Medellín.- (Ciudad de México, 1974) presenta en Colombia este 2024 dos muestras que coinciden en un ejercicio que identifica su trabajo: crear obras in situ. Ambos proyectos, “Desminar”, para Fragmentos en Bogotá, y “Ofrenda”, para el Museo de Arte Moderno de Medellín, fueron desarrollados tomando en cuenta las memorias de los lugares, de ahí que sostienen diálogos con asuntos torales locales, como la violencia y la relación con el agua. En los dos casos el efecto de reverberación o de espejo hacia México es evidente para Tania Candiani.

La artista mexicana, que este año también presentó “Pista de baile” en el Museo Kaluz, y que prepara, entre otros proyectos, una obra para la primera de Abu Dabi, que se realizará en noviembre, así como una nueva colaboración para Arts at CERN, en Ginebra, para 2025, cuenta en entrevista los detalles de las exposiciones que coinciden en Colombia.

“Tengo una relación de amor con Colombia profunda. La primera vez que fui fue por invitación de José Roca, al programa de residencias de Flora; estuve casi un mes y al pasar tiempo cerca del río Magdalena me conecté más con el ser mío que piensa en los ríos y en los cuerpos de agua”, explica la artista.

Lee también:

Foto: Yaretzy M. Osnaya | El Universal
Foto: Yaretzy M. Osnaya | El Universal

Derivado de esa residencia, y en torno de los ríos de México, Candiani creó en 2018 la instalación sonora “Ríos antiguos, ríos entubados, ríos muertos” (Ancient rivers, piped rivers, dead rivers). Uno de sus pensamientos sobre el tema es que “tenemos una terrible relación en este país con los ríos, particularmente en la Ciudad de México, que se remonta a ese gesto violento, colonial, de desecar la ciudad. Esa atrocidad se sigue cometiendo contra los cuerpos de agua sin ningún remordimiento”.

“El río Magdalena fue un quiebre”, reconoce la artista que ha seguido realizando obras alusivas al agua, por ejemplo, “Possessing Nature”, para la Bienal de Venecia, de 2015, en colaboración con Luis Felipe Ortega, que tenía que ver con la historia de la desecación lacustre en la cuenca del Valle de México.

Regresar a Colombia

Creado en 2017 y ubicado en Bogotá, Fragmentos Espacio de Arte y Memoria es un recinto y obra de arte viva concebido por la artista colombiana Doris Salcedo como contramonumento y lugar de reflexión sobre el conflicto armado en Colombia. En la construcción, cuyo piso se elaboró con las armas fundidas de las FARC-EP, participaron mujeres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado.

Doris Salcedo y el equipo de Fragmentos han invitado a algunos artistas a participar con obras que dialogan con Fragmentos. Tania Candiani fue invitada por la curadora Gabriela Rangel y así nació la propuesta “Desminar”, que consta de un aparato llamado desminador, que lee el piso de Fragmentos y elabora una composición sonora en tiempo real; así, la obra construye una experiencia sobre los significados del lugar y es diferente siempre para cada espectador.

“Pensé en que la pieza tenía que dialogar con la obra de Doris Salcedo, pensé en un aparato que fuera leyendo o mapeando ese piso, en el entendido de que ese piso puede ser visto como territorio. La acción de desminar un territorio es como ir quitando las bombas y las minas, es ir limpiando de muerte un lugar tras el paso de la guerra. Cuando se siembran las minas no sólo es una violencia callada, guardada, latente contra los humanos sino contra el territorio mismo, contra la tierra”.

Para la pieza, Candiani trabajó con el colectivo mexicano Interspecifics, que se encargó del desarrollo de la tecnología. “Utilizamos un algoritmo de inteligencia artificial especialmente desarrollado para esta pieza; cuando uno pasa el desminador sobre el piso, el algoritmo va reconociendo el territorio y lo traduce a sonido. El tipo de sonoridad alude a lo subterráneo, al luto, al réquiem, a esta vibración que hay bajo la tierra, como de tumba. La máquina aísla, enmarca y cataloga cada porción del suelo, y cada vez que regresa a un área ya escaneada, su comprensión se agudiza y reconoce nuevos detalles”.

