Cultura

La Condesa, centro de operaciones del espionaje ruso desde la Guerra Fría

En 2008, EL UNIVERSAL documentó la vida de agentes rusos que habitaron en la CDMX, durante los años 60 y 70, y poco después fueron expulsados del país

Foto: Archivo El Universal
25/03/2022 |14:53Redacción |
Redacción El Universal
Periodista de EL UNIVERSALVer perfil

El presidente aseguró que el país no es "colonia de , ni de China ni de Estados Unidos". La reacción de AMLO se da luego que Glen VanHerck, jefe del Comando Norte estadounidense, afirmara que México es la nación con más desplegados en el mundo.

"Hay que mandarles telegramas, avisándoles de que México no es colonia de ningún país extranjero, que México es un país libre, independiente, soberano. Que n , ni de China ni de Estados Unidos. Que México es un país independiente, libre y soberano", afirmó AMLO durantre su conferencia matutina en Cuernavaca.

Durante la década de los 60 y 70, la colonia Condesa, en la Ciudad de México, fue el punto de encuentro de los espías soviéticos, según se documentó en archivos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), que EL UNIVERSAL consultó en el Archivo General de la Nación (AGN), en 2008.

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Estas son las historias de Raya Kiselnikova, Oleg Netchiporenko, Nicolai Leonov y otros espías rusos que vivieron en México.

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Foto: Archivo El Universal

La historia de la KGB en México está por escribirse. Fuera de Moscú y Washington, algunos rastros sobre las actividades en territorio mexicano de esa agencia soviética, equivalente a la CIA estadounidense, también pueden encontrarse en documentos generados por la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS), hoy depositados en la Galería 1 del Archivo General de la Nación (AGN).

EL UNIVERSAL ubicó historias de labores de agentes del KGB que operaban escudados en la inmunidad diplomática, al estar acreditados como personal de la embajada de la URSS en México durante la guerra fría.

Prohibidos, novios mexicanos

Por miedo a ser “perseguida por personas de la embajada” de la URSS, y temiendo “por su libertad y quizá por su vida”, la traductora Raya Kiselnikova pidió asilo político en la Secretaría de Gobernación el 9 de febrero de 1970.

Raya, nacida en Moscú, de 32 años, había llegado al país el 4 de julio de 1968. Cuando concluyó los trámites, su pasaporte le fue recogido por los soviéticos. Era una medida de seguridad para empleados de la embajada. Había otras reglas. Estaba prohibido relacionarse con personas no soviéticas. Raya desobedeció.

Según la DFS, en sus visitas a museos, la solitaria traductora comenzó una amistad con Francisco Lurueña, un mexicano de origen español que la invitó de fin de semana a Cuernavaca.

El 13 de diciembre de 1969 marcó el antes y el después en la vida de la joven. Al regresar a la ciudad el domingo, fue reprendida en su embajada e interrogada por la KGB para que confesara con quién había estado. Al parecer el interrogatorio fue llevado a cabo por Oleg Netchiporenko, el segundo secretario consular, a quien la DFS ya tenía identificado como agente de inteligencia encubierto como diplomático.

Según la declaración de Raya ante Gobernación, “la presionaron para que dijera con quién había salido fuera de la ciudad, sospechando que por sus antecedentes políticos, ella, la de la voz, hubiera proporcionado alguna información indebida”. La joven procedía de una familia encarcelada y deportada por el régimen de Stalin, acusada de anticomunismo, aunque rehabilitada en 1959.

Casi dos meses después que comenzó el acoso y a punto de ser enviada a Moscú, la mujer salió de su departamento en el número 133 de la calle Montes de Oca, en la colonia Condesa, burló la vigilancia a la que estaba sometida y fue a Gobernación a pedir asilo. Horas después Netchiporenko y otros dos funcionarios soviéticos se presentaron a denunciar el “secuestro” de Raya.

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El subdirector general de Población los careó y todo indica que finalmente ella fue protegida por el gobierno mexicano.

Kiselnikova fue contactada después por la CIA para servir como informante sobre las actividades de la KGB en México.

El agente Netchiporenko

Ser un asilado político de origen soviético en México no garantizaba tranquilidad. Guenadi Vostrikov lo sabía. A este ruso residente en el país y relacionado con la mexicana Cristina Aguirre Martínez, le pisaban los talones los agentes de la KGB.

Se desconocen los antecedentes de Vostrikov, pero debió ser un hombre de cierta importancia como para provocar un serio incidente diplomático. Un informe de la DFS resume las acciones soviéticas contra él. En el documento aparece de nuevo Oleg Netchiporenko, descrito como un hombre “blanco, alto, complexión regular, bigote recortado, pelo castaño oscuro, el cual habla perfectamente el español”.

Según la DFS, el 17 de noviembre de 1970 Netchiporenko penetró en la casa de la novia del asilado político. Luego de la denuncia, Gobernación tomó nota. Ese fue de los últimos incidentes con Oleg antes de ser expulsado con otros espías.

