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México esperaba con gran entusiasmo la visita del tenor italiano Enrico Caruso , el dueño de una poderosa voz que el 29 de octubre de 1919 hizo vibrar a su público mexicano con la presentación de El Elixir de Amor en el teatro Metropólitan .
Caruso, fue uno de los artistas más importantes del siglo XX. Más allá de su talento notable, se caracterizó por la forma única en la que transmitía pasión a través del canto y hasta la fecha continúa como un referente de la música clásica.
Con una exitosa carrera en Italia, Caruso alcanzó fama mundial en 1904, cuando la discográfica Rca Victor le propuso un contrato exclusivo para grabar más de 260 discos que serían vendidos en América y Europa.
En diciembre de 1920, mientras cantaba L’Elisir d’amore , en el Museo Academy de Brooklyn sufrió una hemorragia pulmonar. Poco menos de un año, el 2 de agosto de 1921, murió a la edad de 48 años.
Un año antes, sus seguidores y amigos lo llevaron a conocer algunos lugares de México, el país que tenía profundo deseo de visitar, como artista, sino como turista. Así cubrió EL UNIVERSAL su recorrido y presentación:
Da click aquí para acceder al archivo y observar la página a detalle. Foto: archivo El Universal
CARUSO HACE SU PROPIA CARICATURA PARA “EL UNIVERSAL” Y NOS HABLA DE SUS TRIUNFOS Y DE SU VIAJE A MÉXICO
Martes 23 de Septiembre de 1919
Ayer, a las seis y media de la mañana, arribó a esta capital, por el tren del Norte, el eximio cantante Comm. Enrico Caruso, acompañado de la soprano Adda Navarrete y del bajo David Silva, así como del Director y Concertador de la Metropolitan Opera House de New York, señor Genaro Papf, dirigiéndose en un auto preparado por la empresa Rivero, a la suntuosa residencia Mariscal de Limantour, situada en la Avenida Bucareli, que se puso a disposición del eminente tenor.
Nuestro cronista teatral se presentó en dicho lugar por la mañana a dar la bienvenida a Caruso, siendo recibido con gran gentileza, tanto por este señor como por su secretario, e iniciándose la conversación sobre todos esos tópicos variados de las entrevistas con personas de una vida tan llena de hermosos detalles como las celebridades operísticas.
El tenor Caruso ha llevado una vida agitada, de público en público y de continente a continente casi sin descanso, pues según afirma, sus contratos durante los 25 años que lleva de cantar, sólo le dejan libre un mes cada año para descansar, y eso porque él busca ese descanso, pues de no ser así, los empresarios no le dejarían ni ese pequeño respiro.
Ya de lleno en la entrevista, habló el artista de sus triunfos ruidosos, de Nueva York, que es la ciudad donde ha recibido más muestras de simpatía, convirtiéndose casi en un ser indispensable para la gran urbe. Díjonos que no se borrará nunca de su memoria la noche del 24 de mayo del corriente año, en que se celebró en el Metropolitan la fiesta de Victoria , cantándose “Aída” con un éxito clamoroso ante el alto mundo norteamericano y con todas las banderas aliadas en la escena. Hizo reminicencias de sus bodas de plata como cantante, el día 22 de marzo de este año, en que recibió más de cien mil dólares en regalos, y el Síndico de Nueva York le hizo entrega de la bandera de la ciudad y le dio nombramiento de Capitán de la policía neoyorkina, en medio de la ovación más grande que ha recibido en su vida.
Da click aquí para acceder al archivo y observar la página a detalle. Foto: archivo El Universal
Luego se habló de sus condiciones artísticas, manifestándonos que su voz tiene la particularidad de adaptarse a distintas obras, pues lo mismo canta los “Payasos” que el “Elixir de Amor”, pues es a la vez tenor ligero, dramático y de medio carácter. Este tríptico de voces debe ser escuchado por el público en diferentes obras, para darse exacta cuenta de las cualidades de este cantante, pues hay públicos, nos dijo, como el de Montevideo, que esperaban encontrar en Caruso una especie de cañón contínuo, fábrica de agudos y de desplantes, pues hay públicos que se acostumbran a oír a los cantantes en discos fonográficos y quieren que en una sola obra el cantante suelte todas sus notas que ellos le han oído en muchos records. Y que esto no es arte ni es nada; que él está acostumbrado a ser muy respetuoso de las partituras y las interpreta con la mayor naturalidad posible, cosa que no les gusta a algunos públicos, amigos de los desplántes escénicos, de los agudos exagerados y de otras cosas aprendidas en los discos; pero que el arte no es eso, sino lo que él procurará mostrar al inteligente público de México, de que tiene las mejores referencias en cuanto a conocimientos musicales.
