Informalidad e irregularidad laboral, falta de transparencia e incumplimiento de incremento presupuestal, son algunos de los pendientes que heredará el nuevo gobierno en la Ciudad de México. “Las nuevas autoridades culturales recibirán muchos problemas que no se resolvieron e incluso se agravaron entre 2018 y 2024”, afirma Gerardo Ochoa Sandy, especialista en política cultural.
El mayor pendiente del gobierno actual, agrega el periodista cultural y ex diplomático, es que no se aumentó el presupuesto para cultura: “La incumplida promesa de la entonces Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien aseguró habría un incremento del 100% al presupuesto cultural durante su gestión”.
Una herencia importante para el nuevo gobierno es el programa Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (Pilares), que en el sexenio se construyeron más de 290 de estos espacios donde se realizan actividades culturales, deportivas y más. La cuestión es que a lo largo del sexenio se ha denunciado la informalidad y “graves irregularidades” —como impagos, falta de seguridad médica y social— en la que trabajan los empleados de los Pilares, dice Ochoa Sandy, quien también señala que la Red de Fábricas de Artes y Oficios (Faros) operan de forma similar.
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Ochoa Sandy asegura que los recursos tampoco se vieron reflejados en la infraestructura cultural de la Secretaría de Cultura de la CDMX. “Los museos carecen de recursos para su programación anual como el Museo de la Ciudad de México y el Museo del Estanquillo, así como remozamientos apremiantes. El museo de la colección de Carlos Monsiváis ha tenido que acudir al apoyo de Alejandra Frausto, meramente ocasional, para salir de aprietos. Martí Batres prometió un sustancioso apoyo, condicionándolo a que presidiría una nueva inauguración del recinto. Tal parece que ya se le olvidó”.
Sandra Ontiveros, especialista en política cultural e investigadora de la Universidad del Claustro de Sor Juana coincide en que los Pilares es un problema:
“A mí me preocupa mucho que gastaron una cantidad inmensa en una evaluación (que hizo el Consejo de Evaluación del Desarrollo Social de la Ciudad de México) en el primer año en que empezaron a funcionar y nunca la utilizaron. Cuando uno ve la evaluación, todos los problemas sucesivos ya estaban allí. Entonces para qué pagar esa evaluación si van a hacer caso omiso. Entre esos problemas venía la situación de los trabajadores y su entrecomillada contratación”.
Ontiveros dice que, por la falta de contratos, estos empleados no pueden apelar al salario mínimo, seguro social ni vacaciones. “No existen esos contratos, si nada más se manejan con convenios y becas, qué tipo de seguridad van a tener”, dice Ontiveros, quien cuestiona que sea el propio gobierno quien maneje ese tipo de “contrataciones” y que es una contradicción al discurso de proteger los derechos laborales del personal de cultura.
En el caso de las Utopías, Ontiveros comenta que falta hacer trabajo de vinculación con otras dependencias para que no queden aisladas y así evitar el riesgo de convertirse en lo que dicta su nombre: un proyecto ideal con improbabilidad de ejecutarse. “En vez de construir nuevos espacios, hay que fijarnos en lo que hay, qué necesitan y cómo recuperar lo que se ha abandonado”, declara.
La investigadora también señala que un pendiente es el proceso que atraviesa el acervo de Octavio Paz, en la Casa Marie José y Octavio Paz, en la colonia Tacuba, y su eventual mudanza al Colegio Nacional. Es el Sistema de Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de la Ciudad de México el responsable de este patrimonio. “Falta saber cuánto patrimonio de Paz está inventariado, quién nos dice a ciencia cierta que todo estará registrado”.
Ochoa Sandy suma a su lista las consecuencias de lo que llama “agravios a la simbología urbana cultural de la capital”, entre los que se encuentran el cambio de nombre de la calle puente de Alvarado, que se bautizó calle México-Tenochtitlán o el “más grave”, dice, es la sustitución de la estatua de Colón en Paseo de la Reforma, que originalmente sería cambiada por la escultura de la Joven de Amajac, pero activistas feministas lograron hacer suyo el espacio.
“La madrugada del 10 de octubre de 2020, el gobierno de la ciudad removió, a hurtadillas y sin los permisos que exige la normatividad vigente, el conjunto escultórico de la ex Glorieta de Colón, bajo la excusa de brindarle remozamiento. Las verdaderas razones eran meramente ideológicas: un indigenismo trasnochado en un país de mestizos. A cuatro años de lo sucedido, no sólo se descarta que sea restituido a su lugar de origen, sino que sigue sin saberse cuál será su destino final. Ni al gobierno de la CDMX ni al Institutos Nacional de Antropología e Historiador (INAH) consideran necesario ofrecer explicaciones”.
Aunque para poder hablar de pendientes, Ontiveros apunta que es complicado ante la falta de rendición de cuentas y transparencia por parte de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
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“La información es muy parca, uno no puede encontrar procesos, resultados, ni evidencias. Uno tendría que encontrar toda esa información. Nos deben una explicación de los procesos”, dice la investigadora.
Ochoa Sandy coincide que la transparencia será un pendiente a trabajar para la siguiente gestión de Cultura en la capital. Él en particular señala la “opacidad en el manejo de los recursos para la organización de los espectáculos masivos en el Zócalo” que considera fueron “emblemas del gobierno saliente, y varios de los cuales fueron utilizados como parte de la propaganda electoral de la candidata del Ejecutivo”.
Otros pendientes en el área de cultura en la capital del país son un programa cultural local bien definido, vinculación de la Secretaría de Cultura de la CDMX con otras dependencias y la descentralización de la cultura dentro de la ciudad, agrega Ontiveros.
melc