El 18 de agosto, la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, dio la conferencia “Hacia un modelo de bienestar social” en el Complejo Cultural Los Pinos como parte de las actividades rumbo al Mondiacult 2022, el mayor encuentro en materia de políticas culturales y desarrollo sostenible a nivel mundial en las últimas décadas.
En la presentación, Brugada reconoció la alta marginalidad que hay en su alcaldía y dijo que en los últimos tres años se logró multiplicar “la infraestructura social, cultural, deportiva y recreativa”. Pero para Graciela de la Torre, exdirectora de recintos como el Museo Nacional de San Carlos y el Museo Nacional de Arte, en entrevista que dio el 20 de septiembre para EL UNIVERSAL, “los temas del Mondiacult no se ven reflejados en las políticas culturales del gobierno actual”.
Una de las grandes apuestas culturales de Iztapalapa son los 11 centros recreativos, construidos en medio millón de metros cuadrados y bautizados como UTOPÍAS, acrónimo de Unidades de Transformación y Organización Para la Armonía Social. Proyecto que se enmarca en las acciones que han tomado los gobiernos de izquierda, desde que Cuauhtémoc Cárdenas fuera jefe de gobierno, de 1997 a 1999.
En específico, con la llegada de Cárdena se instituyeron las Fábricas de Artes y Oficios, cuyo modelo fue el Faro de Oriente
. “Lo que sigue ya no alcanzó este nivel, sobre todo en la administración que va de 1997 a 2000”, cuenta Patricia Chavero, investigadora y autora del ensayo “Un programa de cultura para la Ciudad de México” que se incluye en el libro ¡Es la reforma cultural, Presidente! (2017).
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“Iztapalapa ha sido un espacio donde se ha ensayado importantes modelos de renovación de la política cultural”, complementa el exsecretario de Cultura, Eduardo Vázquez Martín.
Pero si se piensa en dos de los grandes proyectos de esta administración, los Pilares y las Utopías, hay un doble filo: “Nos hemos engañado al creer que los Pilares corresponde al área de Cultura, ya que el presupuesto viene de Desarrollo Social y los pagos de los talleristas son vistos como apoyos o estímulos a nivel fiscal. Estarían en el mismo rubro presupuestal de las Becas Benito Juárez; ni siquiera es Capítulo 1000 o 3000.
"Son capacitadores vinculados a una propaganda política”, afirma Chavero y recordó el caso de la organización No vivimos del aplauso, que exigió quitar el carácter de beneficiarios en los apoyos para que los artistas fueran reconocidos como trabajadores. Las palabras de De la Torre complementan: “Hay un desdén hacia ciertos creadores, intelectuales y académicos que no son reconocidos como tales si no empatan con esta política y discurso de la 4T”.
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Román, también coordinadora de la investigación “Espacios no oficiales de artes vivas de la Ciudad de México” ofrece cifras que revelan el desajuste entre los espacios culturales y la población: con corte a enero de 2022, existían 98 espacios culturales independientes en la Cuauhtémoc, mientras que en Iztapalapa había sólo dos (uno ya cerró), además de seis lugares “sin perfil de espacio cultural pero con programación”. Cifras contrastantes, cuando se analiza la población: un aproximado de 1, 800, 000 habitantes, cuyo rango etario es joven, contra la Cuauhtémoc que tiene ese rango etario de 700 mil u 800 mil. Vázquez Martín precisa que hay mercados y públicos diferentes relacionados con la infraestructura de cada zona. Según el Sistema de Información Cultural, Iztapalapa tiene 28 espacios, sin contar las ya citadas once UTOPÍAS.
Román precisa que en Iztapalapa, Tláhuac y Milpa Alta han surgido grupos que generan espacios emergentes y efímeros. “Como no hay infraestructura física que se pueda sostener, van usando casas o bodegas”.
Y Chavero afirma que durante la administración de López Obrador como jefe de gobierno (2000-2006) hubo una restricción presupuestal y se privilegió ciertos macroproyectos, como el segundo piso del Periférico, dejando de lado las cuestiones de cultura para que la sociedad civil o el mercado las organizaran por sí mismos. Le sorprende, además, ver que dicho modelo se repite ahora a nivel federal con el proyecto Chapultepec. Naturaleza y Cultura.
Sin embargo, el comportamiento cultural de Iztapalapa también está vinculado con la evolución de la ciudad. “La ciudad, como la conocemos, se pensó en la administración de Miguel Alemán. Iztapalapa es, en su origen, una ciudad dormitorio. Ahora la urbe está más regida por los intereses inmobiliarios. Incluso los teatros del IMSS, la red teatral más importante de América Latina no consideró el Oriente de la ciudad en su proyecto”. Un ejemplo de esta historia es el icónico Museo Cabeza de Juárez, inaugurado en 1976 y su largo proceso de abandono y recuperación.
“Antes se creía que un centro urbano importante contaba con un teatro, hoy eso ya no sucede porque la tendencia internacional ya no es crear nueva infraestructura. Una idea de ciudad ya caduca”, concluye Chavero.
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