En diciembre de 1999 la bailarina Agustina Galizzi vino a México a probar suerte en la Compañía Nacional de Danza , en su audición, recuerda Cuauhtémoc Nájera, director de la agrupación, fue la única que obtuvo una calificación perfecta. Semanas después se instaló en el país con la idea de que podría estar un año. Veintidós años después, la artista se retira "antes de alcanzar la decadencia".
La pandemia, dice Galizzi , originaria de Argentina, de 40 años de edad, hija de dos figuras del ballet en Argentina, Cecilia Mengelle y Mario Galizzi, obligó a una pausa de los escenarios. En medio de la angustia, reflexionó sobre su carrera. "Llevaba tiempo pensándolo, pero con todo lo que nos pasó, me puse a pensarlo seriamente", dice.
En octubre pasado informó a sus compañeros y maestros que el último ballet que desea bailar es "Esquina bajan", de Nellie Happee. Su despedida, si la crisis sanitaria lo permite, será a finales de abril en el Palacio de Bellas Artes y el programa incluirá "Impermanente", de Yazmín Barragán , creada especialmente para Galizzi, quien fue nombrada primera bailarina en 2009.
Foto: Cortesía Paulo García
Leer también:
Mientras eso ocurre y tras el reinicio de actividades, Galizzi se ha presentado en foros como el Cenart, Bellas Artes e incluso en Alemania, en el Festival de Ludwigshafen. "He llorado todo este tiempo, en Alemania no podía parar de llorar, la gente me abrazaba y no quería, ha sido terrible. No me quiero ir con dramas, quiero que todos estemos alegres", dice.
En entrevista habal sobre su paso por México, el papel de una primera bailarina, la danza y la edad, y en cómo la CND necesita tener más presencial nacional.
¿Por qué dejas la compañía?
Hace años que lo vengo analizando. Una decisión así no se toma de un día para otro. Sin embargo, un detonante fue la pandemia. Nos quitó casi dos años de estar arriba de un escenario, extrañé un montón los escenarios, pero también me hizo darme cuenta de lo satisfecha que estoy con todo lo que he hecho y con la carrera que he tenido. Estoy triste, pero me estoy yendo de la manera que quiero, en el momento que quiero. Siempre pensé que no quería ser de esas bailarinas de las que el público dijera 'ya, por favor, que se retire'. Es un buen momento, sé que puedo seguir bailando algunas cosas, pero me quiero ir sin haber alcanzado la decadencia, quiero irme y que me extrañen. Además, quiero estabilidad, tranquilidad. También es cierto que mi cuerpo me lo venía pidiendo hace mucho tiempo. No es fácil aceptar que tu cuerpo no es el mismo que cuando tenías 20 años, que no tienes la misma energía. Con la pandemia mi cuerpo sintió alivio. La carrera de un bailarín es así, te vas muy joven y tienes que darles paso a las nuevas generaciones. Uno siente que está en la madurez total, puedes interpretar cualquier cosa, tienes la experiencia, pero es el cuerpo el que ya no te permite hacer lo mismo que antes. Yo lo he aceptado.
¿Cómo llegaste a México?
Llegué en el 2000. Vine en diciembre de 1999 para audicionar, a los pocos días me dijeron que me contrataba. Y llegué el 13 de enero de 2000, con dos maletitas. Pensé que iba a estar sólo un año, los contratos son anuales y yo no estaba segura en ese momento. La realidad es que yo nunca tuve el sueño de irme de mi país, yo estudié en una gran institución ( Instituto Superior de Arte del Teatro Colón ), quería estar con mi familia, pero vine a probar con la idea de que si no me gustaba, podía regresar. Lo que sucedió es que me sentí como en mi casa, no me dejaron ir y así se me fueron 22 años.
¿Bailaste todo lo que quisiste?
Todo. Nunca imaginé cosas. Yo tenía claro algunas cosas y lo conseguí. He bailado hasta lo que no quería. Todo el repertorio que tiene la compañía lo he bailado. He sido tan feliz con todo lo que me ha pasado, con la carrera que he tenido.
Foto: Cortesía Carlos Quezada
Tus padres se dedican al ballet. ¿Eso cómo influyó?
Mi mamá hizo toda su carrera en el Teatro Colón y mi papá bailó en Alemania siete años y luego regresó. Yo sabía que era una posibilidad irme de Argentina , pero no era mi meta. Sin embargo, sabía que para mí iba sería difícil estar en mi país con dos figuras de la danza, siempre se iba a pensar que yo podía conseguir cosas porque era hija de mis padres. De modo que sí pensé que todo eso fue un detonante para probar en México.
Llegaste a una compañía relativamente joven. Y la has visto transformarse.
Sí. Ha pasado de todo. Hemos pasado por muchas direcciones, con distintas visiones. Ha avanzado como puede y evoluciona como puede. Es una compañía con un repertorio tradicional y eso es muy importante. Ha tratado de innovarse y de probar cosas nuevas. He ido a miles de lugares gracias a la compañía y siempre me encuentro con alguien que conozco. He tenido la oportunidad de hacer viajes internacionales representado a la compañía y bailar a lado de gente como Marianela Núñez.
