En este breve libro de apenas 133 páginas, el narrador habla de la historia de su familia, proveniente de Polonia y arrojada a la errancia por el ; repasa su historia y la historia del mundo, su dolor y el dolor de la humanidad, habla del destierro, de la injusticia, el racismo, la desigualdad social, los desastres del cambio climático, y la deshumanizada humanidad.

Dice que esos temas son parte esencial del esqueleto del libro porque “tristemente” como estamos en 2024 vemos el horror de las guerras, “vemos lo que está sucediendo entre Israel y Gaza, lo que sucede en Ucrania y horrores similares donde desaparecen a seres humanos como en la Nicaragua de Ortega, lo que hizo Bolsonaro en Brasil, el ascenso de partidos de extrema derecha en toda Europa, quizás en particular en Hungría y en Polonia donde no se ve a “el otro”; necesitamos, como decía el gran filósofo Emmanuel Lévinas, mirar al otro, pensar desde el otro que te mira y habla y saber que tú te conviertes en responsable de él”.

partió en este libro de su certeza de que cuando vas envejeciendo la memoria es importante y se convierte en algo que trasciende, es algo que a veces quieres dejar de lado, “pero si eres consciente de lo que va sucediendo a tu alrededor, en el mundo, con tus seres queridos, con los que murieron, con una geografía próxima y lejana, el entorno cercano, ya sea de mi profesión como médico, de toda mi familia cercana viva, mi esposa, mis hijos, los nietos, todo eso es memoria y somos memoria, para bien y para mal”, señala el también autor de La morada infinita. Entender la vida. Pensar la muerte.

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En entrevista, el también colaborador de , asegura que en ocasiones la memoria revitaliza y en ocasiones te regresa a un pasado doloroso, que no está mal que sea doloroso porque el ser doloroso te exige.

“Soy, como se entrevé en el libro, hijo de padres emigrantes por la fuerza, no por voluntad, ellos tuvieron que dejar su Europa natal, Polonia en su caso, debido a la Segunda Guerra Mundial, y en particular al nazismo, ambos eran judíos. Desde ahí, creces en una casa donde creces solo, yo crecí solo con mis dos hermanos y mis padres no había más familiares porque ellos emigraron forzosamente, yo recuerdo todo eso con cierta tristeza, era un círculo muy pequeño de cinco personas, en una ciudad muy amable como era el Distrito Federal, me niego a llamarle Ciudad de México porque es una invención de nuestra zatrapía política, para mí es Distrito Federal”, afirma el autor que publicará una nueva edición de su ensayo Recordar a los difuntos.

El libro es ante todo memoria, aunque ahí hay también cuestiones de ficción, que la ficción de repente entra a la realidad y la realidad puede hacerse ficción, agrega Kraus, de este pequeño libro cuyo tema central es la memoria.

Desde el mirar atrás y mirar adentro, construido desde la memoria y la historia personal y colectiva, el médico y escritor Arnoldo Kraus emprende en La vida. Un repaso (Ediciones Cal y arena), una novela que es memoria, historia y reflexión, un recorrido por su historia y por la historia de un mundo deshumanizado, al que, dice, le falta una ética laica que ayude a la humanidad a ser humana.

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“El libro es breve, pero tiene una mirada amplia de lo que percibo y vivo; dentro del libro debe estar escrita, si no se puede inferir, la palabra ética, y yo sí soy judío, pero no profeso ninguna religión, más bien mi judeidad parte de cierta sabiduría por la vida o cierta comprensión de la existencia a partir de raíces filosóficas históricas escritas en textos judíos, pero realmente yo creo que hay que trascender. Mucha de la destrucción actual es por las religiones. El problema fundamental entre Israel y los gazatíes es por una cuestión religiosa más que por territorio, y eso es terrible. Estoy absolutamente en contra de lo hecho por los israelís en Gaza, al igual que estoy en contra de lo que hizo Hamas y del mayor monstruo del mundo que es Irán por su fanatismo religioso”, afirma Kraus.

La vida. Un repaso se presentará el próximo 20 de marzo, a las 19 horas, en la librería Rosario Castellanos, con los comentarios de Roger Bartra, Vicente Quirarte y el autor.

“A mí me parece una obligación de todo ser vivo, conforme va uno envejeciendo, el de regresar a la memoria y ¿de qué sirve regresar?, sirve para echar una mirada sobre quién eres hoy, quién fuiste y quizás que seguirás siendo y haciendo, en ese repaso, darnos cuenta de que la memoria construye, quizás duele al recordar, pero quizás con ese dolor transmitas algo importante a la gente que está cerca de ti”, asegura Arnoldo Kraus.

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