Museos, zonas arqueológicas, bibliotecas, centros de trabajo y las tres escuelas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) serán abiertos de forma gradual cuando el semáforo epidemiológico se encuentre en amarillo y verde.

Una vez que los espacios comiencen su reapertura, tanto usuarios como trabajadores del INAH deberán mantener una distancia de por lo menos 1.5 metros, evitar concentraciones y usar cubrebocas y gel antibacterial, explicó el Instituto en el documento Plan de Retorno e Incorporación a la Nueva Normalidad.

“Se trata de un protocolo general, porque con la pandemia nada es definitivo, todo está sujeto a la evidencia científica, al dato estadístico, al comportamiento de la epidemia. Seguimos en la fase de contagios, pero esto puede cambiar si no atendemos correctamente las medidas. El protocolo tiene la característica de tener medidas sujetas al avance o retroceso de los semáforos que aplican para cada entidad, región o municipio”, declaró en entrevista Diego Prieto, director del INAH.

Los espacio culturales

En total, el INAH tiene 188 centros de trabajo, tres escuelas: la de Antropología e Historia, la de Antropología e Historia del Norte de México y la de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM); así como 98 bibliotecas y acervos, 194 zonas arqueológicas y 162 museos.

Todos esos espacios deberán seguir el Plan hacia la nueva normalidad, documento para cuya elaboración se tomaron en cuenta experiencias de otros países.

“En las escuelas ya tenemos medidas para cerrar el ciclo y para abrir el siguiente ciclo conforme lo indique el semáforo”, indicó.

El INAH, señaló Prieto, cuenta con una Dirección de Operación de Sitios que no sólo sistematiza las experiencias nacionales, sino también las internacionales en materia de sitios arqueológicos, paleontológicos o de expresiones gráfico-rupestres.

“Observamos que primero debemos seguir las medidas de sanidad e higiene; segundo, que debemos tener cuidado en el ingreso, por lo tanto deberemos marcar con claridad la distancia en las filas de acceso; tercero, debemos tener mucho cuidado en las taquillas; y cuarto, debemos tener presente no tanto y no sólo el aforo, sino sobre todo la distribución de las personas en el espacio”, sostuvo.

El antropólogo ejemplifica lo que pasaría en una zona arqueológica como Teotihuacan, ubicada en el Estado de México, y considerada una de las más visitadas del país.

En Teotihuacan, estimó Prieto, podría haber hasta 2 mil personas con la debida distancia; sin embargo, el congestionamiento se podría dar cuando los visitantes decidan subir a alguna de las pirámides.

INAH: “Turismo no nos presionará para abrir museos y zonas arqueológicas”
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Diego Prieto reconoció que en algunas entidades ya los han exhortado para que abran ciertas zonas arqueológicas, por ejemplo, las de Quintana Roo (Tulum, Cobá o Kohunlich), porque ya han comenzado a llegar los turistas.

“La cantidad de turistas no será presión para que el INAH abra sus puertas. El valor fundamental es la vida y la salud tanto de los trabajadores como de los visitantes”.

En la elaboración del Plan también participó la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones, a cargo de Juan Manuel Garibay quien, dijo Prieto, realizó estudios sobre el aforo y la distribución de los visitantes en salas para que no haya acercamientos entre el público, además de que tomó en cuenta las experiencias de otros espacios, como el Louvre, en Francia, o el LACMA, en Estados Unidos.

“Para los museos como el de Antropología se ha considerado disminuir la cantidad de personas, no retirar piezas de las salas. Por ejemplo, se puede tener una sala de 400 metros cuadrados, pero las piezas ocupan 250 y sólo quedan 150 como espacio para el desplazamiento de los visitantes; en ese caso tendremos que tomar en cuenta el espacio de circulación”.

El Plan también se hizo de manera conjunta con las agrupaciones sindicales, como el sector INAH del Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores de la Secretaría de Cultura (SNDTSC) o el Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia (SNPICD). Ambos avalaron el documento.

“La revisión del protocolo para posibles cambios será semanal y se hará con representantes de la Dirección General del INAH y con representantes de los sindicatos. Lo estipulado en el plan se seguirá mientras no se requiera alguna modificación”, explicó Gustavo Ramírez, integrante del SNPICD.

Por su parte, Carlos Hernández, del SNDTSC, explicó que en la última reunión con Diego Prieto (el viernes pasado), “el director del INAH reconoció que el documento estaba sujeto para puntualizarse. Nos interesa que tengamos los equipos de protección (cubrebocas, gel antibacterial), que se surta en los centros de trabajos cuando haya una reapertura, algo que en la primera y segunda fase fue difícil garantizar, pero ahora ya se nos aseguró”.

Limpieza constante

Para poder ingresar a los espacios del INAH, a las personas se les tomarán la temperatura, además, al final de cada jornada habrá una sanitización.

“Todas las medidas significarán un gasto extraordinario que tendremos que sufragar. Calculamos que serían 300 mil pesos para insumos y materiales, porque compañeros de la ENCRyM y Coordinación de Conservación ya han habilitado procesos para hacer alcohol en gel, que podremos repetir para este momento. Ya le pedí a María del Carmen Castro, titular de la Coordinación de Conservación, que analice cuáles son las medidas de sanitización para una sala de museo, de manera que apliquemos material que no afecte la estabilidad de los bienes culturales”, indicó Prieto.

Zonas de la península de Yucatán, a la espera

INAH: “Turismo no nos presionará para abrir museos y zonas arqueológicas”
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Tulum recibió un millón 996 mil 544 visitantes en 2019. Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL

Al igual que las zonas arqueológicas del resto del país, las ubicadas en la península de Yucatán no han reabierto al público, toda vez que ni el gobierno federal ni los estatales la consideran actividad esencial en la “nueva normalidad”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, los delegados del INAH en Quintana Roo y Campeche, Margarito Molina y Adriana Velázquez Morlet, respectivamente, coincidieron en que se prevé que las zonas arqueológicas sean de las últimas en reanudar operaciones totalmente, por la complejidad para mantener sana distancia, sobre todo en sitios altamente visitados como Chichén Itzá, en Yucatán o Tulum, en Quintana Roo.

Margarito Molina señaló que la reapertura podría ocurrir cuando el semáforo epidemiológico marque color amarillo.

Velázquez Morlet comentó: “Es complicado hablar de abrir ahora. Creo que seremos de los últimos. Imagínese Chichén o Tulum, con la cantidad de gente que les visita”. Tan sólo Quintana Roo cuenta con 12 zonas arqueológicas: Cobá, Dzibanché, El Meco, El Rey, Kohunlich, Muyil, Oxtankah, San Gervasio, Tulum, Xcaret, Xel-Há y Chacchoben. En total recibieron en 2019 a 3 millones 193 mil 904 visitantes, 6% menos que en 2018. El año pasado Tulum recibió a un millón 996 mil 54.

En Yucatán hay 16 zonas arqueológicas, siendo Chichén Itzá y Uxmal las más visitadas, además de Uxmal, Ek Bamal, Dzibilchaltun y Kabah, entre otras.

Adriana Varillas/ Corresponsal de El Universal

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