo de habitar, sino de crear mundos”, refirió Castro-Prieto.
Belleza y Felicidad logró convertirse en un refugio para una comunidad cultural precarizada, con el horizonte en extravío; en un contagio cultural salvaje e irreverente entre la juventud cuir de los 90. El sello editorial buscó democratizar la edición al ofrecer títulos a bajo costo, tanto de autores nuevos como de poetas reconocidos. A la fecha, ByF cuenta con un catálogo de más de 250 piezas.
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