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Foto: Archivo El Universal

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Julio Aguilar

En los años 60 y 70, la Condesa fue el punto de contacto de los espías soviéticos, según consta en documentos del AGN. Los subsidios rusos llegaron a comunistas colombianos, a la Unión General de Obreros y Campesinos de México y a sindicatos, indican informes de la DFS

Entre el 21 y el 22 de marzo de 1970 cinco agentes de la KGB encubiertos como diplomáticos de la embajada de la Unión Soviética fueron expulsados de México. El día 18, Emilio O. Rabasa, secretario de Relaciones Exteriores en aquel momento, anunció en una conferencia de prensa la salida de los soviéticos. Su “presencia no es grata o aceptable en la República Mexicana”, explicó el canciller. No hubo más detalles.

Desde la caída de la URSS en 1991 Oleg Netchiporenko, el más famoso de los expulsados (hoy residente en Moscú y asesor del gobierno ruso en lucha antiterrorista), ha escrito un libro y ha hablado en varias entrevistas sobre sus actividades en nuestro país; sin embargo, hasta hoy pueden confrontarse sus heroicos recuerdos con informes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) que EL UNIVERSAL pudo consultar del Archivo General de la Nación (AGN).

En la Galería 1 de ese recinto también se encuentran las respuestas a cuáles eran las actividades de inteligencia de los soviéticos expulsados, así como informes sobre otros agentes de la KGB relacionados con diversos grupos mexicanos en los años 60 y 70.

Un nido de espías en la Condesa

Si bien la deserción de la traductora Raya Kilselnikova de la embajada soviética en febrero de 1970 ayudó a la DFS a obtener más datos sobre los tejemanejes de la KGB en México, desde tiempo atrás la inteligencia nacional tenía pruebas de actividades del espionaje soviético. Los informes fechados antes de que Raya pidiera asilo lo comprueban.

Además de Netchiporenko, Nicolai Leonov era otro agente estrella de la KGB en la embajada soviética.

En 1959, Nicolai Leonov llegó por segunda vez a México como traductor de la comitiva del viceprimer ministro soviético Anastas Micoyan. El joven y su familia se instalaron en la colonia Condesa y él tomó posesión de su cargo como segundo secretario de la embajada y agregado de Prensa. Era la pantalla para sus actividades como contacto financiero de la KGB con comunistas latinoamericanos.

“Una de las principales actividades clandestinas de la embajada soviética en México es el apoyo, dirección y financiamiento de los partidos comunistas de América Latina donde los soviéticos no tienen representación diplomática”, indica un diagnóstico elaborado por la inteligencia con motivo de la detención de dos comunistas colombianos que llevaban dinero recibido de Leonov.

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De acuerdo con un informe de la DFS , el 16 de abril del 68 Leonov se reunió en la ciudad de México con Feliciano Pachón y Librada Moreno para entregarles “un pequeño bultito”. La DFS informó al Servicio de Seguridad colombiano de la reunión clandestina.

“Ambos fueron arrestados a su arribo a Bogotá y se encontró que Feliciano llevaba Dls. 70,000 y Librada Dls. 30,000 […] confesaron y proporcionaron considerable información […] de todos los líderes clandestinos del Partido Comunista Colombiano y de las Fuerzas Armadas Rebeldes Colombianas”, explica el informe de la DFS.

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Imagen: Archivo El Universal

Leonov estaba indentificado como “el contacto con miembros de la izquierda mexicana” a los que subsidiaba, sin embargo los documentos no especifican qué miembros. Pero en el caso de otros agentes sí hay información sobre las organizaciones mexicanas que penetraron. Por ejemplo, Dimitri Diakanov, consejero de la embajada, “ayudaba económicamente a la agrupación denominada Unión General de Obreros y Campesinos de México; su especialidad se concretaba en participar en asuntos internos de los sindicatos obreros de México”, según la DFS.

Boris Voskoboinikov, segundo secretario de la embajada, seleccionaba a elementos de la Juventud Comunista para estudiar en la Universidad Patricio Lumumba en Moscú, y en los primeros meses de 1970 dio “una cantidad de dinero a estudiantes afines ideológi cos [sic] de la UNAM y del IPN para realizar manifestaciones antigubernamentales a través de estudiantes miembros de de la Juventud Comunista de Monterrey”.

Por su parte, en 1969 Alexander Bolchakov, Vladislav Kormushkini y Valery Kostikov se hicieron pasar por empleados franceses de la empresa Bombadier para infiltrarse en una comunidad de rusos no comunistas residentes en Ensenada, Baja California.

Anatoly Mazourine, vicecónsul y “un agresivo oficial de inteligencia”, según la DFS, trató de sobornar a empleados de la Secretaría de Gobernación y de un hotel para que le revelaran datos sobre la llegada a la capital de dos bailarines soviéticos que pidieron asilo político en 1970.

Diakanov, Voskovoinikov, Kolomiakov, Bolchakov y Netchiporenko fueron los expulsados en 1971. Al subir por la escalerilla del avión, todos los hombres de la KGB declararon en coro a los reporteros que consignaron su partida: “¡Como México no hay dos!”.

fjb