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Podría parecer que el acrónimo LGBT+ no es más que la sucesión de un término por otro, sin embargo, la forma en que se construyó el término tiene una connotación mucho más puntual y significativa, que vislumbra los lazos de solidaridad que mujeres lesbianas , hombres gays y mujeres transexuales construyeron y dieron paso a la lucha que hoy día conquistan con las banderas izadas.
Ya se acerca el 28 de junio , fecha en que se conmemora el orgullo de pertenecer a la comunidad LGBTQ+ (lesbiana, gay, bisexual, transgénero y queer), pero, ¿te has preguntado alguna vez a qué se debe la posición de cada inicial? Se trata de todo menos una coincidencia.
Si bien, el movimiento por una orientación sexual libre comenzó en 1969, la creación del término “LGBT*”, como lo conocemos hoy día, data de principios de la década de 1990, una época en que la epidemia del SIDA ya había impactado a gran parte de la población, tanto heterosexual como homosexual.
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Sin embargo, esta epidemia tuvo sus inicios en los ochenta, época en la que se conocía poco acerca de la enfermedad, mismo motivo por el que la esperanza de vida de quienes contraían el virus de insuficiencia humana (VIH) era mucho más limitada, permitiendo que el virus progresara a la enfermedad del SIDA.
En esa época comenzaban las investigaciones de cómo combatir la enfermedad, por lo que aún no existían los tratamientos retrovirales (fabricados por primera vez en 1987) que ahora permiten que sea un padecimiento crónico y no mortal, fue así que gran parte de la población con VIH se situó en una situación vulnerable, tanto física y emocionalmente, pues el estigma y los prejuicios de la sociedad civil y heteronormada cobraron fuerza, pues se pensaba que sólo los hombres gays lo contraía, tratando de deslegitimar los logros que la comunidad había logrado hasta esa fecha.
Fueron las mujeres lesbianas quienes tuvieron un papel capital dentro de la escena, pues generaron un nivel de solidaridad, nunca antes visto dentro de la comunidad LBGT+, junto a hombres gays que luchaban por proteger a los integrantes que padecían VIH. Fue así que comenzó un largo camino que si bien, estuvo rodeado de sinsabores, aluzó el camino de crear una gran fuerza dentro de los colectivos.
La lesbiandad significó políticamente un espacio de oportunidad, ya que fueron las mujeres lesbianas quienes protestaron por validar legalmente el acceso a la salud de los hombres gays que se habían visto vulnerados frente a la contracción del virus del VIH y la falta de apoyo del gobierno y la sociedad. Además, fueron una de las poblaciones más activas en donar sangre para sus hermanos gays, ya que a grupos homosexuales sanos no se les permitió participar como donantes por las ideas tabú de la época.
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Con el tiempo, las personas con VIH tuvieron más oportunidad de acceder a los tratamientos retrovirales, pues ya se habían convertido en fármacos fabricados en producciones mayores, lo que reducía su demanda y los volvía más asequibles, pues en principio eran medicamentos muy costosos. En ese contexto, la epidemia comenzaba a controlarse, y los hombres gay tomaron la decisión de reconocer el papel tan importante que habían fungido las hermanas lesbianas durante la lucha.
Fue así que tomaron la decisión de recibirlas y nombrarlas como personajes principales dentro de las comunidades que antes eran denominadas sólo como “comunidades gay”. De ese momento, en lo sucesivo, comenzaron a referirse a sí mismos como “comunidades gays y lesbianas”. Más tarde, cuando se trató de posicionar la inicial, de cada preferencia sexual, dentro del acrónimo, fue la letra “L” la que eligieron para preceder a todas las otras; LGBT y todas las demás que con el tiempo se fueron sumando.
melc