Desde hace varios años, con el auge de las redes sociales y la consiguiente “democratización” de la información, un nuevo fenómeno social ha ido ganando cada vez más terreno en el mundo: la .

Formado a partir de los términos “información” y “”, el neologismo “infodemia” da nombre al exceso de información —unas veces veraz, otras falsa— sobre un tema cualquiera.

Ahora, durante la pandemia de Covid-19, la infodemia de noticias falsas (fake news) sobre el virus y sus consecuencias se ha disparado a tal grado que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa un peligro real para la salud de una gran cantidad de personas, ya que siembra la confusión y la desinformación entre ellas.

Así pues, independientemente de que fuera útil y cierta, o tuviera como simple objetivo llenar un espacio en los medios de comunicación y las redes sociales, pronto hubo una sobreabundancia de información.

Además, debido a que la pandemia de Covid-19 alteró prácticamente todas las actividades humanas —la educación, la economía, la cultura, el comercio, la vida social y recreativa, etcétera—, éstas tuvieron que adaptarse a las nuevas circunstancias, lo cual generó aun más información asociada de algún modo al coronavirus.

Ahora bien, por paradójico que suene, tanta información disponible no conduce a estar bien informado, sino a estar desinformado, porque mucha de ella es dudosa. Incluso en el sector académico, y de esto hay pruebas, con tal de ser los primeros en “llevarse los aplausos”, como se dice, algunos investigadores no esperaron a que madurara su experimento o no profundizaron en su investigación y la publicaron prematuramente, con la incertidumbre que esto implicaba.

“La información es el producto del conocimiento, y entre más información de calidad se tenga y divulgue, el desarrollo de los individuos y de la comunidad de la cual forman parte será mejor”. Estela Morales Campos. Investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información de la UNAM

Pensamiento crítico

De acuerdo con la investigadora universitaria, las medidas para contrarrestar la infodemia tienen que ver con el proceso educativo como punto de partida para desarrollar un pensamiento crítico.

“El pensamiento crítico nos empuja a cuestionar todas las cosas, a preguntarnos si la información que recibimos es cierta o no y si el medio o la persona que la divulga es confiable o no. Y para respondernos estas preguntas actualmente disponemos de Internet. Este instrumento digital nos permite verificar, en fuentes serias, todo tipo de información. Pero no hay que olvidar las bibliotecas o los centros de información institucionales, que también nos ayudan a comprobar la veracidad de un tuit, un mensaje de WhatsApp, una nota, un artículo, un reportaje... Sin embargo, para recurrir a ellos con esa intención es necesario, insisto, haber desarrollado primero un pensamiento crítico, porque de lo contrario uno absorberá todo tipo de información sin ningún filtro, como si fuera una esponja.”

Morales Campos piensa que debemos tener presente que el insumo fundamental para llevar a cabo cualquier acción en la vida es la información.

“La información es el producto del conocimiento, y entre más información de calidad se tenga y divulgue, el desarrollo de los individuos y de la comunidad de la cual forman parte será mejor.”

Fake News

A veces, las fake news son producto de la ignorancia y la torpeza; pero otras, de una acción premeditada que persigue un fin específico.

Al respecto, Estela Morales Campos comenta: “Mientras unas fake news se lanzan para crear confusión entre la opinión pública, otras, que están basadas en elementos no falsos al 100%, buscan darle forma a un pensamiento alternativo al real que puede beneficiar a un sector determinado, como el comercial, por mencionar uno. Es el caso de los mensajes que respaldan la supuesta eficacia de los llamados ‘productos milagro’”, apunta.

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