“Tú eres Caruso…”.
Hay tenores, dice, como Lázaro y otros que festinan su carrera y se enfrentan con el público para decirle: “Yo soy Lázaro”; pero que él ha esperado que el público le diga: “Tú eres Caruso”. Con eso indica que su carrera ha sido estimulada por el público, a quien debe lo que es, y cita un caso: “Cuando fui a cantar por primera vez a Buenos Aires, dice, me contraté por 45 mil liras al mes y dos años después volví a Buenos Aires con un contrato de 35 mil liras por noche; fue el público quien me llamó sin escatimar la cantidad que yo pedí”.
Refirióse después al artículo de EL UNIVERSAL publicado ayer, preguntando con qué compañía va a cantar Caruso, nos dijo que si él no estuviera seguro de que la empresa se mostrará respetuosa con el público, presentándole un cuadro bueno, él no hubiera aceptado el contrato, aunque si lo ha hecho se debe, no al interés de su sueldo que se le va a pagar, sino a sus deseos de conocer México, y de que el público mexicano puede oirle y sentir su arte; pero que aun en el caso de que le faltara algún elemento en la compañía, cosa que duda, pues con la soprano fremmen, que debuta con él el 9 de octubre, Adda Navarrete que está adelantadísima y a la altura de muchas celebridades; el barítono español Augusto Ordoñez, la eximia Gabriela Besanzoni, el bajo bufo Blanchard, y como segundas figuras la Alemani y algunos artistas mexicanos, así como los bajos Olestes Decorbi, ruso, y David Silva, mexicano, ambos de las mejores compañías norteamericanas, y el primero, además de la compañía María Barrientos, basta para hacer una excelente temporada; él sabrá con su arte dejar contento al público mexicano, que no debe espantarse de pagar 20 pesos mexicanos por oírlo, pues lo que se dice de que en el Metropolitan se cobran cinco pesos, no es cierto, pues la tarifa oficial para abonados es de siete dólares setenta centavos, aunque de hecho los billetes no tienen precio fijo, pues nunca hay boletos en la taquilla y se llegan a pagar generalmente de quince a veinte dólares por butaca. Ha habido funciones en que él ha tenido pedidos de billetes hasta por cincuenta dólares, sobre todo en los Estados, donde sólo canta generalmente en conciertos, y eso tres o cuatro romanzas.
Foto: archivo El Universal
Agregó que si él ha venido a México ha sido por una verdadera casualidad o más bien por mero capricho, a pesar de tener otras proposiciones más ventajosas, pues se le ofrecían 10 mil pesos por noche, y sin embargo él ha cruzado el Atlántico sólo por el placer de conocer esta tierra privilegiada.
A este punto había llegado la entrevista cuando el secretario del artista anunció que había llegado la hora de la comida. Nosotros quisimos despedirnos pero el señor Caruso no lo permitió a pesar de nuestras instancias y hubimos de sentarnos con él a la opulenta mesa de la palaciega residencia; y ya en la intimidad de la comida continuó la entrevista, tornándose en amena, pues el artista empezó a contarnos anécdotas de su vida; ya los casos de artistas malos que le han molestado, queriendo llegar a ser celebridades; ya sus aventuras por tierra y por mar, y la siguiente que vamos a narrar a nuestros lectores:
Todos lo declararon traidor.
Al iniciarse la guerra, Caruso salió de Italia con un contrato para Buenos Aires y otro posterior para Alemania; al llegar a la capital argentina recibió noticias de que los aliados lo anunciaban en algunas funciones a beneficio de los heridos aliados, y entonces los alemanes , que lo adoran, le escribieron diciéndole que por qué no iba a cantar a Alemania, para los heridos teutones; que él no fue a ninguna de las dos partes, y como Italia no entraba aún en la guerra, todos lo declararon traidor y que los alemanes de argentina llegaron hasta a silbarle por las calles, pero que en el teatro no se atrevieron a nada, porque su éxito y la sanción del público argentino se los impedía. Después se aclararon las cosas y resultó que todo era intriga de un periodista que oyó una conversación en Montecarlo y la publicó en Alemania”. Pero, nos dijo Caruso, en Estados Unidos solamente yo, en una gira, conseguí Bonos de la Libertad cantando, por valor de 22 millones de dólares y en una sola vez por 1 millón…
Nos repitió que respecto a los artistas con quienes va a cantar en México, tiene confianza en que la empresa sabrá elegirlos bien, y que las obras serán bien presentadas y el público quedará contento.
