Hace 30 años el estigma social sobre los portadores de y los enfermos de SIDA era mucho más segregativo y hostil, y los tratamientos médicos también eran mucho menos eficaces. Testimonios como el del actor y su diario / novela autobiográfica “Perdóname, Yukio” son fundamentales para no olvidar la agresividad dejada por esta pandemia desde la década de 1980.

El testimonio de Reyes es uno de los ejes que sirvieron de inspiración a Luis Mario Moncada para escribir . Para Mel Fuentes, nominada a los Premios Metro como Mejor actuación femenina principal, y por la ACPT como Mejor actriz de soporte y Revelación femenina, la obra tiene diversas capas: “Está la ficción que se basa en un pasaje de la vida real, un montaje de Abraham Oceransky sobre el escritor Yukio Mishima, en el que participó Junio, el protagonista, inspirado en el propio Reyes. Pero también están las referencias constantes al presente y la frontalidad con el público”.

Al público se le deja ver, entonces, en qué figuras de la vida real están basados los personajes: Venus, por ejemplo, es interpretada por Fuentes y se inspira en la icónica actriz trans, Alejandra Bogue. “Como Junio, ella también fue llamada por Oceransky para ser parte del montaje y convivió en esta comuna teatral. Fue la mejor amiga y confidente de Junio, a través de ella también podemos conocerlo”.


La puesta contrasta la manera en la que se veía el VIH en la década de los 90 a lo que sabemos el día de hoy. Foto: Fernanda Olivares
La puesta contrasta la manera en la que se veía el VIH en la década de los 90 a lo que sabemos el día de hoy. Foto: Fernanda Olivares

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Por un lado, continúa la actriz, está la vida de Mishima; por el otro, la forma en la que Junio aborda el VIH. “Además del amor, la pasión y la entrega al otro”.  A través de la novela de Reyes, el público puede ver una percepción del VIH, a veces dolorosa, a veces cómica; pasajes ácidos —explica Fuentes— dolorosos o políticamente incorrectos que sólo obedecen a la fidelidad ante la forma en la que Reyes experimentó el VIH en su tiempo.

Una visión que contrasta con la manera en la que hoy se ve al VIH: “En 1993, no había retrovirales eficaces, por lo que Alejandro pudo recibir medicamentos agresivos. Algunos medicamentos que tomaba Junio tenían que ser refrigerados. Pero cuando él llegó a una comuna en Jalapa, decidió dejar de tomarlo porque no iba a colocarlos junto a los jitomates. Hoy el VIH ya es una condición con la que se puede vivir”.

La obra es dirigida por Martín Acosta. El montaje fue resultado de la Residencia Artística de Teatro de Arena en el Centro Cultural Helénico. Su temporada termina el 2 de julio, de jueves a domingo, en el Foro de las Artes del Cenart.

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