Poco antes de la mesa de discusión del viernes pasado, la secretaria ejecutiva del Fonca, Marina Núñez Bespalova, conversó en corto con algunos creadores y les dijo, palabras más, palabras menos (según una grabación que llegó a nuestras manos y que anexamos aquí), que en los últimos años los gobiernos —incluido el de Andrés Manuel López Obrador— han tenido “problemas” con los recursos para cultura y que el sector cultural se ha convertido en una “una cosa que es importante pero pues que dejan en otro término, ¿no?, en un segundo plano quizá”. ¿Por qué? Porque un país como el nuestro tiene “otro tipo de demandas... primarias”. Por eso, añadió, es importante crear herramientas que permitan una mayor participación privada efectiva, pero también “controlada” para que no sean los empresarios quienes terminen dictando políticas públicas. Es verdad, México tiene muchas necesidades “primarias” y sus empresarios necesitan más herramientas para participar en el desarrollo cultural de una manera efectiva. Sin embargo, por años la comunidad cultural ha demandado a los gobiernos un mayor presupuesto para el sector cultural. Históricas son aquellas marchas con numerosos creadores caminando codo a codo rumbo a la Cámara de Diputados para exigir un apoyo decoroso para la cultura. La demanda hoy, sigue siendo la misma pese a las muchas conquistas que se han logrado. En el contexto del Cambio Verdadero, la Honestidad Valiente y del inicio de la Cuarta Transformación los artistas han insistido en esta necesidad a través de distintos espacios —mesas de transición, protestas frente a la Cámara de Diputados, mesas de trabajo con el Fonca, redes sociales, cartas— que es preciso que las instituciones y los legisladores den la batalla por alcanzar el 1% del PIB. En el discurso institucional, hoy más que nunca, se habla de “derechos culturales”, de “gasto responsable” y se ha dicho, incluso, que con lo que hay “alcanza”. Si no es ahora, entonces ¿cuándo la Cultura empezará a verse como una más de las muchas necesidades “primarias”?, ¿qué es lo que tienen que proponer los creadores desde la autocrítica?, ¿qué necesita la iniciativa privada para compromoterse a apoyar?
La biblioteca de Cuevas, en mercados de pulgas
Con rabia, indignación y tristeza, dos de las hijas del artista José Luis Cuevas —Ximena y María José— denuncian en sus redes sociales que la biblioteca del estudio de su padre, con libros que incluso estaban dedicados por los autores, está hoy por hoy regada en los mercados de pulgas. Ellas y otros artistas, escritores y amigos señalan a la viuda del artista, Beatriz del Carmen Bazán, como responsable del destrozo a un patrimonio cultural que es digno de conservarse en un museo. Aunque las hijas manifiestan que están tratando de rastrearlos, la tarea no es sencilla, pues desconocen desde cuándo llegaron a las calles para venderse por kilos. Entre los localizados apareció una versión de El atentado, con dedicatoria de Jorge Ibagüengoitia, pero Ximena Cuevas se pregunta, además, por la colección de Rosa Covarrubias y libros con notas de Best Maugard que Cuevas quería que estuvieran en el museo que lleva su nombre. La videoartista ya alertó en Twitter a @alefrausto y @LucinaJimenez: “continúa el desfalco de lo que estaba pensado como legado a México”.