La pieza se probó en México, en la Plaza de las Tres Culturas. Sobre este proceso, Tania Candiani relata: “Resultó en diálogo con Tlatelolco, un lugar que no sólo tiene una historia de violencia moderna, la de la matanza de estudiantes del 68, sino también una violencia colonial, ahí hay una iglesia colonial construida con las mismas piedras de la pirámide destruida, entonces son esas capas casi geológicas, capas de abuso y de violencia. En la Plaza de las Tres Culturas, utilizamos el detector sobre esas tres superficies y esas grabaciones se convirtieron en el elemento que refiere al archivo vivo en ¨Desminar¨. En el montaje en Bogotá hay activaciones de la pieza cada media hora, pero cuando no hay activaciones en tiempo real se dispara el archivo de Tlatelolco, y lo que escuchamos y vemos es el piso de Tlatelolco siendo reprocesado”.

Lee también:

Prólogo, dentro de Ofrenda, en el MAMM, con campanas de mimbre con paisajes sonoros. Foto: Sonia Sierra
Prólogo, dentro de Ofrenda, en el MAMM, con campanas de mimbre con paisajes sonoros. Foto: Sonia Sierra

Es la relación entre tecnologías y memoria que has propuesto en otras obras.

Es una recuperación constante de tecnologías que no son obsoletas, desde mi punto de vista, sino que deben permanecer vivas, como la memoria. Fue sumamente conmovedor, porque no había manera de saber cómo se iba a ver, a escuchar, y qué íbamos a sentir. Interspecifics envió a uno de sus miembros a hacer el montaje, y yo llegué cuando estaba ya funcionando. Cuando entré a Fragmentos y empecé a escuchar tuve una sensación profundamente sobrecogedora. Cuando Doris Salcedo activó el desminador, que fue leyendo el mismo piso que ella hizo, pudo escuchar y percibir su pieza de otra manera que no existía antes. Fue una traducción, una aproximación al trabajo suyo. La gente se ha sentido sobrecogida porque es una pieza sensible. Si de por sí el piso de Fragmentos es doloroso en su silencio, cuando tiene voz adquiere otra naturaleza. No digo que sea más, solamente que adquiere otra naturaleza, a la manera de una escucha profunda. Es sumamente corporal.

Hablemos de la exposición en el Museo de Arte Moderno de Medellín, ¿cómo se da ese proceso?

Emiliano Valdés (curador del MAMM) estuvo en México, para mi exposición “Como el trazo, su sonido”, en el MUAC, y vio la videoinstalación “Preludio cuántico”, que tiene que ver con encontrar vínculos entre el pensamiento científico y los conocimientos de tecnologías ancestrales, y me propuso hacer en el MAMM una exposición que tuviera esos temas de los que habla “Preludio cuántico”.

Viajé a Medellín apenas a principios de este año; fue súper intenso y precioso por el reto gigante de entender el lugar en tan poco tiempo; me interesaban mucho los silleteros, la geografía geológica de la ciudad y el río que la cruza. Cuando bajaba del aeropuerto, vi los Cerros Tutelares (El Salvador, El Volador, La Asomadera, Pan de Azúcar, Nutibara, Picacho y Santo Domingo), que tienen ese nombre tan precioso de Tutelares, y los vi como dos brazos; la ciudad abrazada por estas montañas. Esa sensación se quedó en mí, y fue la primera pieza que tuve clara: quería replicar la sensación del abrazo de la montaña alrededor de la ciudad, y ¿qué hay en medio de la ciudad? el río. Iba a crear una pieza para sitio específico, pero acabamos haciendo cuatro piezas para sitio específico. En un viaje en el Metro Cable de Medellín hasta un parque, Arvi, me encontré con una choza que es la reconstrucción de las primeras viviendas, con muros hechos con una técnica ancestral de tierra pisada, la tapia, que habla también de capas geológicas; entonces utilizamos tapia para replicar este abrazo de los cerros Tutelares de la ciudad. En medio está un arpa que tiene la forma que lleva el río en su cruce por la ciudad, es el pedazo de río que cruza por la mancha urbana de Medellín. Entonces la obra es una manera de darle voz al río, de escucharlo, de poderse acercar a él de otra manera.

Otra de las piezas es “Prólogo”, una serie de campanas de mimbre, dispuestas al inicio de la exposición que funcionan como un prólogo para pedirle a la gente ese tiempo de escucha. El público puede situarse debajo de estas campanas, y escuchar una serie de paisajes sonoros que fueron grabados en las mismas montañas, que luego están representadas en la escultura de tapia, que se llama “Tornarse montaña”. Trabajé con artesanos tejedores de mimbre, o ratán, como le dicen allá; y el arpa la hizo Andrés Giraldo, un laudero de Medellín, en colaboración con Carlos Chinchillas, laudero mexicano.

