“¿Qué quiero escribir?” fue la pregunta que se hizo (Premio de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón 2017) en septiembre de 2017 y que registró en su cuaderno de trabajo. La respuesta, “Un tour de force para tres actrices”, le seguía a dicha anotación. El resultado fue la obra “Julieta tiene la culpa” , que trata sobre tres mujeres, una ama de casa, una estudiante de teatro y una maestra sin empleo, que intentan asistir a una función de “Romeo y Julieta”, pero no lo logran y se quedan en el lobby espiando la representación.

En palabras de la también directora, “Julieta tiene la culpa” se emparenta con otra de sus piezas, “Cuerdas”, obra que se ha montado en 15 países y que fue concebida como un tour de force para tres personajes masculinos.

“Yo me debía la escritura de un tour de forcé para tres actrices”, cuenta Colio, en entrevista, y detalla que para ella la anécdota es secundaria. “Empiezo a escribir una obra a partir de algo que me molesta, que me interesa o quiero descubrir. ¿Por qué algo en específico es de cierta forma? ¿Por qué la gente hace tal cosa? Todo proviene de una pregunta, un impulso, algo que tiene que ver con la persona que soy y la forma en que veo el mundo”.

“Julieta tiene la culpa”, una obra en la que los personajes clásicos son vistos desde la luz del presente
“Julieta tiene la culpa”, una obra en la que los personajes clásicos son vistos desde la luz del presente

Fotos: Pili Pala

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Una vez que esa pregunta la lleva a la necesidad de escribir una obra —continúa—, la anécdota se vuelve secundaria. “Es la capa de arriba. Lo que pasa con la obra es una cosa, pero adentro hay algo diferente. No sólo es la punta del iceberg, que es la anécdota, sino la creación del iceberg. Lo que ve la gente en la superficie es un resultado. En el teatro lo que uno crea es algo que sucede, con variables, espacios y personajes. Se trata de hacer que ese momento suceda cada vez que alguien va al teatro.

En ´Julieta tiene la culpa´ lo que yo hice fue crear un encuentro entre tres desconocidas con un background. Es decir, algo que las llevó a ese espacio por un motivo específico. Al no conocerse, aunque tienen que estar ahí, empieza una relación bastante compleja”.

Debido a los personajes y las actrices que los interpretan —Verónica Merchant, Carmen Mastache y Sofía Sylwin—, la obra es poderosa, abunda Colio. “Nada es más importante que eso. Lo que yo quería era tener a tres actrices que representaran a tres personajes llenos de matices, y luego entretejer una relación entre esos tres personajes”.

En su propia escritura, dice, se enfoca siempre en llevar al límite a los personajes; algo que a su vez significa llevar al límite a los actores.

“Y me refiero al límite de su profesión; al límite de lo maravilloso que hacen para transformar su cuerpo, su voz, su psique y su emoción y entregarle todo esto a un personaje que es otra persona”.

El objetivo, detalla la dramaturga, es que el teatro cree una onda expansiva que alcance al público, tal como cuando se lanza una piedra al lago: “Si eso llega a tocar al espectador, él mismo lo sabrá”, afirma.

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La dramaturga precisa que durante siglos se ha consumido cierta literatura y se ha educado culturalmente ante un tipo de imagen de la mujer.

“Es muy evidente que en toda esa cultura, que en todo ese arte, la mujer ocupa el lugar de la musa, bellísima como la Luna e inalcanzable, pero luego muere o se mata a ella misma. Nos hace falta detenernos y ver hacia atrás. ¿Por qué tenemos que ser en la ficción aquellas que dan todo y luego se matan? Eso es parte del concepto de amor romántico, una idea del amor concebida a través del bagaje cultural de Occidente, donde el amor romántico es la entrega de la mujer sin condiciones al otro. Hay muchas referencias acerca de eso, y pocas del amor hacia una misma. La educación masculina se basa en el amor a uno mismo. Los hombres son enseñados a creer que son los mejores, a competir y saber, y esto lo digo a partir del canon más general de la educación”.

Esta reflexión es una de las bases desde las que Colio toma personajes literarios femeninos muy conocidos “para meter el dedo en la llaga”: Nora Helmer, de “Casa de muñecas”, de Ibsen; Nina, de “La gaviota”, de Antón Chéjov, y Blanche Dubois, de “Un tranvía llamado deseo”, de Tennessee Williams; referentes literarios que el espectador no necesita conocer porque en la obra son tomados y convertidos en los que son —cuenta la dramaturga—: tres mujeres comunes.

“Julieta tiene la culpa” es una obra de la compañía BarCoDrama. Su temporada empieza el 20 de enero y termina el 26 de febrero. Las funciones podrán verse en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz del Centro Cultural Universitario (Av. Insurgentes Sur 3000, Ciudad Universitaria), los jueves y viernes a las 20:00 horas, sábados a las 19:00 horas y domingos a las 18:00 horas.

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