Johan Falkman (Trelleborg, Suecia, 1967) es un pintor sueco que sostiene una conexión especial con México, tanto por su admiración a los muralistas desde sus años de estudio, como por exponer en recintos de importancia como el Antiguo Colegio de San Ildefonso y el Museo de la Cancillería. Ahora, el retratista trabaja en un proyecto para homenajear al país.

Se trata de Rostro de México, una escultura de una cabeza de tres metros de alto, que estará conformada por retratos de 800 mexicanos grabados en acero y vidrio.

Los rostros serán de personalidades mexicanas como el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma y la escritora Jennifer Clement, pero también habrá retratos de desconocidos, ya sea niños, jóvenes, adultos, ancianos, obreros, estudiantes, activistas, médicos, políticos, periodistas y más, que Falkman irá conociendo de forma aleatoria a través de un viaje que hará por la República Mexicana, desde Sonora hasta a Chiapas.

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Foto: Carlos Mejía | El Universal (27/12/2024)
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La obra se exhibirá hasta 2026, en el Museo Universitario de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (Muni).

“Para mí, tiene una importancia política la escultura, es sobre temas como la democracia, la diversidad, lo multicultural, la capacidad de vivir juntos a pesar de nuestras diferencias, el derecho al voto, educación gratuita, la libertad del periodismo. Cubrimos todos los aspectos de la sociedad”, dice el artista en entrevista.

Falkman, quien divide su tiempo entre Suecia y México, ha comenzado este proyecto en su estudio en la Ciudad de México, ubicado en la Roma Norte. Ahí recibe a EL UNIVERSAL mientras retrata a Jennifer Clement, escritora que este año publicó La fiesta prometida, un libro que cuenta la escena artística de Nueva York con figuras como Julio Cortázar, William Burroughs, Frida Kahlo y Jean-Michel Basquiat. No es la primera vez que es retratada por Falkman, reconoce que es cansado posar, debe mantener una postura mucho tiempo, así como evitar hablar. “Siempre es extraño para mí”, dice sobre la experiencia. “Creo que Falkman ve algo más profundo de lo que es ser mexicano. Más allá del simple rostro”, añade Clement, quien está sentada en una silla especial para retratos, que perteneció a la realeza sueca.

“Siempre veo la profundidad de la persona, no sólo el rostro plano. No todos son capaces de verbalizar quiénes son, la mayoría se levanta y va a trabajar. Es por eso que nosotros los artistas y escritores tenemos que ser la voz de los que piensan y sienten lo mismo, pero que no son capaces de articularlo, ese pienso que es el rol del artista, articular los sentimientos y la relevancia de un artista es ser la voz de la gente. En este proyecto colectivo, hacemos esa voz”, afirma el artista sueco.

Para Falkman, volver a retratar a la escritora le permite ver otras capas de su personalidad: “Cuando la veo, miro la presencia de la muerte, eso veo en su personalidad. Creo que eso es lo que caracteriza a un artista, es decir que un artista sin la presencia de la muerte, no es un artista de verdad. Y me parece apropiado iniciar el proyecto porque en México, la muerte está presente. Tenochtitlán estaba rodeada por la muerte, es parte de la cultura. Me parece que la muerte es la esencia de la cultura mexicana”.

El artista —quien se define no como un retratista comercial, sino como un “retratista del alma”— ve en la muerte algo paradójico, porque ahí ve vida y eternidad. Es por esa reflexión sobre la muerte que a Falkman le gustaría tener la oportunidad de retratar a las momias de Guanajuato e incluirlas en un tzompantli de retratos en grabado que acompañará a la escultura.

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Foto: Johan Falkman (27/12/2024)
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Clement no sólo será uno de los rostros de la obra, sino que también colaborará en un aspecto especial de la obra. La muestra Rostro de México también contará con los retratos de niños huérfanos de la fundación Ministerios de Amor. “Hará entrevistas a los niños y trabajará un texto poético al respecto”, adelanta el pintor sueco.

Falkman explica que estos retratos suelen llevarle un día de trabajo, por lo que junto con la búsqueda de las personas a pintar y los viajes, estima que el trabajo quedará terminado en dos años.

Si bien recién comenzó el proyecto en México, Falkman espera replicar la idea en Nueva York, Estados Unidos; Johannesburgo, Sudáfrica; Malmö, Suecia y en Ucrania y así crear una especie de hilo conductor entre las esculturas. “Es un proyecto democrático, todos necesitamos los unos de los otros. Este proyecto será un símbolo de democracia”, finaliza Johan Falkman.

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