¿Qué desafíos supone y que investigación haces para estas piezas de sitio específico?

Hay cosas mágicas que pasan en sitio con las obras y con la materialidad de las cosas, son las que me hacen estar siempre entusiasmada, por eso disfruto tanto del hacer piezas para sitio específico, porque tienen ese elemento de la sorpresa. Yo soy súper curiosa. Tengo una pasión por conocer, ver y apreciar muy profunda. Primero hay una investigación a la distancia para entender, no los básicos históricos, sino una investigación casi serendípica. Voy buscando historias que no son visibles, cosas que no se ven tanto a primera vista; es más bien poner oído atento. Ese es un momento delicioso para mí, es como la mitad del proceso de una pieza para sitio específico, y junto con eso viene con quién lo quiero hacer, qué materialidad va a tener; la misma investigación sugiere la materialización. No le veo sentido a hacer una pieza con un material que no tenga que ver con el lugar; por supuesto, hay una búsqueda de artesanos o especialistas para armar estos equipos de trabajo hermosos donde entra la mirada del otro que va a enriquecer el proceso.

Otra de las obras in situ es D esminar, para Fragmentos, un espacio concebido por Doris Salcedo, en Bogotá. Foto: http://fragmentos.gov.co/desde-el-arte/
Otra de las obras in situ es D esminar, para Fragmentos, un espacio concebido por Doris Salcedo, en Bogotá. Foto: http://fragmentos.gov.co/desde-el-arte/

Trabajaste con los ríos de Colombia y con la violencia, ¿qué vinculas con México?

Existe siempre una reverberación en mi ser. Siempre hay una proyección hacia las cosas que son cercanas a mí, es casi como las ondas físicas de sonido. Y son conversaciones, que no nada más son geográficas, sino también temporales, son conversaciones entre sucesos del pasado y sucesos del ahora, así como proyecciones de futuros posibles. En ese sentido es un ejercicio de ida y vuelta.

Te interesa también cómo formular una conversación sobre la problemática ambiental…

Me interesa muchísimo cómo hacer estas conversaciones y diálogos de entendimiento con seres no humanos, con sensaciones y modos de sentir de distintas especies de animales, y cómo ellos sienten el paisaje. La cuestión es ¿cómo poder dejar de ser menos humano para entender al otro? Desaprender, y no quiere decir deshumanizarse. Es ¿cómo poder desprogramarnos para ser capaces de ver a los otros seres y entenderlos desde su otra naturaleza, desde una naturaleza que no es humana?

Este espejo entre los dos países, ¿qué te ha permitido reconocer?

Creo que hay una urgencia de entender, respetar y de reaprender las maneras en que nos relacionamos con los seres de agua, y de los conocimientos que decimos ancestrales, pero que en realidad son conocimientos locales, primigenios, tecnologías de cuidado que hemos desatendido o desoído.

Lee también:

Hay que amplificar esas voces, amplificar esos conocimientos para, a la vez que eso se amplifica, que sea audible, que vayamos entendiéndolo y corriendo la voz, sensibilizar... La tecnología está avanzando a ritmos inexplicablemente rápidos pero también hay una vuelta, entre niños y jóvenes, una conciencia de la naturaleza y del cuidado que no teníamos en mi niñez. No se conversaba eso en las escuelas. Los jóvenes son seres políticos y saben que tienen esa voz, y la tecnología tiene que ver con eso, con esta voz que puede llegar a todos lados, es un amplificador.

Tu obra apunta también a cuestionar quién hace ciencia y tecnología, y quién es dueño de la ciencia.

Tiene que ver con la generosidad del conocimiento y de los portadores del saber. He tenido la suerte de trabajar con gente que ha sido sumamente generosa en sus prácticas y en su conocimiento, y que los comparten y hacen accesibles. Para mí es muy importante en mi trabajo que la información sea accesible, que pueda ser leída desde muchos lugares, no importa qué bagaje intelectual o cercanía tengas, que siempre haya una invitación para que puedas asomarte, entender y ser partícipe del conocimiento. Vivimos en una época donde ha florecido un creciente interés por recuperar saberes que han estado ahí, pero hay cosas que se han perdido, como muchas lenguas, porque desaparecieron los últimos hablantes de esas lenguas, y eso es casi como la desaparición de una especie.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios