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Bilbao. —El museo Guggenheim de Bilbao acoge la exposición del venezolano Jesús Rafael Soto, vanguardista de la denominada “cuarta dimensión” que buscó la complicidad integral del espectador con su obra y que contribuyó a la evolución del arte cinético para convertirse en uno de los creadores imprescindibles del siglo XX, según los organizadores de la muestra.
Soto, quien residió parte de su vida en París, donde murió en 2005, no es un autor fácil, ya que su obra requiere de la participación activa del observante al que desafía con sus simulaciones dinámicas que en ocasiones producen un vértigo asumible, cuando no le invita a pasear físicamente por las entrañas de sus recreaciones más icónicas, como los Penetrables, grandes estructuras cúbicas hechas de filamentos colgantes de plástico o metal que trascienden el ámbito visual.
La cuarta dimensión, integrada por 60 obras incluye también piezas representativas de las series mayores de Soto, como sus volúmenes virtuales, obras verticales que evocan grandes figuras geométricas suspendidas en el aire; las Extensiones, piezas asentadas de las que emerge una masa cromática, y las Progresiones, en las que las formas aéreas parten del suelo y del techo para coincidir en una secuencia cinética. Y la instalación junto al estanque del museo de la espectacular obra Sphère Lutetia.
“Lo que más destaca es el valor de experiencia que tiene cada pieza y ese brillante descubrimiento por parte del artista de que la máquina más perfecta para activar una obra de arte es el cuerpo humano, el sistema perceptivo, frente a la evidencia de que la pieza finalmente es inmóvil, lo que genera una paradoja aún mayor”, dice a EL UNIVERSAL Manuel Cirauqui, curador.
“Por parte de Soto existe la intención de hacer la obra accesible al mayor número de personas de la forma más completa, un intento de construir una ecología de la obra de arte. No es tanto la forma, sino establecer un campo en el que transcurre la experiencia del espectador con ese momento de descubrimiento”, agrega.
Considera que Soto es un artista genuinamente latinoamericano, por su movilidad y su ambición de llegar a todos, que decide irse a París para formar una comunidad híbrida con otros artistas latinoamericanos y europeos deseosos de participar en ese gran debate del universalismo.
“Soto es un gran clásico contemporáneo y una de nuestras líneas es la de poder mostrar la obra en un carácter extenso de los grandes artistas del siglo pasado, que trabajan en los límites de las dimensiones”, indica el director del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, antes de manifestar su intención de ampliar los parámetros geográficos y rescatar para el museo de Bilbao el arte mexicano. La última exposición sobre el Imperio Azteca fue en 2005.
Sobre el desgaste de algunas obras de Soto, como los Penetrables, el hijo del artista, Cristóbal, explica que se van reponiendo con materiales originales en función de su desgaste.
“El arte participativo conlleva cierto deterioro para la obra. Algunas han sufrido con el tiempo y están ahí, otras fueron reconstruidas con materiales originales de forma idéntica”, dice. La muestra estará abierta hasta el 9 de febrero.