“He hecho todo lo que he querido”, afirma feliz y modesto el escritor, dramaturgo, articulista y académico de la lengua, quien acaba de cumplir 80 años y lo hace activo y creando. “De mi vida lo que más vale la pena destacar, para mí, es que yo nunca tuve que trabajar porque todas las cosas a las que me dediqué me atraían mucho, cosas que se reducen a tres: escribir, hacer teatro y la filosofía, y esas tres cosas me gustaban muchísimo. Y que encima me pagaran por hacer eso, ¡bueno, ya es realmente puro regalo tras regalo!”

Hiriart es el Homo Ludens, así lo define Adolfo Castañón, su compañero de la Academia Mexicana de la Lengua; y es también un autor de escritura “proteica, cambiante, multifacética”, dice de su literatura Vicente Quirarte, otro compañero académico de la lengua. Él, el autor de Galaor, novela por la que obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia en 1972, asegura que sólo es un escritor que disfruta lo que hace.

“Yo digo que no he hecho cosas muy buenas, así que uno diga: ¡pucha, qué bárbaro!; he hecho mi trabajito con gusto y con alegría, porque bueno, como decía don Artemio de Valle Arizpe, a mí me ha pasado lo que nos pasa a todos, ‘cuando estoy escribiendo algo siento que es buenísimo, pero cuando recién acabo ya tengo muchísimas dudas’. Incluso cuando termino y publico creo que no hice más que dar a la luz un bodrio o un semibodrio o una obra sin más, nada notable. Hay un momento en que uno cree que la obra es increíble, que cómo ha podido hacer eso, pero luego ya entra uno en razón y dice: ‘no es para tanto’”, asegura Hiriart en entrevista a propósito de los 80 años que acaba de cumplir y que celebra con una nueva obra de teatro bajo el brazo.

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Autor de siete novelas, unas 20 obras de teatro, ocho libros de ensayo, tres libros para niños y siete guiones y adaptaciones cinematográficas, entre las que destacan Novia que te vea, Sucesos distantes y Huérfanos, dirigidas por su esposa, la cineasta Guita Schyfter, con quien lleva más de 50 años de matrimonio, Hugo Hiriart es un escritor poliédrico.

“Hugo Hiriart es una autor que no podemos encasillar en un sólo término, yo creo que a sus 80 años es el más joven de nuestros escritores, un hombre de letras integral, un hombre que lo mismo ha explorado el cuento, que la novela, que el guión cinematográfico y el ensayo con una gran agudeza. Su último libro donde habla de la existencia de Dios, es un libro de una actualidad apabullante. Hugo Hiriart es cada día más claro, sin embargo es fiel a una idea del filósofo español José Ortega y Gasset cuando dice que la claridad es la cortesía del filósofo. Yo creo que Hugo Hiriart cada vez es más claro porque cada día es más consciente de lo que quiere y de lo que busca, y eso es envidiable en un autor”, asegura Vicente Quirarte.

Un Homo Ludens

Reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2009, con la Medalla Bellas Artes en 2017 y el Premio Mazatlán de Literatura en 2011 por su libro El arte de perdurar, Hugo Hiriart cumplirá, el próximo 8 de mayo, 10 años de haber ingresado a la Academia Mexicana de la Lengua como miembro de número.

Adolfo Castañón, compañero de la Academia, asegura que Hugo Hiriart es muchas cosas, “un novelista, un hombre de teatro, un fabulador, un filósofo, un hombre preocupado por la religión, por el arte de vivir, por la política y ha jugado con estas proezas en el tablero de la existencia”.

Castañón celebra en el creador emérito del Sistema Nacional de Creadores —que durante cuatro años trabajó en el consulado de Nueva York— su maestría y destreza ante la vida. “Creo que lo que hilvana todas estas distintas representaciones, avatares, máscaras, identidades y personas teatrales que congrega Hugo Hiriart es la voluntad o la capacidad, por así decirlo, del juego. Hugo Hiriart es un Homo Ludens, como diría el holandés Johan Huizinga ‘el hombre no sólo es un ser racional sino también tiene una dimensión lúdica’, en ese sentido Hugo Hiriart sería un apostador, un jugador, un equilibrista y también un traductor, un hombre de familia y un hombre tocado por un tema que parecería muy distinto, la religión”.

Precisamente, el escritor que el año pasado publicó Lo diferente. Iniciación en la mística, un libro que es al tiempo su planteamiento y su relación ante la fe y ante Dios, concibe la gloria en los escenarios. “Yo he disfrutado mucho el teatro. El que prueba el escenario teatral ya no se puede zafar, el teatro es muy divertido, muy interesante. Yo he escrito unas ocho o nueve novelas, pero he escrito y montado 20 obras de teatro. Es natural, una novela es una labor tardada, solitaria, no hay nadie, uno está completamente solo; en cambio el teatro es social, hay muchos trabajando, se hacen equipos, es una manera de vivir durante un tiempo, a veces largo”, asegura Hiriart.

