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ana.pinon@eluniversal.com.mx
El director de escena Germán Castillo es una de las figuras más importantes del teatro mexicano, en la UNAM ha formado a decenas de creadores que hoy enriquecen la escena teatral. También ha sido funcionario cultural, miembro del Sistema Nacional de Creadores, jurado de becas y premios. Las entrañas de la vida cultural mexicana no le son ajenas. La pasada jornada electoral le tomó por sorpresa. Nunca pensó, dice, ser testigo de cómo el candidato a la Presidencia por el que votó sería elegido democráticamente.
Siempre ha sido un optimista informado. No es pesimista porque su formación artística lo llevó a creer en la criatura humana. Y sin embargo, asegura, el entusiasmo por el proceso que llevará a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia no le impide observar desde la crítica.
En entrevista habla acerca de algunas propuestas de Alejandra Frausto, virtual secretaria de Cultura. Por ejemplo, respecto a la propuesta de fortalecer la retribución social de los becarios del FONCA, advierte que no se debe convertir a los creadores en maestros itinerantes. Además refiere que “la revuelta ciudadana” debe ser un punto de partida para que la cultura y el arte ocupen una parte fundamental de la vida social del país.
¿Cómo vislumbra el país después del 1 de julio?
Es la primera vez en mi vida como votante que gana el candidato presidencial por el que yo voté. Es una sensación muy extraña a mi edad, francamente pensé que ya no lo vería. Los politólogos han considerado que lo ocurrido fue una revuelta ciudadana, creo que es acertado. Fue una auténtica revuelta ciudadana pluriclasista y plurigeneracional.
Usted pertenece a una generación que impulsó que el teatro fuera parte vital de la población. ¿Es momento de retomar o de reinventar?
Lo ido, ido está. Sería ingenuo querer revivir lo que ya pasó. Es otro tiempo, otras condiciones. Me parece que lo que hay que hacer es imaginar, diseñar y construir la nueva realidad cultural del país porque se ha deteriorado mucho. Cada año hay más dinero para cultura, pero cada año se gasta más en burocracia y menos en lo sustantivo. Actualmente, lograr que una institución cultural te pague, implica registrarte como proveedor público cuando no vendemos nada. Además, los que están en el cargo no están dispuestos a correr los riesgos de Novo, Usigli, Azar o Mendoza, entonces nombran un comité, un jurado. A esto hay que sumar que el FONCA, creado con Salinas, se convirtió en una red para cooptar. Y aunque he sido miembro del sistema y he recibido apoyos, creo que hay mucho más dignidad en el artista cuando cobra por lo que hace que cuando tiene una beca, un apoyo. En el teatro, esta abdicación de gobierno se ha ido dando hasta niveles que si contemplas la cartelera teatral privada e institucional, no hay diferencia, a lo largo del año ves los mismos nombres en las producciones. Hay una promiscuidad insana. Hay teatro que degrada, teatro nocivo que degrada el gusto, y hay un teatro de arte que debe subsidiar el Estado. El cine, el teatro, la música de arte garantizan que los contenidos sean altamente humanísticos.
Una propuesta es que becarios del FONCA sean invitados a hacer trabajo comunitario. ¿Qué opina?
Estoy seguro de que existe una reflexión de esta propuesta, pero yo disentiría. Pueden decidir quitar las becas del FONCA, lo que no pueden decidir, porque sería poco claro y turbio, es convertir a creadores en profesores itinerantes. Un creador merece ser tratado como tal. Si creen que un creador, por el hecho de serlo, hay que servirse de él para que su obra llegue a las mayorías, pues que le compren obra, que le den trabajo, pero no que lo conviertan en un profesor itinerante. La retribución social que puede dar un creador es su propia obra, lo que se tiene que hacer es difundir su obra, no ahogarla en ocho funciones, o sólo en un concierto en una sala con 80 personas. Pienso también en la propuesta de desarrollar el talento en los lugares de origen, considero que hay que mejorar las condiciones en 31 lugares de origen. El arte y la ciencia son alta especialidad. Tú no puedes brindar especialización en cáncer de médula espinal en una ciudad como Tlaxcala, como tampoco puedes dar opciones a un músico contemporáneo. Y lo digo porque he viajado mucho por el país por mi cuenta, pero también como colaborador del FONCA y cuando fui funcionario del INBA. Comprendo los entusiasmos democráticos, pero sería sano pensar que la democracia, sin ser buena, es lo menos malo que la humanidad ha encontrado para organizarse políticamente, pero no todo en la vida debe ser democrático. La ciencia no puede ser democrática y el arte, tampoco.
Creo que Alejandra Frausto debe tener la modestia de acompañarse por gente que la quiera acompañar. Las pequeñas parcelas que no domina deben ser ocupadas por gente que sabe. El Estado debe recuperar la rectoría en las artes y quiero ser enfático, no me refiero a que el Estado imponga corrientes, estilos, contenidos, sino a que lo único que tiene que buscar es que haya una producción que aspira a ser arte. Hay que dejar de deslumbrarse por esas frases como “de clase mundial”. En México hay un gran talento en todas las áreas y es tan potente que surge en todas partes. Creo que hay buena fe de parte de la señora Frausto, desde luego que hay buena fe de parte del Peje, pero así como no le di el beneficio de la duda al señor vaquero, me reservo mi derecho de ejercer un pensamiento crítico ante toda medida y porque no tengo intereses, lo puedo ejercer libremente.