El nombre de Islandia significa en su idioma original "tierra de hielo"; el de su capital Reikiavik, deriva del sustantivo reykr, "humo o vapor", y tiene origen en la constante actividad volcánica de la isla.
Entre Argentina e Islandia, esa tierra de hielo y fuego, se interponen además 12 mil kilómetros de distancia y los rigores del Atlántico Norte.
Sobra decir que se trata de países muy diferentes, que bien podrían no tener nada en común. Y sin embargo existe un fuerte vínculo, que no es geográfico sino literario y está dado por la obra del gran escritor argentino, Jorge Luis Borges.
Esta relación comenzó cuando el futuro escritor estaba aún en su infancia y tenía solo diez años. "Yo empecé a amar Islandia hacia 1910" -explicó Borges una vez-"cuando mi padre me regaló un ejemplar de la Völsunga Saga".
Con esta aseveración, el autor de "Ficciones" estaba aludiendo al gran tesoro literario que Islandia ha dado al mundo: las sagas. Se trata de narraciones en prosa, de estilo directo y origen oral (la palabra saga es afín al verbo islandés segja, "decir"), que fueron redactadas en Islandia, mayormente entre los siglos XII y XIII y que registran viajes, aventuras y litigios ocurridos en siglos anteriores.
La primera referencia explícita a las sagas en la obra de Borges se encuentra, curiosamente, en uno de sus libros más porteños: "Evaristo Carriego" (1930).
El escritor argentino fija en ese volumen una comparación que luego mantendrá: asocia a los guerreros de la Islandia medieval con los compadritos y cuchilleros de Buenos Aires de fines del siglo XIX. Afirma Borges que en el viejo Palermo había "hombres de pobrísima vida" que practicaban "la dura y ciega religión del coraje, de estar listo a matar y a morir". Esa religión, agrega "es vieja como el mundo".
E inmediatamente, la vincula con Islandia: "En una saga del siglo XII se lee: 'Dime cuál es tu fe ', dijo el conde. 'Creo en mi fuerza ', dijo Sigmund".
Otra fuente de importancia para Borges fueron las llamadas Eddas , recopilaciones de materiales mitológicos, heroicos y legendarios.
Borges sentía especial devoción por el poeta y escritor islandés "Snorri Sturluson" (1179-1241), cuya vida ha sido descripta con justicia como "una compleja crónica de traiciones", pero quien fue asimismo responsable de preservar la antigua mitología de Islandia compilándola en una suerte de manual al que llamó Edda y que se denomina actualmente Edda menor o prosaica (en contraste con la llamada Edda mayor o poética, mucho más vasta y formada por cantares de autor anónimo).
akc