"Cuando hacemos giras en los países donde hemos tenido la fortuna de llegar, la gente nos dice: qué bueno es tener un poco de silencio y mucho corazón, mucha comunicación emocional al verlos. Gracias", dice Floriana Frassetto, directora de Mummenschanz, compañía suiza de teatro de máscaras que hoy ofrece una función especial en el Teatro del Bosque Julio Castillo, a las 20:00 horas, como parte del , de forma previa a las presentaciones que dará del 20 al 22 de octubre (20:00, los primeros dos días; 12:00 horas, el tercero) en el Auditorio del Estado de Guanajuato capital.

Además, esta visita a México se enmarca en la celebración por los 51 años de vida de la compañía (curiosamente los mismos que cumple el Cervantino), por lo que se llevan a escena 28 piezas breves, que no duran más de dos o tres minutos (extraídas de un repertorio histórico de más de 100 obras) y cuyo eje son, en palabras de Frassetto, la pluralidad, el humor y la calidad.

"Cada pieza tiene su historia y quiere despertar y comunicar imágenes lúdicas y de sueño. Son obras aisladas, graciosas, poéticas, juguetonas con las que uno puede identificarse y eso lo hace alguien de seis años y alguien de 106. Es una función perfecta para familias de cuatro generaciones", continúa y puntualiza que le parece fantástico que tanto en México como en Corea del Sur o África del Norte, por sólo dar un par de ejemplos, han conseguido despertar en el público algo que pertenece a la infancia: la pureza de despegarse del mundo durante una hora y media y jugar con la propia fantasía.

Aspectos de Mummenschanz, teatro de máscaras. Fotos: FIC
Aspectos de Mummenschanz, teatro de máscaras. Fotos: FIC

A través de cinco décadas —abunda—, Mummenschanz ha elegido quedarse en la búsqueda de la simplicidad y lo abstracto, la emoción y lo poético. "En todo el mundo, entre los contrastes que tienen las culturas, la gente siente con mucha fuerza las emociones simples. Desde hace cuarenta años la gente se entusiasma, juega, dice gracias. Aún me gusta ver esto. Las ganas de despegarse de los problemas de la vida cotidiana son tales que sí hay un juego simple, sencillo y puro, el público decide quedarse".

Un efecto que la compañía logra con el uso de objetos cotidianos: papel higiénico, tubos, goma-espuma. Objetos con los que, dice Frassetto, han creado un mundo poético que interactúa con el público: "Con poco hemos hecho nuestro mundo y este mundo ha seguido por 50 años. Todavía lo encuentro fantástico".

Por último, la directora afirma que Mummenschanz no tiene mucha influencia de otros artistas: "Nosotros empezamos, como todos los jóvenes, con la idea de cambiar al mundo. Medio siglo después, aquí estamos. Lo hicimos con casi nada, no hemos tenido dinero, no hemos tenido oportunidad de comprar cosas extrañas; lo hemos hecho mediante la interacción con la gente, la comunicación y el estar bien en este mundo; lo hemos hecho como un juego sin esperar tener mucho éxito", concluye.

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