Hollywood. —Es difícil de imaginar. Aquí, donde meticulosos gabinetes resguardan más de 100 mil guiones, 32 mil libros, 300 mil carteles, 10 millones de fotografías y hasta una estatuilla del Oscar —que brilla el doble porque es la única que enviaron al espacio exterior—, hubo ovejas alguna vez.
El equipo de la Biblioteca ha dispuesto un cuarto especial para que un reducido grupo de personas vea un poco de su vasta colección. Han pensado, desde luego, en México. Está ahí la imagen de Pedro Infante en un libro que data de 1954, el Directorio artístico mexicano, que es más bien un catálogo que servía para promover a figuras en la época dorada del Cine Mexicano; en él también están Jorge Negrete, Miroslava y Dolores del Río, entre otras.
Pero tampoco hace falta esa referencia para ver a México. Luego de que “El rancho de las aguas pantanosas” o “Ciénegas” dejara de ser de la familia Villa Valdez, y aún más, de México, las autoridades locales, ya estadounidenses y a principios del siglo XX, decidieron crear ahí un edificio que ayudara con el desabasto de agua en la naciente Beverly Hills. Había que construir algo funcional: una gran planta de agua que también fuera agradable a la vista.
La decisión de los creadores del concepto (Alfred J. Salisbury, Charles B. Bradshaw y Arthur Taylor) fue inspirarse en haciendas mexicanas (en especial en la de Luis Terrazas en Chihuahua), y retomaron el colonial español e italiano. Por eso hay una gran torre de 30 metros que nunca ha tenido campana: su función era camuflar una chimenea que dejaba escapar el azufre del agua tratada a una altura suficiente para que no se percibiera su olor desagradable.
El lugar posee cientos de colecciones que van desde los archivos de los principales estudios (incluidos MGM y Paramount) y de otras organizaciones de la industria, además de documentos personales que han sido donados por herederos de figuras como Alfred Hitchcock, Arthur Hiller, Hedda Hopper, Ian McLellan Hunter y John Huston.
El área en que trabajó, la de fotografía, contiene grandes escáneres e imágenes de igual tamaño de películas emblemáticas, como El Padrino; Severson presume la fotografía de Elizabeth Taylor que realizó con sólo 16 años para la revista Time; también la de un concurso del doble de Charles Chaplin en el que reconoce el rumor de que fue el propio actor quien participó y perdió. En especial, un álbum personal de la actriz Shirley Temple, que contiene imágenes de ella en películas.
Memoria nacional
Anne Coco, jefa del departamento de Artes gráficas, no puede apostar tanto al futuro, pero muestra un bosquejo del diseño de vestuario de la película Frida, que puede dar perspectiva. Contiene la imagen trazada por Julie Weiss, adornada con recortes de telas inspiradas en los atuendos de la pintora mexicana. Junto a él hay una impresión digital de la cinta Pantera negra, realizada en una tableta electrónica.
Coco cree que es un ejemplo de los cambios de los que nadie puede sustraerse; le gusta, eso sí, que además de la memoria digital, haya posibilidad de un respaldo físico: “Hay una fascinación con lo material, es sexy ponerlo en un iPad y no sabemos qué pase, pero esta colección hace que la gente hable, que se sorprenda por poder casi tocar la historia”.