partió de su propia confrontación con las crisis de pánico que padeció durante su adolescencia —un menor, pero alucinante— para indagar en un tema que la había intrigado durante toda la vida: la relación entre creación y locura.

Hace cuatro años se adentró de tal modo en la lectura de biografías de escritores y artistas que han sido tachados de “locos”, leyó tanto sobre neurociencias y psicología, y diseccionó de tal modo su cabeza que logró un libro muy único que tituló "El peligro de estar cuerda", que tiene ficción, pero no es novela; que tiene ensayo, pero no es científico, y que tiene biografía y autobiografía, pero no es una historia de vidas.

“Es un libro que tiene parte de biografía muy particular, muy poco habitual, parte de biografía de otros autores y de otros artistas, parte de ensayo también muy poco definible, y parte de ficción”, asegura Montero en entrevista desde España, donde este libro publicado por Seix Barral, se colocó pronto en las listas de los libros más vendidos.

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La autora que define "El peligro de estar cuerda" como “una especie de artefacto muy poco clasificable”, que son libros en un cruce de caminos de distintos géneros como lo había hecho antes en La loca de la casa y La ridícula idea de no volver a verte, asegura que, en realidad, más que acercarse a su vida y a la de sus padres, lo que hizo fue conocer mejor su cabeza.

“La parte autobiográfica es una especie de disección de mi cabeza; porque no es un libro testimonial en absoluto; en el libro lo que yo intento es ver cómo es el mecanismo que conduce a la creación, cómo funcionan las cabezas, a qué le llamamos trastorno mental, dónde está el límite entre la cordura y la oscura, que son preguntas que me han perseguido durante toda mi vida”, señala la y periodista española.

Rosa Montero (Madrid, 1951), asegura que para responder esas preguntas recurrió a tres cosas: a los expertos, “he leído mucha neurociencia, psiquiatras, psicólogos, expertos en adicciones”; a las biografías de creadores, “he buscado en la literatura de otros autores y también en las biografías de otros artistas, no solamente escritores, pero sobre todo escritores”; y al autoanálisis, “he estudiado mi propia cabeza, pero no desde un punto de vista testimonial sino como el entomólogo estudia un escarabajo. He sido mi propio escarabajo”.

Su búsqueda tenía que ver con cómo funciona su cabeza, pero poniendo siempre eso en contraste, en confirmación con las mismas maneras de moverse de las cabezas de otras personas. “Lo que he conseguido realmente es responderme esas preguntas que me venían dando vueltas y que yo empezaba a responder, porque han sido preguntas en construcción durante toda mi vida, y que ya he tocado esos temas, por ejemplo en mis otros artefactos literarios: en La loca de la casa y en La ridícula idea de no volver a verte; incluso en mis otras novelas hay muchos personajes que tienen trastornos mentales, porque es un tema que me interesa mucho”, afirma la también autora de Crónica del desamor.

En esa exploración y análisis de la relación entre creación y locura ha llegado con este libro a contestarse esas preguntas de una manera suficiente para ella, un libro que le costó varios años de su vida, y al menos cuatro muy intensos de lecturas, relecturas, organización, planeación, depuración y escritura.

“La ridícula idea… la escribí de manera más consciente, pero éste no, este lo escribí igual que una novela, casi de forma inconsciente. Un día hace cuatro años dije: ‘Tengo que escribir un libro sobre creación y locura’. A partir de ahí empecé a leer mucha neurociencia, libros de otros, tomé tantas notas que pasado un tiempo tenía cuatro cuadernos enormes por los dos lados, y luego un montón de cartulinas con notas, tenía más de 70 temas que quería tratar y llegó un punto en el que pensé que no iba a ser capaz, que me iba a perder en todo ese bosque de datos”, señala.

Era tal cantidad de datos, de referencias, de frases y de temas, que a Rosa Montero le entró un vértigo y un desaliento total; pero llegó un momento en el que casi de forma inconsciente se lanzó a caminar dentro de ese bosque de datos, dejándose llevar en él como si fuera una novela, “por eso creo que es como un texto detectivesco; es que yo estaba buscando la solución de esos misterios. Al final supe que el asesino era el mayordomo”, apunta con una carcajada.

La escritora tiene la sensación de que este es el libro de su vida, justamente porque trata de algo que ha estado pensando a lo largo de los años y que ha estado desarrollando y tejiendo mentalmente, reflexionando mucho, “era un pensamiento en construcción desde que era pequeña, en efecto desde pequeña me he sentido con una cabeza paralela, más aun cuando a los 16 años tuve mi primera crisis de pánico, a los 16, a los 21 y a los 29 y terminando como a los 30; era una necesidad de entender qué me pasaba en la cabeza, qué sucede en las cabezas cuando tienes un trastorno mental”.}

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Con esa idea como regida por la necesidad casi de supervivencia, Rosa Montero llegó a "El peligro de estar cuerda", un libro que se mueve entre el ensayo y la ficción, un texto único y mestizo e inclasificable; un artefacto literario potente y singular que defiende a ultranza el valor de ser diferente y alimenta la chispa creativa. “Hay algunos que somos más raros que otros, pero aun entre los raros hay un montón de raros parecidos, entonces lo que hay que hacer en la vida es encontrar cada uno nuestra propia manada de raros”.

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