Texto publicado el lunes 20 de octubre de 1919 sobre la visita de Caruso a México. Foto: archivo El Universal
GRAN TEATRO ESPERANZA IRIS
Martes 23 de Septiembre de 1919
Lunes 29 de septiembre Presentación del Célebre Tenor Enrico Caruso de Reputación Mundial Hoy y Mañana Últimos Días en que estarán a la venta los boletos para las Únicas Funciones que cantará CARUSO en el gran Teatro “Esperanza Iris”, en las oficinas de la empresa: Avenida Madero,35. Sigue abierto el Abono para las 5 Funciones de Caruso en plaza “El Toreo”, en el despacho de la Primera Calle de Gante, 13.
Foto: archivo El Universal
CARUSO EN BAILE DE MÁSCARAS
30 de septiembre de 1919
¡Viva Caruso!, gritaron anoche entusiasmadas hasta el delirio las 300 gentes que llenaron ayer noche el Teatro Esperanza Iris, oyendo la magistral interpretación que del papel de Nomorino hizo el citado tenor; el artista más grande que hasta ahora no ha visitado. Y la exclamación nada tiene de exagerada, puesto que Caruso, con sus cualidades únicas de artista cantante, supo anoche transmitir al público lo que él particularmente siente cantando esta ópera de género bufo, escrita especialmente para tenor ligero. Y así como entusiasmó en su delicada interpretación del Nemorino del “Elixir de Amor”, es seguro que deleitará cantando la parte del Ricardo en “Un Baile de máscaras” que se anuncia para el jueves próximo.
Caruso, de quien las crónicas extranjeras hablan como de un modelo de intérpretes en las diferentes obras que canta, ofrece al público capitalino la oportunidad de admirarle, inmediatamente después de un “Elixir de Amor”, obra escrita para tenor ligero en “Un Baile de Máscaras”, obra escrita para tenor ligero en “Un Baile de Máscaras”, obra escrita para tenor dramático; y es seguro que así como anoche entusiasmó a sus auditores hasta el delirio, así entusiasmará a los que lo oigan el jueves próximo, cantando el único, el verdadero Ricardo que él sabe sentir y hacer sentir a quienes lo escuchan.
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CARUSO EN EL “ELIXIR DE AMOR”
30 de septiembre de 1919
...Amigos míos: acabo de oírlo. Y en este ajetreo de la crónica de última hora escrita en el orbotar atropellado de las frases, sacudido todavía por la emoción, en vano me empeño por encontrar la fórmula justa que me permitiera, a través de unas líneas de periódico deciros que es Carusa, quién es Caruso.
Ante todo: la primera impresión que causa es la de las cosas grande: una impresión de simplicidad; una impresión de facilidad. Escuchándolo, un diablillo irónico y chancero, que allá en lo hondo quiere darnos la broma de que por un momento -¡siquiera por un momento!- le creamos, nos dice:- “Ya veréis” ¡Ya lo veréis?... ¡Qué fácil es cantar!¡La cosa más fácil del mundo”.
Después de la impresión se sutiliza, se ahonda y se amplía. No, no sólo es la amplicidad: no sólo es la facilidad que da el dominio supremo de un arte es, también, una grande alma presente; es asimismo, un espíritu creador, y creador de taxativas, sin pequeñeces, que sabe transmutarse, diatuirse en la obra y hacerla suya; de tal suerte que, al escucharle y verle, nos damos cuenta de que no es el cantante X en la obra H, sino la obra H en el cantante X.
Íbamos -lo dije al empezar- a ver a Caruso en “El Elixir de Amor”. Y lo que vimos fue a “El Elixir de Amor” en Caruso.
Perdonad. No es esto una frase. tratándose de las grandes emociones sinceras, las frases huelgan como todo artificial aderezo en un rostro fresco y bello. Enrico Caruso, es en primer lugar, un maestro del estilo. No vais a oír, con él, tan sólo una voz, una prodigiosa y única voz; vais a ver, antes que todos, a un excelso maestro del estilo.
