La voluntad que guía los textos que Daniel Goldin reunió en “Los días y los libros” (Océano Travesía, 2023), es motivar la conversación, íntima y pública, sobre la lectura, el libro, la formación de lectores, la infancia y la literatura, en tiempos en que la discusión sobre la lectura está más polarizada y se ha fetichizado la idea del libro, “el gran problema es que hay mucho ruido y una polarización extrema, pero no hay una voluntad de armar un diálogo constructivo”, señala el editor, ensayista y exdirector de la Biblioteca Vasconcelos.
La propuesta de esta nueva edición corregida, que se reedita 17 años después de que se publicaran las siete conferencias que se reúnen en este libro, que lleva como subtítulo “Divagaciones en torno a la hospitalidad de la lectura”, es alentar el diálogo y la conversación con el fin de atender los problemas en torno a la formación de lectores y el fomento a la lectura, y del trabajo con el libro y la literatura.
“Intento esclarecer las preguntas, intento desmontar los mitos, hay una cierta visión escéptica acerca de los libros, incluso en mi propio texto sobre mi autobiografía lectora, pero al mismo tiempo hay un reconocimiento de que los libros sí nos pueden ayudar a vivir mejor, a traer aire, a escapar de circunstancias muy espantosas, a traer nuevas ideas, a vivir en situaciones complejas y oprimentes, pero con mayor libertad”, afirma Goldin.
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El también autor de “Bibliotecas y escuelas” en coautoría con Elisa Bonilla y Ramón Salaberria, asegura que hay una discusión muy exacerbada, muy poco constructiva y con muy poca escuchada. “Por ejemplo, se discute mucho el contenido de los libros de texto y el crecimiento o decrecimiento de las bibliotecas, pero nadie se ha detenido a pensar ¿qué ha pasado con los libros en las aulas?, ¿qué pasa en las bibliotecas? o ¿qué quiere decir ser lector? Tiendo a pensar que básicamente hay una suerte de fetichización del libro y un endiosamiento de los lectores, como si el libro en sí mismo fuese un valor”.
Daniel Goldin, como Gabriel Zaid, piensa que los libros vienen de la conversación y que la actividad civilizatoria por excelencia es la conversación, “la conversación supone una escucha, supone la observación del entorno, de lo contingente, creo que toda lectura es contingente y un buen lector es alguien que sabe animar su lectura de lo contingente, del entorno de la realidad o del porvenir, alimentándose del pensamiento, de las ideas, de los hallazgos de otras personas”.
En el libro “Los días y los libros”, se reúnen textos que Daniel Goldin escribió para conferencias en ferias de libros, encuentros de animadores a la lectura, fundaciones para la lectura y bibliotecas; entre los materiales destacan: “La paternidad y los libros”, “La invención del niño. Digresiones en torno a la historia de la literatura infantil y la historia de la infancia”, “Extranjeros en el mundo: multiculturalismo, diversidad y formación de lectores” y “La inevitable debilidad radical del lenguaje. Reflexiones sobre la formación de lectores y la formación de ciudadanos”.
“Estos textos me siguen diciendo cosas porque fueron pensadas para un público, para responder a inquietudes que siguen presentes, relacionadas básicamente con la formación de lectores, la identificación entre formación de lectores y ciudadanos, la idea de que el acercamiento de los niños a la literatura va a incrementar sus posibilidades de desarrollo como personas, como ciudadanos que puedan vivir plenamente los desafíos de este siglo, eran preguntas que todavía creo que en buena medida son pertinentes y es pertinente todavía también una suerte de cantinela que ha acompañado las últimas décadas, quizás muchos más, la idea de que están desapareciendo los lectores, de que el libro ya no tiene futuro”, afirma Goldin.
El ensayista que ha dedicado más de cuatro décadas a la edición de libros, especialmente para niños y jóvenes asegura que los temas relacionados con el libro y la lectura no han cambiado mucho en México, y que en el fondo este libro tiene como meta invitar a los lectores a pensar y a leer el entorno y a buscar sus propias soluciones que siempre van a ser precarias.
“El cambio no es que haya menos lectores y menos libros, el cambio tiene que ver con el haber trasladado la palabra escrita del paradigma de la conversación a un paradigma cada vez más vinculado con el monólogo, con el soliloquio, con una suerte de disolución de lo que es la verdad y la discusión sustentada. Eso es lo preocupante, y en ese sentido el libro es una invitación a decir: ‘señores, parémosle un poquito a la novedad, a las respuestas contundentes que duran 20 segundos y retomemos las preguntas’”, dice Daniel Goldin.
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A través de este libro, el fundador de la asociación civil Jardín Lac, quien en 2019 recibió el Premio Nacional Juan Pablos al Mérito Editorial, que otorga la Caniem, asegura que lo más notable de este libro es que puede volver a traer a la discusión pública a autores como Roger Chartier, Emilia Ferreiro, Armando Petrucci, Iván Illich, que son autores fundamentales que aún no han sido superados.
“Estos autores nos permiten ver nuestro presente con una distancia más crítica y acentuar esta idea, que es fundamental, de que la labor de un intelectual es meterle un poquito de freno a la velocidad, a pensar más lento, a pensar en el otro y pensar por sí mismo, ese es el gran legado de la ilustración de la que yo me siento partícipe”, dice Goldin quien participó en el comité que formuló la Encuesta Nacional de Lectura, y estuvo activo en las tres que se hicieron.
“Yo sí soy un partidario de que haya investigación alrededor de la lectura, coordiné el libro que salió con los análisis de la Encuesta Nacional de Lectura, esos datos ya se perdieron, no se le hizo un seguimiento, no se tienen datos para hacer una discusión de políticas públicas; pero por el otro lado yo también valoro mucho la experiencia subjetiva, cada persona es lector de una manera diferente”, concluye el autor..
melc