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Guanajuato. —Mientras que otros niños “soñaban con Peter Pan o Blancanieves”, a la mente de Tamir Ginz, director artístico y coreógrafo de la compañía de danza israelí Kamea, llegaban imágenes de Hitler persiguiéndolo e intentando matarlo.
“Siempre escuché historias familiares terribles de abuso en los campos de concentración. Como judío, intenté llevar mi dolor y mi bagaje familiar a Matthäus-Passion-2727”, dice Ginz, quien tardó tres años en preparar la pieza que ayer se estrenó en el Cervantino.
Matthäus-Passion-2727 es una obra coreográfica a partir de la Pasión según San Mateo, de J.S. Bach; su nombre alude al año en que fue hecho este oratorio (1727), planteándose en un escenario del futuro, mil años después (2727).
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El vestuario es sencillo, precisa: los bailarines están vestidos como sacerdotes, “pero tienen cortes en los trajes para parecerse a Keanu Reeves en "Matrix". Sacerdotes del futuro. Los jóvenes hoy no escuchan mucha música clásica, pero la gente joven ama la danza contemporánea y con esto se le da una nueva vida a Bach. El hecho de que hoy hablemos de la Pasión según San Mateo, muchos años después de que fuera escrita, es una forma de que Bach esté de nuevo en el negocio gracias al ballet”.
A partir de una reescritura del pasado, Matthäus-Passion-2727 también plantea preguntas y reflexiones pertinentes en un tiempo de guerra y del resurgimiento de la xenofobia. Lo más notorio es el intento por reivindicar a Judas, “un personaje malo en el Cristianismo. Tanto el judaísmo como el cristianismo dieron un sacrificio: el de Judas y el de Cristo. Esto debería estar más cerca del amor y la unidad entre ambas religiones”. El odio hacia Judas es una de las raíces del antisemitismo, señala el coreógrafo. “Fue la base del holocausto, por eso quisieron matar a todos los judíos. La Pasión según San Mateo es una pieza alemana, y ésta es una forma de reescribir la historia”.
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“Tenemos que recordar el pasado, aprender de la historia para no repetirla”, concluye.