Estrené obras como Fierecilla domada, El triunfo de Afrodita y un montón de cosas más.
Hay mitos y realidades que envuelven al ballet, como el rigor autoritario, el peso, las luchas internas. ¿Qué tanto ha cambiado el mundo del ballet?
Hace 20 años se enseñaba de una manera muy distinta. Y sí, hay muchos mitos, pero sí hay muchas cosas que se asemejan a la realidad. Hoy las cosas son más amenas, pero falta mucho por hacer. En el mundo del ballet la comunicación tiene que mejorar, se tiene que tomar más en cuenta lo que el bailarín, como artista, puede ofrecer. No es lo mismo que te obliguen a hacer un papel de determinada manera, que darte libertad para llegar a tu lugar, a lo que tú puedes ofrecer. Antes tenías que viajar para ver otras compañías, otros bailarines, hoy puedes verlo en internet, tienes un montón de videos, un montón de información. Hoy tenemos más herramientas para llegar a tu lugar si te dejas guiar por tus maestros, por el coreógrafo, por tus compañeros. A veces la gente cree que viendo a tal o cual bailarín en YouTube puedes aprender alguna cosa, no es así. Son herramientas, el que te guía es tu maestro, por algo está delante tuyo.
Leer también:
Foto: Cortesía Paulo García
¿Crees que la compañía ha logrado su presencia nacional o se ha concentrado en la ciudad?
Hemos logrado acercarnos a un montón de público. Hace varios años que la compañía no sale tanto, no sé si es por cuestiones económicas o políticas o por muchos factores más. Me tocó viajar mucho, vi a mucha a gente agradecida, para nosotros era muy importante estar en todos los lugares posibles. En la pandemia he recibido mensajes de montones de gente porque en la plataforma de Contigo en la distancia se subieron ballets, me escribieron que me vieron bailar, que sus hijos se enamoraron del ballet, que nunca han ido a Bellas Artes o que no habían visto a la compañía. En este sentido, más allá de lo trágico de la pandemia, fue maravilloso que tantas personas nos vieran. Incluso gente de afuera me mandó mensajes diciéndome que no sabían que existía una compañía de nuestro nivel. ¡Sí existe, así somos! Eso ha sido increíble, ojalá continúen con la plataforma.
Y 13 años después, ¿para ti qué es una primera bailarina?
Siempre está el tema del liderazgo, pero soy humana, tengo errores. Sin embargo, sí implica liderazgo, respeto por tu trabajo, por tus maestros, dar todo de ti, entregar el 100%, es un peso muy importante y lo llevas siempre. Es una gran responsabilidad.
Las nuevas generaciones te ven, a mí me gustaría que sepan que siempre pueden evolucionar. A mí me preguntan si no me canso de bailar los mismos roles , pero es que tienes que superarte cada vez que haces lo mismo. En mi caso, ahora con los años, hay condiciones que no puedes superar, pero sí en cómo moverte en el escenario, por ejemplo.
Y en este momento, ¿qué tal te viene lo neoclásico y contemporáneo?
Siempre me gustaron. Muchas bailarinas tienen miedo de salir de su zona de confort que es el ballet , pero un bailarín tiene que ser flexible. Si tienes oportunidad de bailar otras cosas, entonces tienes más herramientas para interpretar un gran clásico. La capacidad de interpretar algo tan abstracto no sé de dónde viene, a mí me dicen que yo tengo algo y sé que tengo más por dar. Hay que vivir y experimentar de todo para plantarte en un escenario para dar eso que el público espera de ti. A mí me llena el saber que puedo interpretarlo todo, el bailarín debe tener la capacidad de desnudarte y transmitir todo lo que estás viviendo en ese momento.
Foto: Cortesía Paulo García
Los contemporáneos suelen decir que con la edad se fortalecen otras capacidades. ¿Pasa en el ballet?
El ballet tiene una sola forma de bailarse, es como es. Sin embargo, sí, con la edad aprendes a seguir haciendo las cosas de modo que parezca que haces lo que deberías sin hacer el ridículo. Es decir, con los años entiendes que no es necesario levantar la pierna 180 grados aunque sea muy bonito, a mí me encanta ver a las chicas levantando las patas hasta donde pueden. Pero llega un momento en el que debes aceptar que ya no lo puedes hacer o que tal vez nunca lo pudiste hacer, así que buscas la manera de que se vea lo que se tiene que ver.
¿Qué sigue para ti?
No me imagino fuera del ballet , desde que tengo uso de razón he estado en este ambiente. Seguiré siendo parte desde otra perspectiva. Espero poder ayudar a nuevas generaciones, ofrecer lo mismo que a mí me dieron. Tuve maestros que me dieron todas las herramientas para poder hacer las cosas cada vez mejor.
¿Con qué te despides?
Con un programa mixto de Rachmaninov, con “Impermanente”, de Yazmín Barragán y con Esquina bajan, un ballet que nadie tiene, puramente mexicano. Es mi pequeño homenaje a México, a la compañía y a todo lo que me dieron
Leer más
: Botticelli se retractó: descubren boceto debajo del cuadro “The Man of Sorrows”