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En su versión impresa, Confabulario presenta una reflexión sobre el "silencio de los intelectuales" ante las crisis que vivimos. Hoy, buena parte de los intelectuales mantiene un penoso silencio, atemorizados por la posibilidad de no encajar en los patrones de corrección política impuestos por una minoría radical.
El actual gobierno carece de una intelectualidad orgánica fuerte: se reduce a unos cuantos comentaristas y a algunos caricaturistas que repiten los insultos y las agresiones presidenciales. El reblandecimiento de las capacidades críticas en la esfera intelectual se extiende y gana legitimidad. Es claro que muchos intelectuales han perdido u ocultado su perspectiva personal frente a la apabullante marea “correctiva”.
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El autor de este texto nos muestra por qué México pertenece al pensamiento occidental, sus bases democráticas y la forma en cómo construye sus discursos, o abraza corrientes ideológicas.
En este sentido, desde la Ilustración hasta la caída del muro de Berlín, los intelectuales de Occidente han asumido una responsabilidad de hablar con la verdad, de conducirse bajo la máxima de Émile Zola. Esta responsabilidad tambalea cuando el poder y las imposiciones sociales los ponen en la mira.
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