Yo abominaba -perdonad otra vez- de “El Elixir de Amor”. Y ahora me doy cuenta de que , aun cuando lo oí hace años por primera vez, he visto anoche “El Elixir de Amor”. Débose ello a que el artista lo llena todo y todo lo satura en esa obra; a que en lo caduco instía a la juventud de su genio; de tal modo que allí donde había polilla, él hace nacer flores y donde sólo encontrábamos una semiobscuridad y una penumbra de sepulcro, él proyecta la divina claridad de una mañana de abril. Caruso realiza el milagro de hacer revivir ante nuestros incrédulos al genuino cantante antiguo. La limbidéz de la dicolón acentuada por la gracia del gesto: ese arte único que comunica al recitado una animación sin igual; la caracterización perfecta, no del actor, no sino del cantante- lo que muchos artistas ignoran y poquísimos hacen,- nos mueve a considerar, con profunda convicción, que vemos sobre el tablado no al Comendador Caruso del “Metropolitan”; antes bien a un viajero creador romántico de aquellos que se bromeaban con el Rosinni, y que se trataban al tú por tú con Bellini o Donizetti, y que dejaron huella de su paso en las crónicas polvosas aunque perfumadas todavía por el aroma de las “Estancias” regias a la Malibrán.
Foto: archivo El Universal
Caruso es de la estirpe de los Novelli, de los grandes artistas de su patria y de su raza, que saben sentir la risa italiana; la risa italiana que en el primer tercio del pasado siglo fue más grande y más conmovedora que el llanto; la buena risa que en Goldini se derrama, cariciosa y cordial, entre pelucas blancas y negros bucles que rebasan de la cofia albeante. Y del mismo modo que -al menos para mí- Goldini priva sobre Alferi, ahora caigo en la cuenta de que estas viejas óperas brufas, donde se alberga el manso reír goldoniano --como “El Barbero”, como “El Elixir de Amor”, como “Crispín”--, son tal vez más jóvenes, infinitamente más jóvenes que las otras vetustas de trágico aliento: “Lucía”, “Norma”, “Puritanos”...-- ¿será que el sortilegio del gran tenor, en la velada de anoche, me lo hizo creer así?
¿Y qué es el “estilo” en e cantante, el estilo que lo hace crear la obra, sino una resultante inmediata de la voz y de la escuela? Los de la presente generación, en México, no habíamos escuchado, ni lejanamente, algo que pudiera compararse con ese magno artista, en cuanto a caudal, en cuanto a volúmen, y sobre todo, en cuanto a noble timbre vocal. Baritonal en su centro, la voz de Caruso, dentro de una perfecta unidad, posee todos los colores y todos los matices. Tan pronto como lo oís fliar delicadísimamente, como sorprende el torrente desencadenado y armonioso que todo lo inunda. ¡Ah! ¡Y el respeto al arte! Hay en Caruso la noción clara de su papel, de los límites de su papel, tan a menudo traspuestos por los mediocres. Y, por lo que atañe a la escuela de canto, ¡qué podríamos decir?, para juzgarla en su acto de valer, sino que Enrico Caruso, al cabo de su cuarto de siglo de carrera artística, se nos presenta en la plenitud de arte que nuestra imaginación soñó antes de verle?
El público, anoche, un si es no es contenido, un si es no es temeroso de desencanto al principio, antes de oírle en cuanto el tenor empezó a cantar, fue lentamente entregándose a una racha formidable de entusiasmo que culminó en la célebre romanza de su último acto.
En la precipitación de esta crónica entusiasta, no he de olvidarme de manifestar que Adda Navarrete, David Silva y nuestro viejo conocido Blanchard, no desentonaron del conjunto artístico. Adda Navarrete vuelve adelantadísima, bella voz, singular desenvoltura y gentileza; todo es en ella promesa de una hermosa carrera. El público le prodigió sinceros aplausos a partir de la romanza particular de su papel.
Añadid a lo anterior que los coros y la dirección escénica han mejorado considerablemente respecto de lo que vimos en la temporada anterior, y que a interpretación general de la obra resultó muy atinada bajo la dirección de un artista hasta ahora desconocido para nosotros: el maestro Genaro Papi.
Y ahora nos preguntamos: ¿será posible que este delicioso tenor ligero que es Caruso en “El Elixir de Amor” nos asombre como tenor dramático en “Baile de las Máscaras”, hablando, como hay de una a otra de esas obras, un abismos?
Carlos González Peña
fjb