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Dice la escritora Mónica Lavín que, en una alternancia de relatos de vida y pasión por la naturaleza y su historia, el libro “Tiempo en piedra” de Korina Calderón Gastélum recupera la historia de la explosión del volcán el Xitle con la vida que ha recuperado la región conocida como el Geopedregal, a través de personajes como Esperanza, la niña muda que nació entre piedras y el interés botánico de Jerzy Rzedowski, quien catalogó la flora que emerge entre las grietas de la piedra volcánica.
“Lo mismo narra el asombro por las cuevas subterráneas de los que recién habitaron el Pedregal de San Ángel en los sesenta, o por la manera en que el arquitecto Luis Barragán hizo de las piedras habitantes de las casas venerando el natural sustrato donde su imaginación fundó nuevos espacios, o por los primeros pobladores de un entorno agreste que construyeron con cartón una vida precaria”, señala Lavín en el prólogo del libro “Tiempo de piedras”, publicado por los Institutos de Geología y de Geografía de la UNAM, que se presentó el pasado viernes en la FIL Minería .
Con base en documentación, archivos fotográficos y relatos de sus protagonistas, desde científicos, geólogos y estudiantes, hasta arquitectos y albañiles y adultos que fueron niños a mediados de los años 40, cuando la mancha urbana de la Ciudad de México comenzó a ocupar buena parte de los 70 kilómetros de piedra volcánica que dejó la explosión del volcán Xitle, Korina Calderón con la asesoría de la doctora Pilar Ortega Larracea, del Instituto de Geología, y jóvenes científicos, recupera la historia de un remanente de pedregal de Ciudad Universitaria que hoy es el ecosistema conocido como Geopedregal, un patrimonio de la Ciudad, en lava.
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“El Geopedregal, que es aula viva de Geosenderos, está entre los institutos de Geografía y Geología, no es otra cosa que un remanente de pedregal, está ubicada en el derrame del volcán del Xitle, que hizo explosión hace mil 600 años y donde 70 kilómetros de la Ciudad de México quedaron cubiertos por este sustrato de lava volcánica que por diez años estuvo incandescente y que después se convirtió en piedra, y donde hoy están colonias como Jardines del Pedregal, Los Reyes, Santa Catarina, Huipulco, Santa Úrsula, Tlalpan”, asegura Korina Calderón.
La periodista y escritora asegura en entrevista que de esos 70 kilómetros que cubrió la lava volcánica, el 70% ya lo cubrió la mancha urbana, y el resto, el 30% hoy se le denomina “remanente de pedregal”, que dio origen al relato histórico y literario que Korina Calderón con apoyo de la escritora Mónica Lavín, acaba de publicar.
“Suele ocurrir en México que los libros científicos son difíciles que lleguen a la gente de pie y que los lea, por eso quise contar desde el relato la historia de este Geopedregal y en ese camino de divulgación fue financiado por un proyecto de colaboración del Instituto de Geografía y el Instituto de Geología de la UNAM con fondos del Conacyt a través de la Red de acceso universal al Conocimiento en lo que se denominó Geopedregal, aula viva de Geosenderos”, afirma la autora.
Ella asegura que llegó al proyecto geopedregal, cuando con sus vecinos de la colonia Jardines en la Montaña, comenzaron la recuperación de un encinar que se llama “Viaje a la naturaleza”, un espacio que ocupa 5 hectáreas y en ese encinar natural hay también lava del Xitle, que con el paso del tiempo se había convertido en un terreno baldío lleno de basura y cascajo. Así descubrieron un proyecto mucho más ambicioso que se ubica en la UNAM.
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“El Geopedregal es un remante de pedregal que está entre los dos institutos, el de Geología y Geografía, donde hace más de diez años querían hacer un estacionamiento, que no se hizo gracias a las gestiones de la doctora Pilar Ortega, quien lo recuperó hace diez años y hoy esa región recuperó sus características en términos de fauna y flora y es un ecosistema de piedra volcánica con sustrato de piedra”, afirma Korina.
El libro “Tiempo en piedra” nació de esa celebración de diez años del proyecto que se celebró con diez actividades para conmemorar la recuperación del espacio que ahora tiene flora como Palo loco y fauna como los cacomixtles, “un ecosistema que recuperó el verdor de ayer, porque arriba de las piedras la vida nace”.
“Con Pilar Ortega organizamos un conversatorio de saberes donde invitamos a diez personas que habían vivido en el pedregal de pequeñas y parte de su vida adulta. Ellos tuvieron la bondad de compartirnos sus experiencias de niñez, y con esa información y después de un diálogo muy intenso con las científicas, geólogas, con Pilar que me contaba cómo se formaba la vida sobre las piedras, y Mónica Lavín, que fue mi par que me asesoró, logré escribir este libro que requirió de una documentación abundante, entrevistas con geólogos y científicos, y voces que dan voz a ‘Tiempo en piedra’”, afirma Calderón.
En el conversatorio participaron desde un hijo de los Gutiérrez Cortina, que fueron los constructores y de los primeros pobladores de Jardines del Pedregal, hasta un albañil que hizo algunas de las casas de la zona de ese lugar llamaban Petatlán, el lugar de las piedras, o al que los españoles le llamaron Malpaís; historias que la autora alterna con textos como que publicó Diego Rivera, en 1949, donde habló de la formación del Pedregal, o el discurso de aceptación de Luis Barragán cuando le dieron el Premio Pritzker, en 1980.
“Yo quería traer la fotografía del recuerdo, como lo escribió Mónica Lavín, quería contar en este libro las historias que nos contaron, gente que nos dijo que cuando iban a las cuevas y pozas que estaban donde hoy están Insurgentes y periférico, de cuando se estaban trazando las calles y cómo abrieron las calles y sus padres construyeron sus casas, con sus manos, a punta de pico y pala”, afirma Korina Calderón.
Para hacer ese relato, la autora tiene a Esperanza como su personaje principal y eje de esta historia, “Esperanza fue una de las personas que participó en el conversatorio y yo la elijo como mi eje, hago que nazca como realmente nació en 1948, muda, y su nacimiento coincide con la aparición de un botánico de origen polaco Jerzy Rzedowski, que empieza a hacer su tesis, entre 1948-1949, sobre la vegetación del Pedregal de San Ángel, y se convierte en el primer botánico que empieza a estudiar la zona. Hago que haya una relación entre ellos dos y ellos dos aman las piedras y a partir de ese amor por las piedras, empiezo a contar la historia”.
La propuesta de Calderón con el libro “Tiempo en piedra” quiere ser una invitación a reconocer, a respetar y a cuidar el medio ambiente que nos rodea, los ecosistemas que tenemos, diversos, desde la montaña hasta la piedra. “‘Tiempo en piedra’ es, sobre todo, una invitación a cuidar este ecosistema, pero también yo quise imaginar qué sentían esos niños creciendo y jugando ahí. Al final, se convierte en un geopatrimonio que tiene una propuesta geoeducativa porque es un aula viva donde estudiantes de carreras de geología, de botánica, de biología van a poder ver en vivo y a todo color, cuál es esa biodiversdad propia de un derrame lávico”, concluye.
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