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La llegada de refugiados ucranianos devuelve a las estaciones de trenes de Berlín y Múnich imágenes similares a las de la crisis migratoria de 2015, aunque para muchos alemanes el referente es 1945, cuando no eran familias enteras las que buscaban dónde quedarse, sino mujeres y niños.
Unos 11 mil ucranianos llegaron el sábado a la Hauptbahnhof -estación central- de Berlín. El martes, la cifra fue de 350. Este domingo se esperaba a 15 mil, según la Deutsche Bahn -compañía de ferrocarriles-.
Se han dispuesto trenes especiales desde Frankfurt del Oder, ciudad fronteriza con Polonia, a una hora de Berlín en ferrocarril para agilizar su llegada a Berlín, desde donde muchos seguirán viaje -gratuitamente- hasta otros puntos de Alemania.
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Todo discurre con bastante agilidad, aunque desde la DB advierten de que están al borde de sus capacidades. No por la llegada de desplazados, sino por la presencia creciente de voluntarios, más centenares de ciudadanos que acuden a la estación con carteles ofreciendo alojamiento en su casa a quienes llegan.
Foto: EFE / Flip Singer
Múnich, la ciudad que, en 2015, recibió de forma similar a los primeros trenes de refugiados, en la crisis precipitada por la guerra en Siria , empezó asimismo a desplegar otro operativo en su Hauptbahnhof.
"La respuesta de la gente es parecida, al menos en la ola de solidaridad de la primera fase", comentó Kristina Jonavic, de la iniciativa #leavenoonebehind, de apoyo a los refugiados de entonces o de ahora.
La regulación aprobada por la Unión Europea (UE) libera a los ucranianos del procedimiento de petición de asilo que desbordó la burocratizada Alemania en 2015, cuando el país recibió casi un millón de refugiados.
A ello se une que países como Polonia o Hungría, que entonces rechazaron acogerlos, estén ahora volcados a recibirlos -más de 800 mil habían entrado hasta ayer por la frontera polaco-ucraniana-.
No hay cálculos fiables, ni siquiera el que difundía el sábado "Der Spiegel", de estudios internos del gobierno, según los cuales Alemania esperaba a unos 225 mil ucranianos. Fueron estimaciones hechas de cuando la ONU calculaba en cuatro millones el número de desplazados por esta guerra, mientras que ahora se habla ya de diez millones.
"Las imágenes de estas mujeres y niños nos traen a la memoria el destino de tantas familias en 1945", en opinión de Gerd Appenzeller, exdirector y columnista del diario berlinés "Der Tagesspiegel".
Tras la derrota de la Alemania nazi , quienes quedaron sin hogar eran principalmente millones de mujeres y niños. Uno de cada tres de esos niños pasó los primeros años de la postguerra alemana sin padre -porque había muerto en la guerra, porque estaba en un campo de prisioneros o porque huyó-.
Los desplazados de ahora son mujeres con sus hijos, ya que los hombres de entre 18 y 60 años quedaron en Ucrania. Al trauma de la guerra se suma el de una separación familiar por tiempo indefinido o definitiva.
La batuta de Barenboim, solidaria y contra cazas de brujas
"Vivimos un tiempo cruel", afirmaba el director argentino-israelí Daniel Barenboim, ante el público de la Staatsoper Unten den Linden -ópera berlinesa-, para dirigir el concierto solidario con Ucrania de este domingo.
Entre el auditorio estaban el canciller, Olaf Scholz y la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, patrocinador de un evento cuya recaudación irá al Fondo para Ucrania de la ONU.
Tras recordar la propia diáspora de su familia, llegada a Argentina huyendo de los pogromos nazis- y respaldar la exclusión de artistas "afines" al presidente Vladímir Putin, Barenboim advirtió contra una "caza de brujas" sobre artistas y creadores rusos.
Foto: EFE / Flip Singer
La Staatsoper, de la que Barenboim es director musical desde 1992, canceló esta semana su contrato con la soprano rusa Anna Netrebko . Se sumó así a la suspensión en cascada en toda Europa de los compromisos con esta figura, así como con el director Valeri Guérguiev .
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Netrebko y Guérguiev, son notorios entusiastas de Putin. "No mezclemos cultura rusa con política rusa", apremió Barenboim, en su llamada contra una "sospecha generalizada" sobre esos artistas.
La embajada rusa y el descrédito de Schröder
Otro punto de la avenida Unten den Linden es en estos días expresión de repudio a Putin: la embajada rusa, protegida por un cordón policial. Por ahí discurren a diario manifestaciones contra la guerra.
Cada vez están más presentes los mensajes de repudio al excanciller Gerhard Schröder, tan afín a Putin como Netrebko o Guérguiev, además de presidente del consejo de administración del gasoducto Nord Stream.
La presidencia del Partido Socialdemócrata (SPD), su familia política y la de Scholz, ha instado repetidamente a Schröder a dejar estos cargos. Hasta ahora, sin éxito.
melc