La escritora bielorrusa nacionalizada argentina,, es la ganadora del por su libro “”, descrita por el jurado del galardón como “Una novela luminosa y radiactiva”, una novela que habla de la guerra y la migración, la vida en Bielorrusia, ese país que la escritora define como un “país roto”, y que es el telón de fondo sobre el que la autora narra los recuerdos de una infancia marcada por el desastre de Chernóbil y la resistencia de las mujeres.

“En la tradición de la mejor literatura rusa, pasa del realismo a lo mítico con naturalidad y sabe recurrir al humor y la ironía para narrar una historia que todavía no habíamos leído”, señala el acta del jurado que aseguró que “Luciérnaga” está escrita por “una voz deslumbrante y conmovedora, con la difícil cualidad de la sencillez”.

La protagonista de esta historia es Natalia, una mujer que emprende “un viaje hacia un pasado entre dos mundos: el de su país de origen, Bielorrusia, en el que la autora nació pocos meses después de la explosión de la central nuclear de Chernóbil, en un momento de caos, pobreza y miseria, y el del país de acogida, Argentina, adonde la familia de Natalia emigró en 1996 en busca de un futuro mejor, pero que se reveló menos acogedora de lo previsto”.

Lee también:

Es una historia que tiene que ver con ella y con la historia de su generación y de las generaciones anteriores, es su historia y la de su madre y la de su abuela, y la de muchas mujeres que sobrevivieron al nazismo y al de la explosión de Chernóbil, asegura la escritora Natalia Litvinova, tras darse a conocer que es la ganadora de este premio que está dotado de 30 mil euros, incluye también la publicación de su obra en los países de habla hispana.

“Hay mujeres inventadas, muchas, y todas tienen la cara de mi abuela en mi cabeza, hay mucha vejez en mi obra, me gusta cada vez más pensar el envejecimiento de las mujeres, sobre todo las mujeres de mi familia, obviamente está la figura de mi madre, es muy importante ver cómo ella aparece en el comienzo de la novela como una mujer atractiva, muy atractiva, es muy bella mi madre, que seducía a todos, y como es una mujer soviética no se ocupaba de esa seducción, provocaba miradas todo el tiempo. Ahí aparece también la figura de un padre sumamente celoso que no puede entender eso, aparece la figura de la hija que entra en esa tensión, de estoy del lado de la madre o del padre”, dice la también poeta y editora.

Natalia Litvinova asegura que escribir esta que es su primera novela, fue “dialogar con mis muertos”, un asunto que siempre le interesó, “me interesó trabajarlo en la literatura, en la poesía y en esta novela, y aparecen esas mujeres que están recogiendo turba, la turba es un combustible natural que se utilizó durante muchísimas décadas en la Unión Soviética porque no había otro combustible, el combustible fue saqueado por el nazismo en Bielorrusia y quienes se ocuparon de hacer ese trabajo, que era un castigo, fueron solamente las mujeres”.

El germen de la historia nació al enterarse de que su abuela había sido secuestrada por los nazis y cuando volvió a Bielorrusia fue castigada por su propia patria, porque la tomaron como una espía pues dónde había estado todos esos años que no estuvo en Bielorrusia. Y volvió a su patria cuando le decían “no vuelvas porque te van a castigar”.

Lee también:

“Me gusta mucho esta idea trágica de la mujer que vuelve y quiere estar con su familia y sin embargo es castigada y es enviada a esos pantanos para recoger turba. Y es maravilloso como esas mujeres supieron crear lo que podríamos decir fue un gran acto poético, anarquista, revolucionario que es cantar, comunicarse entre ellas, hablar y sostenerse con el canto, con los recuerdos, porque se pasaban todo el día trabajando, castigadas 12 o más horas hasta las rodillas en la turba”, afirma la poeta que fue recuperando esas historias del silencio.

“Tuve que inventar a todas esas mujeres. No haber encontrado mucho fue una gran señal para mí, después empecé a buscar novelas soviéticas donde vi que se mencionaba una frase sobre estas mujeres, que además después fueron muy mal vistas y tratadas como prostitutas, porque también había que borrarlas o ningunearlas de alguna manera. Hay muchas mujeres inventadas por mí, pero son reales, existieron y espero que eso se note en la novela, porque se va a leer como una ficción, con elementos autobiográficos, pero les quiero asegurar que esas mujeres existieron y sobrevivieron también, y es terrible haber sobrevivido a eso”, agrega.

Natalia Litvinova celebra escribir en español y no en ruso, una lengua que dice descubrió y comenzó a leer con la poesía de Federico García Lorca. “La poesía me enseñó la belleza del equilibrio entre lo micro y lo macro y acá tuve que descubrir cuál sería ese equilibrio. Yo quería hablar sobre muchos temas macro que seguramente que cambiaron la historia del siglo XX, y la poesía me dio esa manera porque la poesía entra por una mirilla, o sea la poesía es el margen, es el polvo todo lo que está fuera del éxito. A mí ese margen me permitió mirar lo macro desde un lugar muy sensible, pequeño y no dejar de retratar eso que fue el estallido de Chernóbil, lo que fue la caída de la Unión Soviética, que yo no lo viví, sin embargo, siento que sí, siento que arrastro todos esos eventos del siglo XX porque lo vivieron mis parientes y mucha gente”.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

melc

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses

Comentarios