Trabajadores y extrabajadores contratados bajo el esquema de Capítulo 3000 para Cultura Comunitaria denunciaron que en ese programa emblemático de la Secretaría de Cultura hay precarización laboral, ausencia de derechos y falta de insumos.

Por medio de una carta, los trabajadores del programa encabezado por Esther Hernández, directora de Vinculación cultural, expusieron en 11 puntos las irregularidades. Señalaron que, en 2020, “previo a la pandemia”, el programa tuvo una reestructura y “no respetaron los puestos ni los perfiles laborales para los que fuimos contratados inicialmente, modificaron nuestras funciones, sueldos, actividades, horarios y responsabilidades a lo largo de los meses, sin considerar nuestras capacidades e intereses”.

Al respecto, la Secretaría dijo que la “contratación del personal se realiza conforme las modalidades que permite la Secretaría. Desde su puesta en marcha, los equipos han tenido ajustes debido a renuncias voluntarias y término de funciones; en algunos casos no se realizaron recontrataciones tras realizar un análisis del desempeño y determinar que las métricas no fueron satisfechas, y en otros, los colaboradores decidieron continuar con un ajuste salarial”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Ilse Ordaz, Fermín Valenzuela y Aisa Serrano explican que sus contratos terminaron y decidieron ya no regresar debido a la “precarización laboral”.

“Queremos dar a conocer las condiciones a las que nos enfrentamos los trabajadores de la cultura en México y que más personas alcen la voz, porque nosotros somos representantes de un grupo que quiso dar un testimonio, pero hay otros que aún laboran y no se atrevieron por muchos motivos a denunciar”, asegura Aisa Serrano.

Ilse, Aisa y Fermín formaron parte del programa entre 2019 y 2020, en ese tiempo vivieron momentos en los que incluso se puso en riesgo su vida, pues viajaron “sin ningún protocolo institucional de seguridad o estrategia territorial” y los hospedaron en sitios poco propicios, ese fue el caso de Ilse Ordaz. Aisa Serrano fue contratada para cuestiones administrativas: “En el primer año, Cultura Comunitaria diseñó programas a los que no dio seguimiento. Una vez fuimos a Guerrero pero todo mi equipo tuvo que pagar los viáticos”.

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