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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Un amigo escritor le ha dicho a Melba Escobar que La casa de la Belleza (Planeta) es una novela de odios, pero a ella le parece fuerte verla así. “Yo digo que es una novela catarsis en la que de alguna manera intenté hacer una redención de un entorno que a veces me parece que es muy violento”, dice la escritora y periodista colombiana.
Melba Escobar (Cali, 1976) cuenta la historia de Karen, una estilista de Cartagena que llega a Bogotá en busca de mejores condiciones económicas, pero se convierte en la clave para resolver la muerte de una jovencita a la que atiende en La casa de la Belleza.
En entrevista telefónica, la también autora de Johnny y el mar, Duermevela y Bogotá sueña, la ciudad por los niños dice que esta historia plantea una realidad colombiana que es muy semejante a la de México y varios países del continente.
¿Corrupción y patriarcado van de la mano?
—Es nuestro contexto, la corrupción está muy asociada al patriarcado, a una sociedad en donde las formas se vuelven muy importantes. Están estas violencias sutiles, violencia de clase, en cómo el rico insulta y agrede al que no tiene, cómo las camionetas grandes blindadas se las pasan por encima a los peatones, esos pequeños gestos cotidianos son violencias sutiles que se han ido impregnando en el día de día.
Violencias sutiles que evidencian grandes violencias
—Creo que muchas de esas violencias que vivimos en esta sociedades latinoamericanas las hemos escuchado en voz de hombres, pensé “esta puede ser la oportunidad para ver qué tienen estas mujeres para decirnos, porque son finalmente las voces silenciadas, el poder detrás del poder.
¿Por eso una historia llena de mujeres?
—Tenía un malestar muy grande, no sabía muy bien por dónde comenzar, un día descubrí un lugar como La casa de la belleza y empecé a ver el contraste entre las mujeres, había una hostilidad entre las señoras bogotanas y estas otras mujeres de pechos y traseros operados con vestidos brillantes y escandalosos; contrastes que tienen una cara triste de la vida.
La belleza es un tema fuerte
—Es tremendo, somos muy conocidos por la cocaína, por las flores que exportamos y por las reinas de belleza. Tenemos a James (Rodríguez) y tenemos las mujeres más lindas del mundo, es algo que se ha explotado poco desde una perspectiva crítica. ¿Qué significa eso y qué mensaje se recibe desde las mujeres esta idea de la mujer producto de la exportación? Son el tipo de mitos que como culturas latinoamericanas sostenemos, que son secuelas de un patriarcado histórico muy antiguo.
¿La protagonista es un símbolo?
—Hay como una lógica donde la mujer tiene que ser bella y complaciente, bella, en esa misma lógica vemos que el hombre tiene que asumir el roll del agresivo, el que va por lo que quiere. Eso lo vemos mucho aquí en la novela, hombres perseguidos por el fantasma de probar su masculinidad, sea que implique enriquecerse de una manera ilícita, pasar por encima del más débil. Son códigos que se ven mucho día a día en pequeños gestos, que si uno hiciera un hilo conductor de estas pequeñas violencias vería que están muy conectadas con las grandes violencias que tenemos.
Karen parece recibir su cástigo
—Pienso en ella como una mártir, hay algo de tragedia griega en la novela, la sensación de que el destino se impone y que finalmente el contexto de un país corrupto, desigual y discriminatorio no le permite tener una salida distinta a una mujer, y menos a ella que viene de un pueblo. Es una mujer de una gran belleza que viene del Caribe a Bogotá a buscar mejor vida pero este país tan canibalista que tenemos la obliga a la pérdida de todo.
También están los feminicidios
—Hablamos de los feminicidios y los abusos a las mujeres. Un feminicidio es el etonante de la trama que nos conduce a una novela negra, pero digamos que esa novela negra era más una excusa porque yo creo que el trasfondo es sobre todo hablar de lo social; es una novela que busca explorar esos modelos que tenemos todos de ideales: el ideal del poder, el ideal del reconocimiento público, el ideal de la riqueza, el ideal de la belleza. Vemos que esos personajes están persiguiendo un espectro de felicidad en el lugar equivocado y de la manera equivocada, pero es un poco lo que les está proponiendo la sociedad; por eso metí muchas noticias en la novela.
Una novela que nos refleja
—Sí, es también una novela en la que se denuncia, es para tratar de ponernos un espejo en el lado más monstruoso de nuestra sociedad, mirarnos ahí y tener que reconocernos que ese monstruo somos todos.