Por eso tiene tanta fe puesta en la comedia que acaba de terminar y que está leyendo una de sus amigas, “es una comedia chistosa y rara; me estoy animando a montarla a fines de este año o principios del año que entra, voy a pedir el presupuesto y voy a decirle a la Universidad (UACM) que me aparte uno de los teatros”, dice entusiasmado.

La obra de teatro que acaba de terminar aún no tiene título, pero es una comedia cargada de humor. El humor es algo que celebran en el escritor, dramaturgo y director teatral, filósofo y narrador. “Hugo Hiriart es un consejero y un sabio a pesar de si mismo, es un filósofo, pero cualquier palabra sobra. Uno puede decirle filósofo, sabio duende, sin embargo las palabras que más se reiteran en los testimonios son: alegría y juventud; eso define la personalidad de Hugo Hiriart, la constante alegría, la constante necesidad de regresar a ese país llamado infancia y que él disfruta enormemente porque nunca deja de jugar y al mismo tiempo nos invita a jugar el más serio de los juegos en su escritos”, afirma Vicente Quirarte.

Quizás por eso su meta de llevar a escena la comedia que acaba de terminar y que casi considera su propuesta final.

“Esa obra de teatro es lo último que he hecho, no sé si pueda hacer algo más, puede ser que pueda, pero sería casi casi producto de un milagro, ¿por qué un milagro? porque ya estoy viejo, ya he hecho muchas cosas”, afirma el escritor que asegura que esta comedia es una obra para varios actores y muy divertida.

Cuenta que la obra de teatro que más trabajo le costó y la que más ha estado en el gusto del público es Minotastasio y su familia, una obra que es para títeres y actores, “la ensayamos durante un año y a todos los ensayos fue Alejandro Luna, que es el que hizo la escenografía, y en la que también participó su mujer”, dice Hiriart, quien recuerda que hace un par de días, durante una de las celebraciones por su cumpleaños, estuvo el gran escenógrafo Alejandro Luna.

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“Me dio tanto gusto verlo, yo quiero muchísimo a Luna. Luna era el único que se dedicaba al teatro en México que podríamos decir que era genial, ¡qué bárbaro, qué talento! Lo sabía todo, era un diseñador portentoso. Ya también está grande, me dio gusto verlo y recordar cosas”, dice Hugo Hiriart, quien en este ejercicio de memoria por sus 80 años de paso recuerda a su abuelo materno, aquel que fue revolucionario y periodista.

“Me acuerdo muy bien de mis abuelos, uno de ellos era periodista, Mariano Diez de Urdanivia y Bello, era director de La Prensa, ‘El periódico que dice lo que otros callan’. Él tenía un grado militar respetable, peleó en la Revolución Mexicana, era como el señor Carranza, un militar antimilitarista, fue herido en una batalla en Puebla y lo trasladaron a Veracruz, ahí conoció a mi abuela, que era una niña bellísima. Vivieron juntos toda la vida. Yo mismo llevo 50 años viviendo con una mujer, y estoy muy bien. Ya no me acuerdo cómo era el mundo antes de ella, tampoco sé cómo hemos trabajado juntos, ya se me revuelve todo”, dice sonriente.

En los últimos años, Hugo Hiriart, el autor de Cuadernos de Gofa, La destrucción de todas las cosas, El agua grande, El actor se prepara, El águila y el gusano, y Capitán Nemo. Una introducción a la política se mantiene muy activo y feliz como profesor e investigador en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, donde enseña Literatura e Introducción al teatro; una universidad que él califica de “proletaria” y en la que busca compartir algo de lo que ha hecho y desde donde guía a muchachas y muchachos que carecen de muchas cosas.

“Realmente me siento muy contento de dar clases; fue una buena decisión la mía de meterme a dar clases a esta universidad, clases de literatura y también de expresión teatral. Me gusta todavía servir para algo, cuando menos tener la impresión de que sirvo. Yo soy muy consciente de que es una gran cosa que pueda hacer eso a la edad que tengo porque ya en otros lugares no lo podría hacer porque ya estoy grande”, señala el escritor que fue director y productor del teatro Santa Catarina.

“Seguiré dando clases, lo estoy haciendo y lo seguiré haciendo hasta que buenamente no pueda ya, hasta que no sepa ni cómo me llamo. Cuando ocurra eso, cuando llegue ese momento, me voy a mi casa”, afirma Hiriart.

¿Perder la memoria es uno de sus grandes miedos?, se le pregunta al escritor que realizó estudios de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde fue alumno de personalidades como José Gaos, Luis Villoro, José M. Gallegos Rocafull, Fernando Salmerón, Ramón Xirau y Alejandro Rossi.

“Pues sí, y no creas que soy como cuando tenía 20 años o 25 años, que recordaba todo; pero a mis 80 años todavía no estoy hecho papilla, todavía me defiendo, todavía escribo cosas, todavía doy pláticas”.

Felizmente discreto, Hugo Hiriart dice que ha leído a los muchos que celebraron sus 80 años de vida y celebraron su obra. “Me siento agradecido pero nunca he buscado estas cosas; para mí son muy extrañas, yo he vivido siempre ajeno a la fama, no me gusta la luz directa”.