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En sí, el zapoteco es una lengua poética, aseguró el escritor oaxaqueño Esteban Ríos Cruz, galardonado con el Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas que en su decimoquinta edición se entregará el 19 de agosto en el Palacio de Bellas Artes.
“La verdad es un gran honor para mí tener este reconocimiento que es el Premio Nezahualcóyotl 2018 dedicado a la poesía en lenguas originarias. Como escritor, uno va creando sus obras sin pensar en los premios porque la importancia reside en transmitir los sentimientos, los valores que tienen que ver con mi cultura originaria que es la cultura zapoteca”.
En entrevista con la Secretaría de Cultura, el poeta zapoteco reconoció que la noticia le cayó de sorpresa aunque sí pensaba que algún día podría obtener ese reconocimiento. Iba manejando una tarde, cuando recibió la llamada en que le anunciaron que era el galardonado con el Premio Nezahualcóyotl, “fue algo tan emotivo que no sabía que decir, dije bueno, pues gracias”.
Esteban Ríos Cruz
señaló que este premio “representa mucho porque es un reconocimiento social y cultural en cuanto a mi creación como poeta y desde luego un reconocimiento a mi lengua que es el didxaza, el zapoteco de la región del Itsmo”, el cual se suma a otros, ya que fue en 1984 cuando obtuvo su primer premio de poesía, otorgado por la Casa de la Cultura de Oaxaca por el libro "Desandar la memoria".
En esta ocasión, es distinguido por "Las espigas de la memoria / Ca guichu’ guendarieedasiló", un poemario en zapoteco que “encierra varias etapas de mi vida y abarca diversos temas, tiene que ver con la cosmovisión de la cultura zapoteca”.
Como las espigas, dijo, que son las que polinizan el maíz para que en su momento surja el elote que se convierte en mazorca, “cada uno de estos poemas es un fruto a la vida, es como un elote, como una mazorca, que le va a dar sustento a las ideas, a la imaginación, a la belleza”.
Este volumen, agregó el autor, habla de diversas tradiciones, ya que por ejemplo en una parte titulada "La hoja tierna del tiempo", aborda todo el ritual del casamiento, desde la huida o el rapto de la novia, pasando por la boda en una enramada que se hace con palmas verdes y adornada con platanares y cocos, hasta la fiesta del lunes, como se conoce al día siguiente del casamiento, donde la comunidad se junta para jugar y contar chistes y anécdotas.
En la primera parte, Esteban Ríos Cruz habla de su infancia, de los juegos tradicionales, de la alegría que significaba bañarse con agua de pozo y el canto del sapo, animal tradicional que cuando se oye cantar es alegría ya que anuncia la lluvia.
En otra sección de "Las espigas de la memoria", llamada "El espejo del horizonte", el escritor aborda el deseo de trascender espiritualmente, de encontrarse consigo mismo para mejorar en todo, a pesar de los momentos difíciles y la crisis actual.
“Hay cambios, hay culturas que nos vamos apropiando nosotros como didxaza, es un momento de reflexión: de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos. Es tiempo de cambiar sin dejar nuestra identidad como cultura, porque tampoco podemos rechazar todo, vivimos en un mundo globalizado, todos estamos conectados con todos, en ese sentido la cultura zapoteca es parte, está inserta en el mundo”.
En un inicio, Esteban Ríos Cruz fue monolingüe, ya que hasta los seis años comenzó a hablar español, idioma con el que descubrió la poesía que, dijo, “es algo que nos mueve, que nos trasciende espiritualmente por la belleza de las palabras y por los significados que encierran” y en el cual empezó a escribir sus primeros versos.
Después, decidió hacerlo en zapoteco que es una lengua poética, más que el español que posee una gran fuerza, porque es suave y musical. Y es que en zapoteco, por ejemplo, uno puede decir a los pies del cielo para referirse al horizonte y al escribir una frase como “contigo, mujer” debe traducirse al español “contigo, amor mío” para que conserve el mismo significado.
El autor destacó que uno de los mayores retos de escribir en zapoteco, es que se trata de una lengua que anteriormente era ágrafa, por lo que no tenía una escritura estandarizada y el proceso de unificar criterios continúa hasta hoy.
Esta, dijo, es una parte esencial, “darnos cuenta que lo que se dice se tiene que escribir y lo más importante que se entienda, que lo puedan leer otros, si no estaríamos pensando que es una escritura casi muerta, que se escribe pero no se lee”.
A la fecha, el autor cuenta con nueve libros, seis publicados y tres inéditos y será el próximo domingo 19 de agosto cuando recibirá formalmente el Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas 2018 en ceremonia solemne que se realizará en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Cabe señalar que esta edición, la estatuilla del premio está hecha al estilo huichol , cubierta con chaquira en un trabajo que el galardonado celebró: “es fantástico, me gusta mucho”.
akc