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“My house is not so comfortable, but is nice of color” (“Mi casa no es muy cómoda, pero tiene bonito color”, en español), escribió Frida Kahlo en un croquis que hizo de la Casa Azul en 1940, cuando tenía 33 años, aunque el estilo parezca al de una niña. En este dibujo, hecho a tinta, la artista muestra a detalle los lugares y elementos que conforman su hogar, como los estudios de Diego Rivera y su padre Guillermo Kahlo, el patio donde tendían la ropa, el cuarto y baños de la servidumbre, los árboles de naranja y granada, así como sus perros “la burguesa”, “la sombra”, “el nahual” y “el monrroy”.
Este mismo espacio cumple este 30 de julio 65 años de haber abierto sus puertas al público como museo. Es por eso que a partir de mañana se podrá visitar la exposición temporal “Un lugar lleno de lugares”, que presenta documentos inéditos que narran la vida de Frida Kahlo en ese inmueble en el que vivió 36 de sus 47 años de vida. Siempre regresó ahí porque padecía “Coyoacanitis”, le dijo en un momento a su mamá.
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La muestra contiene 200 piezas, entre obras de arte, objetos personales y documentos que se distribuyen en cinco salas del museo, está dividida en siete núcleos (“La casa como museo”, “La casa como hogar”, “La casa como ventana al mundo”, “La casa como refugio”, “La casa como declaración ideológica”, “La casa como punto de encuentro” y “el Museo como memoria viva”). La exposición gira en torno a los distintos significados que ha tenido la Casa Azul en la vida y legado de la artista mexicana.
De la muestra temporal destaca la infancia de Kahlo. Muchas de las fotografías de su niñez es la primera vez que se exhiben. Un núcleo se enfoca en cómo la Casa Azul espacio donde dio rienda suelta a su curiosidad y creatividad, en gran medida alentada por su padre.
Guillermo Kahlo, fotógrafo, también tenía interés en el arte. Ahora se exhiben dibujos inéditos de paisajes y arquitectura (uno incluso intervenido con un texto de Kahlo, en 1939: “Descubrí que mi padre sufrió como yo. Cada línea es un pedazo de uno mismo”, se lee). Sin embargo, aunque Guillermo y Frida compartieran esa pasión por el arte, era inevitable que pelearan por los materiales. En un sobre de hace 100 años, que por primera vez se exhibe, se lee:
“Mamacita: mi papá está de un humor negro, porque le cogí una pintura amarilla de tubito para hacer un cuadrito encima de una cajita de puros; yo le dije después pero se enojó mucho y dice que me va a acusar contigo. Mándame hoy con la comida si tienes cincuenta centavos para comprar colores de palo y ya no cogerle a mi papá los suyos, pues es muy envidioso. No se te olvide y 5 de más para un pambazo. Tu hija, Frida”.
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Esta carta se exhibe junto a una libreta con stickers, sus pinturas Vinci, botes con diamantina, su cuaderno con las notas de su primer lección de náhuatl, sus partituras de guitarra y su ejemplar de “Sobre la literatura y el arte”, de Marx Engels. Todos estos objetos cuentan la historia de cómo fue crecer en la Casa Azul, que fue “su ventana al mundo”.
Otra curiosidad de la exposición es la vida de Kahlo como estudiante. Su paso por la Escuela Nacional Preparatoria es bien conocido. Ahora, los visitantes podrán ver sus boletas de calificaciones de la primaria. Sacaba puros nueves, pero aritmética y geometría eran su talón de aquiles, ya que sacaba sietes y ochos.
Su buen desempeño en las materias contrasta con su comportamiento, pues Frida, siempre tan irreverente, fue acreedora de reportes de mala conducta por “formar constantemente parte de los corrillos de alumnos rebeldes (sic.)” y “encontrarse con la compañía de alumnas cuya conducta es poco satisfactoria”.
La muestra busca “dar una dimensión humana a Frida”, dice la curadora Xochiquetzal González.
La exposición también muestra a la Casa Azul como espacio de recuperación y resiliencia, en el que pese a sus problemas de salud, siguió creando, como lo demuestran sus corsets intervenidos, que se exhiben junto a sus medicamentos, recetas e historiales médicos.
El inmueble también fue un punto de encuentro para intelectuales de la época, que eran amigos de Kahlo. Esto se refleja con la selección de algunos libros con dedicatorias de figuras como Pablo Neruda y agendas telefónicas con nombres como Cantinflas, Nicholas Murray y Germán Cueto.
“Un lugar lleno de lugares” estará abierta al público del 28 de julio al 14 de enero. Para visitar la exposición es necesario comprar de forma anticipada las entradas en https://www.boletosfridakahlo.org/