“Una de las características de todo nacionalismo, y la sociedad mexicana es profundamente nacionalista, es que todas las naciones se creen únicas y originales, sin embargo, no hay ninguna originalidad en el proceso de invención de México”, afirma el historiador , quien asegura que la peculiaridad de es que se inventó como nación doliente, de ahí el título de su libro: México, la nación doliente. Imágenes profanas para una historia sagrada.

“Ese es el componente peculiar del relato de nación mexicana, una nación doliente significa que construye un relato en el que siempre aparece como la víctima de la historia, en espera de su resurrección; y esa es una peculiaridad profundamente negativa porque cuando uno se construye su imagen como pueblo doliente acaba siendo un pueblo doliente”, asegura el autor que en este libro coeditado por Grano de Sal e, quiso dar cuenta de cómo se inventa una nación a partir de las “pinturas de historia” construidas por el Estado mexicano a lo argo del siglo XIX”.

En México prevalece la visión de los vencidos, las víctimas dolientes que esperan una resurrección. “No somos aquello que somos, sino lo que nos contamos que somos. Cuando nosotros hacemos una reconstrucción de nuestro pasado como los vencidos de la historia siempre estamos esperando la resurrección, es una visión profundamente negativa que tiene efectos sobre el presente”.

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Pérez Vejo insiste en que la peculiaridad mexicana es que esa resurrección siempre parece que sale chueca. Así cita las tres transformaciones —nacimiento-muerte-resurreción— de las que ahora habla el presidente López Obrador, y que no es más que un relato muy interiorizado en la vida política mexicana. “¿Qué es la cuarta transformación de López Obrador?, la cuarta resurrección, porque la revolución ha sido traicionada por los neoliberales”, dice irónico el autor de Elegía criolla. Una reinterpretación de las guerras de independencia hispanoamericanas.

Lo que concluye es que esa visión de una nación doliente, siempre esperando la resurrección, nos impide pensar en un futuro distinto. Ya que una parte de nuestras creencias no se basa en discursos abstractos articulados, sino en imágenes que recordamos, como la de Cuauhtémoc con los conquistadores quemándole los pies, “esa es la imagen que todo mexicano educado por el Estado mexicano para ser mexicano tiene en su cabeza, aunque no sepa que la tiene”, y la tiene grabada porque es un discurso bien elaborado.

Eso tiene que ver con el nacionalismo, que para Tomás Pérez Vejo es una de las mayores enfermedades del mundo contemporáneo, “el nacionalismo es el origen de todas las grandes catástrofes de los dos últimos siglos de historia de la humanidad”. Y para ejemplo: el conflicto entre Rusia y Ucrania, que es un conflicto nacionalista, o esas imágenes terroríficas de Gaza, que es un conflicto nacionalista entre israelíes y palestinos.

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“El problema es que a diferencia de lo que ocurre en otras ideologías como puede ser el racismo, que también ha jugado un papel central en la historia de la humanidad, el racismo ha perdido prestigio ideológico, hoy nadie en su sano juicio se define como racista aunque lo sea, porque ser racista es negativo, sin embargo, la mayor parte de la gente se define nacionalista, cuando el nacionalismo es posiblemente la gran plaga del mundo contemporáneo”, dice.

Pérez Vejo dice que sobre todo en América Latina, donde las sociedades latinoamericanas son sociedades enfermas de nacionalismo. En realidad el nacionalismo es una ideología hegemónica”.

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