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Ave Barrera entró a la tradición literaria mexicana de los escritores del llamado Medio Siglo sin proponerse un ejercicio soberbio del tú a tú, más bien cuestionando el tratamiento femenino en la literatura de esos escritores, en especial de Salvador Elizondo. Desde esa perspectiva escribió Restauración, una novela donde, a decir de Cristina Rivera Garza, “el contenido y la forma alcanzan ese tenso equilibrio de la escritura en alerta”.
La narradora nacida en Guadalajara, en 1980, quiso en Restauración (Paraíso Perdido), contar una historia de crimen y terror, a partir de dos generaciones que se entrelazan y ponen de manifiesto conflictos que han vivido las mujeres en el pasado y confrontarlo con la realidad actual. Lo hizo inspirada en Farabeuf, la pieza literaria de Elizondo y en Barba Azul, el cuento de hadas de Perrault.
“Eso trae consigo el planteamiento de preguntas que la novela únicamente se encarga de poner de manifiesto, que plantea y encarna; mis dos personajes femeninos de alguna manera encarnan todos los cuestionamientos que me plantee a lo largo de la escritura de la novela, si los resuelve o no, es el lector quien tendrá que decirlo o resolverlo a lo largo de la lectura”, asegura Ave Barrera.
Un planteamiento responde al tratamiento de la mujer en la literatura, otro con la mirada que Ave Barrera echa sobre la condición de ser mujer en la actualidad. Sobre todo ante manifiestos y movimientos de mujeres que han ocurrido recientemente en México y que nos confirman que todavía hay mucho trabajo por hacer.
“Cuando reconocemos la herida que traemos a cuesta las mujeres con un sujeto colectivo mujer, abrimos una herida mucho más grande que tiene que ver con otras generaciones, con un colectivo; nos duele ver cada que asesinan a una jovencita o a una mujer, a veces nos duele en el sentido de decir ‘pude haber sido yo’, otras veces nos duele en el sentido de ‘es como mi hermana, es mujer, me identifico con su dolor’”, afirma.
Ave dice que esta herida cuando empezamos a reconocerla empezamos a sufrirla en colectividad, sin embargo aunque duele es muy esperanzador, “Con #MujeresJuntasMarabunta y con el #MeToo vemos que también es posible sanar en colectividad, y en el momento en que se reúnen todas estas voces para reconocer esta herida colectiva también entre todas y con una fuerza impresionante tenemos la capacidad de revertir la realidad y la situación. Eso es muy esperanzador”.
En esta novela, ganadora del Premio Lipp 2018, está una casa y dos protagonistas mujeres, una es una joven restauradora que quiere recuperar la casona y al ir abriendo una a una las habitaciones llega al momento culminante del hecho horrible.
“Fue un desafío cómo plantearlo para que no fuera una novela de vuelta de cuerda, una novela en la que ya sabemos todo; lo difícil fue que no se quedara en el punto de la oscuridad y de la muerte porque lo obvio era terminar en ese punto que es a donde me lleva la reescritura de Farabeuf; lo difícil fue preguntarme ¿qué propongo yo?, como me decía Adriana Jiménez con quien tuve un taller: ‘¿dónde está tu propuesta, qué es lo que le vas a proponer a la narrativa, cuál va a ser tu manifiesto?’ Espero haberlo logrado, que sí haya una réplica pequeñita”, señala Ave Barrera.
La autora de Puertas demasiado pequeñas asegura que hubo mucha reescritura y mucho diálogo con otras escritoras a lo largo de la escritura, y también con lectores hombres.