La lucha sindical del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura no sólo sigue, escala. Ayer, la unión de sindicatos y trabajadores de la dependencia acudió a una reunión con las autoridades del INBAL en el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje. El encuentro, dicen los sindicalizados, fue tenso. Hubo acusaciones de un lado y del otro, especialmente por un tema: la herencia de plazas. Para la autoridad, se trata de nepotismo. Para los trabajadores, no. El tema no es nuevo. Desde enero de enero de 2019, Lucina Jiménez declaró que consideraba que las plazas de fallecidos y jubilados debían ponerse a concurso. Y pues siguen atorados en el punto. Los trabajadores advierten que están dispuestos a llegar a todas las instancias para defender este acuerdo que tiene por lo menos 40 años, dicen que incluso irían a la Suprema Corte de Justicia de ser necesario. El argumento de la autoridad es que la herencia propiciaría, por ejemplo, que alguien sin el perfil ocupe plazas de especialización como la museografía. Los trabajadores no se mueven un centímetro al asegurar que se trata de un derecho y que no claudicarán en su defensa. Nos cuentan que ya preparan más acciones y movilizaciones. La papa ya no está caliente, empieza a quemarse.
Matos Moctezuma y López Luján alzan la voz contra el INAH
El sábado pasado le dimos a conocer en estas páginas las críticas a los cambios que hizo el INAH a los Lineamientos para la Investigación arqueológica en México, pues se hicieron sin consultar a la comunidad. El rechazo contra esas nuevas normativas no ha parado, al contrario, se han sumado otras voces, como las del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, quien dijo: “Hay sobradas razones para protestar en contra de los nuevos lineamientos”. También la del arqueólogo Leonardo López Luján, que ayer escribió en Twitter: “En lugar de inventar nuevas trabas burocráticas que obstaculicen la investigación y la conservación del patrimonio arqueológico, deberían incrementar los muy magros recursos materiales, humanos y financieros destinados a esta disciplina científica”. ¿El INAH tomará en cuenta esas críticas o las dejará pasar?