En 2020, en plena crisis sanitaria, la Infinita Compañía paró actividades sólo por dos semanas, luego comenzó a reinventarse, primero se adentró, como todo el gremio escénico, en el mundo digital, pero también siguió adelante con proyectos híbridos como el Festival Internacional de Danza Contemporánea de la Ciudad de México e idearon un proyecto más ambicioso: La Infinita Compañía Estudio, que abrió en abril de 2021. Ahora, el 3 de marzo, inaugura el Teatro Varsovia, a una calle del Ángel de la Independencia.
El espacio (Varsovia 9), en medio de dos torres erigidas por Mario Pani, es un proyecto escénico independiente financiado con recursos propios y con préstamos bancarios que nace con el objetivo de tener un espacio no sólo para la compañía, también para tener una sede más para el Festival y un foro para quienes entrenan y estudian en el Estudio.
El espacio que estará abierto a todas las artes escénicas, desde danza contemporánea hasta cabaret, desde ensambles de música clásica hasta rock, tiene 180 butacas y, según González, se construyó a finales de los años 50 como un teatro, pero fue usado como auditorio de usos múltiples. “Buscamos espacios por todos lados, caminamos de norte a sur y así nos encontramos con República de Cuba 72, en donde está el Estudio, meses después nos topamos con Varsovia y decidimos tomarlo, en las crisis también hay oportunidades, teníamos que aprovecharlo, de algún modo es también la recuperación de un espacio escénico que nunca se pudo concretar y ha llegado el momento”, explica.
La programación será por convocatoria y en algún momento se tiene planeado que haya funciones de lunes a domingo. Si bien Infinita Compañía forma parte del gremio escénico, estar en contacto para este proyecto les permitió observar un panorama amplio de la escena nacional.
“Estamos muy golpeados, como todo el mundo, todos los sectores. En este tiempo hemos visto a compañeros dedicarse a otra cosa, al cierre de espacios y ahora estamos en un momento de reajuste. Sin embargo, ha sido muy bonito encontrarnos con muchos artistas que ya están listos para dar función mañana, a otros que se sintieron motivados a sacar adelante sus propios proyectos, como A poc a poc, de Jaime Camarena, que pasó por una crisis muy compleja y ahora regresará con Memorias de un pez rojo y tiene otras funciones en otros espacios, y a otros que están con su estreno en las manos”, cuenta.
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Ningún emprendimiento, dice el coreógrafo, surgió por azar ni suerte. “Nosotros no amanecimos con la noticia de que había un espacio en Varsovia esperándonos, por el contrario muchísimo trabajo y horarios triples. Cuando todo cerró por la pandemia no tuvimos ni tiempo de sentarnos a llorar en el diván porque ni diván había y sí cuentas por pagar, en la casa abrimos un espacio, seguimos creando obra, hicimos el festival, invertimos lo poco que quedaba, nos endeudamos con el banco, empezamos con el Estudio, encontramos un socio que hizo una inversión, y ahora con el teatro es otro salto al vacío”, cuenta González.
Durante la pandemia muchos espacios independientes lanzaron una alerta sobre su posible cierre, incluso asociaciones civiles como Pasaporte Cultural estimó que 39% de foros autogestivos podrían bajar el telón si continuaban las restricciones por la crisis sanitaria. Hace unas semanas, recintos como Carretera 45, cerró. Frente a este escenario, Tamez, quien también es coreógrafo, maestro y bailarín considera:
¿Y los apoyos institucionales? “Pues sabemos que existe uno que se llama PAICE (Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados), está abierto y vamos a aplicar. Tuvimos una reunión con ellos y nos dijeron que no había un antecedente de una figura como la nuestra, es decir, que no había una compañía independiente que ahora tenga un teatro, pero que no había nada que nos lo impidiera, vamos a ver. En EFIARTES no hay para espacios, algunos compañeros lo han impulsado pero no se ha dado, el estímulo es sólo para la creación. Sin embargo, la creación necesita espacios y los independientes podrían aportar muchísimo. Ahora mismo y por primera vez tenemos la beca de México en escena, que nos permite pagar cuatro bailarines y la mitad de la bodega, eso nos permitió arriesgarnos un poquito más con el teatro, pero sí sé que aun sin la beca nos hubiéramos lanzado”, dice González.
Este esfuerzo, reitera, no debería ser leído como un ejemplo de que los grupos artísticos pueden seguir creando y emprendiendo desde la independencia, por el contrario, se tienen que dar más facilidades. “No queremos que se crea que como podemos pues si había menos dos pesos, ahora que haya menos cuatro pesos... no; queremos que se entienda que no deberían seguir cargándole todas las pulgas al perro más flaco, que el esfuerzo independiente necesita de la alianza institucional”.
Raúl Tamez pone el acento en las complicaciones administrativas. “Tuvimos que contratar a una gestora, los trámites y permisos son muy complejos, no me siento cobijado por la alcaldía, no hay apoyos para lograrlo, si un trámite nos faltara nos vendrían a clasurar con una sonrisa".