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Si bien Francia es la región que vio nacer a Elena Poniatowska , México representa la nación donde cimentó su carrera profesional, ideología y punzante mirada crítica, pero también fue aquí en donde conoció a Guillermo Haro , el astrónomo mexicano con quien compartió una unión de 25 años. El que un día la trato muy mal, hoy representa una de esas sonrisas que la periodista y escritora formula en su rostro cuando lo recuerda.
No fue un encuentro pactado, sino el periodismo
Pese a que la propia Elena Poniatowska (1932) se denomina como una mujer “desordenada” y “olvidadiza” comenzó su carrera como periodista en 1953, cuando tenía 21 años, y publicó su primera entrevista en Excélsior. A partir de ahí, se volvió la vocera de grandes personalidades de la cultura mexicana como Octavio Paz, Juan Rulfo y Diego Rivera.
Otro de los grandes intelectuales con los que se encontró, durante la ejecución del oficio, fue con el astrónomo Guillermo Haro (1913 – 1988). En 2013, Poniatowska contó a EL UNIVERSAL que ella y Haro se conocieron durante una entrevista. Desde aquel momento, la periodista detectó la personalidad caprichosa del científico.
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"Conocí al astrónomo Guillermo Haro como periodista, fui a entrevistarlo a su enorme oficina, y me trató muy mal, pero me vengué casándome con él; a quien de verdad le fue mal después, fue a él".
Pero la entrevista careció del formato habitual en la que la entrevistadora se dirige al entrevistado con una serie de preguntas relacionadas con su vida y profesión, pues Haro también hacía preguntas o, mejor dicho, hacia la pregunta, pues a Elena le preguntó su nombre, en un mismo encuentro, más de 20 veces.
"Tenía una cualidad: Era muy capcioso cuando uno lo entrevistaba. A mí me preguntó 20 veces lo mismo. '¿Cómo se llama usted?' me preguntó, y yo le respondí Elena Poniatowska. '¿Dice usted que es de Polonia, o de dónde?', y le dije que de Francia, porque los Poniatowski viven desde Napoleón en Francia".
¿Cómo fue el vínculo entre Haro y Poniatowska?
En aquel tiempo, una Poniatowska de 31 años y un Haro de 50 años contrajeron matrimonio (1963), compartiendo la pasión por sus respectivas profesiones pero desarrollándolas con metodologías muy distintas. Mientras el astrónomo, responsable del descubrimiento de estrellas de todo tipo y galaxias de gran intensidad, era un hombre de gran concentración, Elena era de personalidad despistada, cualidad que le molestaba a Haro, ya no sólo de la escritora sino de sus alumnos, a quienes ponía en jaque con la misma metodología con la que la conoció.
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"Hacía lo mismo con todos sus estudiantes, a quienes preguntaba y preguntaba lo mismo, creo que para ver cómo era su cabeza, si funcionaba bien o tenía tendencia a la idiotez", recordó.
De carácter concentrado, la periodista reconoció que hubo mucho que los diferenciaba: "yo no soy así, porque por mi mamá vengo de una familia de apellido Amor. Creo que en lo único que piensan es en los besos".
melc