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Con motivo del final de la exposición 'Corpus' en el Museo de la Cultura de Milán (MUDEC), en Italia, la cual concluyó este 9 de septiembre, el artista plástico Javier Marín charló con EL UNIVERSAL en su estudio de la colonia Roma.
La muestra integrada por 36 obras se presentó en este recinto del 21 de junio al 9 de septiembre y en palabras del artista es una revisión de diferentes momentos de sus más de 30 años de trayectoria.
(Foto: Cortesía Terreno Baldío Arte)
Para esta exposición creó la escultura en madera llamada Cabeza Chico Grande .
"Esa es una cabeza que tiene que ver siempre con mi investigación a partir de los materiales o de las diferentes técnicas", explica Marín.
Agrega que desde hace algún tiempo ha realizado pruebas usando un robot como una herramienta de trabajo .
(Foto: Cortesía Terreno Baldío Arte)
Para esta obra el archivo digital de su pieza se envió a Val Gardena , al norte de Italia, donde un robot trabajó parte del agrandado. "Es una cabeza hecha en Italia misma", destaca.
Explica que en el proceso intervinieron artesanos especializados en la talla de madera y que es una pieza de gran tamaño en la que se puede identificar la huella digital , es decir el trabajo del robot, y las partes que se han trabajado a mano.
"El robot llega hasta un cierto punto, los artesanos terminan de resolver la forma. Luego a fin de cuentas es un agrandado mecánico donde se trata de pasar las proporciones a otra dimensión pero el trabajo final, lo hago yo, con el tabajo más fino", detalla el artista plástico y agrega:
"Voy más hacia los acentos porque me gusta dejar todas las etapas a la vista".
Los cambios y la trayectoria
"Me gusta mucho un momento de la vida en donde resulta que a diferencia de las características con las que naces, después de un tiempo, en el transcurso de la vida, tú habrás acumulado tanto conocimiento y tantas ideas y tanto de todo que acabas por construirte una vez más, por rediseñarte y, en cierto momento, renacer", responde el artista al reflexionar sobre su trayectoria.
(Foto: Ariel Ojeda/ EL UNIVERSAL)
Respecto al cuestionamiento de cómo lo han cambiado sus esculturas a lo largo del tiempo, él responde que más bien lo han acompañado en su evolución, transformación y autoconstrucción.
Cabezas y cuerpos de gran tamaño ante los cuales es imposible estar sin experimentar alguna sensación o tener una reflexión, son mayormente el emblema de su obra.
Mientras la melodía de un organillero callejero entra al estudio como llevada por el viento fresco de la tarde, Javier Marín responde a la pregunta de si algunas de sus obras lo han acompañado más durante su carrera. Menciona que no considera que se trate de muchos cuerpos, sino de uno sólo.
"La idea es una sola y está tratando de tomar forma. Yo creo que regreso a la figura humana porque nunca acabo de lograr lo que quiero ver ahí.
"Creo que el trabajo del artista es una sola búsqueda. Me gusta ver el trabajo del artista como una sola obra a lo largo de una vida, que como obras aisladas".
Cuando la obra adquiere vida
En el estudio hay varios cuerpos, cabezas y obras de gran tamaño modelados en plastilina color terracota oscuro, son una especie de público o escuchas de la entrevista. Algunos, si se les mira fijamente, dan la impresión de que van a parpadear en cualquier momento.
Relacionado con esto y a la pregunta de si hay algún momento durante el proceso creativo en el que sus obras se conviertan en un personaje, Javier Marín responde que sí, generalmente en alguien ajeno.
(Foto: Ariel Ojeda/ EL UNIVERSAL)
"A pesar de que soy yo mismo, no salen de nadie más que de mí, llega un punto en que tienen como independencia, cobran vida propia. Es algo extraño, siguen siendo yo, pero son independientes".
Establecer un diálogo
Previo a la entrevista, tuvimos la oportunidad de recorrer el estudio, acercarnos a las esculturas, admirarlas a detalle y es entonces cuando surge la interrogante "¿cómo saber cuando una obra está lista".
"Hay un momento en donde cierto gesto sobre el material cobra vida o habla, como que toma la palabra, y entonces deja de ser una forma pasiva y empieza a dialogar, entonces siento que la obra está lista.
"Ya puedes platicar, ya tiene voz, ya tiene manera de establecer un diálogo con quien la ve", responde el artista con voz suave y reflexiva.
"Hay cosas que necesitan gritarse"
Javier Marín explica que las dimensiones de cada obra las determina desde el momento en el que las visualiza en su mente.
"Es diferente si lo dices en secreto, casi como un murmullo o si lo gritas. Hay cosas que necesitan gritarse, entonces en lo que yo hago correspondería a un formato grande un formato difícil de perder, que se enfrente a ti y que te obligue a verlo.
(Foto: Cortesía Terreno Baldío Arte)
"Y hay otras que lo que piden es que las descubras. Que son tan pequeñas que tienes que poner una atención especial y dejar todo lo que te distrae para verlo, porque es tan pequeño que si no pierdes".
Regreso al origen
Javier Marín nació en 1962 en Uruapan, Michoacán, es el noveno hijo de una familia de diez. Su padre era arquitecto, y de acuerdo con lo que explica el propio artista, siempre propició la libertad creativa a través del juego con plastilina, barro o diversas maneras de expresión artística.
Al pedirle que comparta un recuerdo que tenga en particular entre él y su padre, narra:
"Lo que se me viene a la mente es mi papá haciéndome un retrato en la sobremesa, que en mi casa era sobremesa a la mexicana. Era de horas y muchos amigos y cosas para comer, y el café, la lectura del café y mi papá dibujando y todo mundo inventando algo.
"Y tengo el recuerdo de mi papá haciéndome un dibujo sobre una servilleta de papel, con su pluma, haciéndome un retrato".
(Foto: Ariel Ojeda/ EL UNIVERSAL)
El rostro de Marín adquiere un brillo mayor cuando comparte una remembranza sobre su mamá:
"Lo mismo, me viene un recuerdo similar. Mi mamá ni dibujaba ni creo que le interesara mucho que digamos. Me acuerdo mucho una vez que también estaba en la sobremesa y dijo: 'A ver, yo te voy a hacer un retrato'. Y pues era un retrato simpatiquísimo un poco medio naif.
"Era parte del juego y estar en lo que esábamos todos, la mayoría estábamos como en ese lenguaje del dibujo y de la sensibilidad y de lo creativo y todo".
Próximos Proyectos
Ahora que concluye la exposición Corpus en el MUDEC, las esculturas Caballo del Reflejo VII Grande Rojo y Reflejo IV irán a París, Francia.
"Hay dos piezas para exterior, para la calle, que están ahorita en la exposición de Milán, en el MUDEC y van a París en noviembre, es una plaza que está detrás del Museo de Louvre", menciona.
(Foto: Cortesía Terreno Baldío Arte)
Además, Javier Marín inaugurará en noviembre una exposición que acaba de montar en San Diego, en el San Diego Museum of Art y en 2019 participará en la Bienal de La Habana.
Y hace una invitación a visitar la exposición 'Claroscuro' en el Museo Espacio Aguascalientes, en ese estado, que estará hasta febrero de 2019. Hace enfásis en que es un espacio donde se presenta una exposición diferente:
"Me dieron chance de montar una exposición como no había podido montar en ningún otro lugar, en donde caben las piezas monumentales con suficiente aire. Espacio para iluminarlas, para rodearlas, para vivirlas, está increíble", destaca.