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Hoy que se cumple una semana de la publicación en el Diario Oficial de la Federación del Acuerdo por el que se establecen como actividades esenciales los trabajos de editoriales y librerías, junto con otras industrias orientadas a satisfacer la demanda de bienes y servicios relacionados con la educación, hay poco impacto en editoriales y librerías.
Editores y libreros recibieron con buen ánimo el acuerdo firmado por el secretario de Salud, Jorge Alcocer y que entró en vigor el 4 de agosto. “Es un reconocimiento de que la industria es importante para la educación y la cultura”, asegura Juan Arzoz, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana.
El acuerdo confirma la autorización que ya tenían de hacer libros para secundarias públicas, “ahora tenemos oportunidad de terminar de imprimirlos, distribuirlos o llevarlos a la Conaliteg. Esto nos da chance a toda la industria editorial de estar presentes en el inicio de clases”.
Para Arzoz el acuerdo no llega tarde, ellos desde mayo tenían autorización de la Secretaría de Salud de trabajar específicamente libros de texto, “de lo contrario no hubiéramos salido, la impresión toma por lo menos de 6 a 8 semanas”.
Sin embargo, el Acuerdo no respalda a todos los editores y libreros. Porfirio Romo, director de Un paseo por los libros que congrega a las 43 librerías del Pasaje Zócalo-Pino Suárez del Sistema de Transporte Colectivo Metro, asegura aun con esta disposición a ellos no les han autorizado reabrir sus espacios, esto a pesar de que mandaron un oficio dirigido a Paul Moreno Dávalos, funcionario del Metro, quien les respondió que la instrucción es que deben esperar hasta la transición al semáforo amarillo.
“Mandamos el oficio refiriéndonos al decreto que señala a la actividad de las editoriales y las librerías como esenciales y solicitando formalmente la apertura del Pasaje para este lunes 10 de agosto”, dice Romo, pero la respuesta es que deben acatar la instrucción de abrir en amarillo.
“Desafortunadamente esta disposición de considerar a las librerías una actividad esencial no ha tenido mayor impacto por dos razones: la gente no quiere salir de casa, y la crisis económica”, asegura Georgina Abud, presidenta de la Asociación Mexicana de Libreros, quien dice que al menos ya están en el discurso de las autoridades y las librerías no van a cerrar.
Fernando Pascual, subdirector comercial de Librerías El Sótano, celebra que por fin el gobierno reconozca como esenciales a todas las empresas proveedoras de bienes y servicios educativos y culturales, como las librerías.
“En marzo comunicamos la necesidad de mantenernos en servicio, ante la pandemia nos veíamos como un oasis entre tanta incertidumbres. Y ahora sabemos que no nos equivocamos”, dice.
Espera que vuelvan a su horario habitual, que aún no se modifica, “estamos muy atentos a recibir el decreto como una pauta para dar el mejor servicio a nuestros lectores en el regreso a clases pues trabajamos en colaboración con todas las editoriales texteras del país”.