"" (Alfaguara, 2022), la novela más reciente de (Premio Lipp de Novela, 2011) es, en palabras de su autor, el relato de un personaje, Roger, que intenta descubrir todo el tiempo qué sucede y qué se oculta en la vida de Andy, su amigo, mentor y jefe. “En la búsqueda le irán ocurriendo situaciones tangenciales; él es un centro al que las cosas le suceden sin afectarlo verdaderamente. Sin embargo, conforme avanza la trama, Roger empieza a modificarse, a girar hacia una parte de él mismo que es bastante oscura, una parte a la que no hubiera querido acceder nunca”, cuenta.

La novela no se centra sólo en lo que le sucede a Roger durante su relación con Andy, sino que aborda las relaciones del círculo inmediato del personaje: su expareja, su hermana, sus padres, y a la par “se van incorporando viñetas o fragmentos de otras historias. Aquellas relacionadas con el mundo de la basura porque Roger y Andy trabajan en una empresa que se dedica al estudio de la basura para generar información que le venden a las marcas y arroja luz sobre los hábitos de consumo, pero también hay escenas relacionadas con la idea de una muerte ridícula”.

Estos elementos que son atravesados por una línea discursiva: cómo confrontar la mediocridad cuando se descubre en uno mismo.

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Sobre la elección del mundo de la basura como uno de los ejes de Historia de las cosas perdidas, el también docente señala que su origen es una pregunta que él se hizo cuando era niño y que sus hijos, seguramente, le hicieron hace unos años:

“¿A dónde se van los desechos? Salvo la gente que en verdad lo sabe, siempre queda esa duda porque emitimos demasiada basura”.

Además, la basura tiene —precisa el escritor, un papel simbólico en la novela porque se le relaciona con aquello que ya no se quiere.

“Entonces, metafóricamente, me funciona para incluir no sólo los objetos, sino todo lo que no queremos. La basura es el trabajo al que renunciamos, las amistades que ya no vimos, los amigos de la primaria, las relaciones que tuvimos, las actividades que hacíamos y abandonamos. Esto me funcionó como parte del discurso para apuntalar la idea de que nosotros somos en función de lo que tenemos y, también, de lo que desechamos. Las repercusiones de la basura en el medio ambiente y su existencia desde siempre me sirvió de marco para escribir un asunto relacionado con mis personajes”, explica el autor.

El novelista puntualiza que el tratamiento de la basura, por sí mismo, es interesante para él. “Los ciudadanos mexicanos somos muy malos con el trato de la basura. Luego, en las épocas de lluvias, pagamos las consecuencias, con las inundaciones. Como desecho genera relaciones con diferentes gradaciones: quizá algunos vean mal tirar un papel a la calle y a otros les parezca natural aventar una colilla de cigarro, cuando por un asunto de biodegradación los dos actos son igual de graves”.

Antes del lanzamiento de Historia de las cosas perdidas, Jorge Alberto Gudiño publicó tres novelas policiacas protagonizadas por el excomandante Cipriano Zuzunaga: Tus dos muertos, Siete son tus razones y La velocidad de tu sombra, lo que le lleva a reflexionar sobre los elementos del género que pudo adoptar en esta ocasión.

“Toda novela es una novela de intriga, finalmente leemos libros y vemos series de televisión o películas porque queremos saber qué pasa después. Ahí se configura la idea de intriga, pero al abordar géneros, los conceptos se superponen. Es una historia oscura, aunque no es exactamente lo mismo que un policiaco o un thriller y eso contribuye, en mayor o menor medida, a que uno pueda hacerse un hueco en el género o que no pueda, bajo la premisa de que toda novela es una novela de intriga”.

Sobre los escritores que rechazan la novela policiaca dice que la consideran literatura menor. “Piensan que el policiaco es comercial o que no tiene altura. En mi saga del excomandante Zuzunaga no sólo hay un misterio, sino que hay un crimen, una investigación, un policía y gente que intenta resolver el asunto. En la novela negra, no policiaca, no hay un investigador o un policía directo con la consigna de resolver un crimen; si quitamos eso de la ecuación, en todas las novelas hay una intriga que el lector quiere ir resolviendo”.

A partir de lo que se oculta en la trama de una novela, del suspense, todas las novelas pueden ser consideradas novelas negras, dice el escritor.

“Yo no tengo problemas en aceptar que gracias a la escritura de mis tres libros anteriores, que sí conforman una serie policiaca, descubrí cómo construir de mejor forma la tensión en torno a la intriga en Historia de las cosas perdidas”. expresa.

Las etiquetas sobre el género policiaco, señala el narrador, más allá de establecer ciertos parámetros definidos, también suman prejuicios. “Es más fácil generalizar cuando hay una etiqueta que cuando no la hay. Yo creo que en el género policiaco hay novelas muy malas y novelas muy buenas, como sucede en cualquier otro género. Pongamos cualquier etiqueta: hay novelas de viaje malas y novelas de viaje buenas; hay novelas románticas malas y novelas románticas buenas. El problema es que las generalizaciones tienden a generar un problema de prejuicio”.

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