En el Museo Universitario del Chopo se inauguró la muestra “”, que exhibe carteles de protesta creados por el colectivo , que de 1988 a 1995 hizo protesta para concientizar sobre la epidemia de VIH/SIDA en Estados Unidos y reclamar la indiferencia del gobierno sobre el tema. Las consignas, imágenes y diseño que precedieron a la estética de internet y referenció al mundo del marketing, impactaron al grado de ganarse el título de ser “referente” en el arte activista y exhibir en espacios como la Bienal de Venecia.

En entrevista con , André Mesquita, especialista en la intersección entre el arte y la protesta y curador de la muestra, reflexiona sobre la importancia de Gran Fury.

“Su impacto fue gigantesco. No sólo trataron la negligencia de salud, sino la falta de políticas públicas. Era muy serio porque trataron una crisis política, una políitica de muerte. También otro impacto de los carteles de Gran Fury es que fueron muy rápidos en intentar subertir los mensajes de los corporativos y los gobiernos. Se pueden trazar conexiones con muchos artistas, como Barbara Kruger o los dadaístas, pero también es parte de una gráfica activista muy potente que sigue reverberando”, declara.

Mesquita explica que el colectivo no buscaba generar arte o crear una estética en particular, sino que “sólo existió porque la gente estaba muriendo y querían hacer algo al respecto, llamar la atención del público”.

Exposición "El arte no es suficiente", del colectivo estadounidense Gran Fury, abierta el Museo Universitario del Chopo de Ciudad de México.
Foto: EFE / Isaac Esquivel
Exposición "El arte no es suficiente", del colectivo estadounidense Gran Fury, abierta el Museo Universitario del Chopo de Ciudad de México. Foto: EFE / Isaac Esquivel

Todo comenzó con una fotocopiadora. John Lindell trabajaba en un despacho de diseño de interiores y usó la fotocopiadora de la oficina para multiplicar el cartel en el que se lee el mensaje “Read my lips” y se muestran a parejas del mismo género besándose. Con este letrero iniciaron los actos de protesta del colectivo, conformado por Avram Finkelstein, Donald Moffett, John Lindell, Loring McAlpin, Mark Simpson (1950-1996), Marlene McCarty, Michael Nesline, Richard Elovich, Robert Vazquez-Pacheco y Tom Kalin. El grupo tomó el nombre del modelo de auto que usaba la policía de Nueva York, el Plymouth Gran Fury.

En la muestra –que proviene del Museo de Arte de Sao Paulo (MASP)-- se encuentran carteles como “Kissing Doesn’t Kill”, que hace referencia al estilo publicitario de la marca de ropa Benetton. El anuncio que fue colocado en autobuses en Nueva York y Chicago fue censurado en su época, por mostrar a una pareja interracial y a otra pareja homosexual besándose. También se presenta la obra que tiene la imagen del papa Juan Pablo II y una crítica al rechazo de la iglesia católica al uso del condón. Esta pieza formó parte de la Bienal de Venecia de 1990 y causó revuelo entre los locales, intentó censurarse y las escandalizadas autoridades argumentaron que el SIDA era un problema de Estados Unidos. La pieza terminó llegando a las primeras planas de diarios italianos.

Ante la pregunta sobre si llevar carteles de protesta a una exposición en un recinto institucional no contraviene el objetivo inicial de los carteles, Mesquita responde:

“Hay un sentimiento de revuelta cuando las cosas de activismo pasan a la institución, como si fuera una manera de desapropiar el discurso activista. Pero creo que el museo es un espacio importante para hablar de estas cosas, generar debate y no sólo contemplar imágenes. Los miembros de Gran Fury también lo viven tranquilos, porque fue la evolución natural”.

El trabajo del colectivo neoyorkino se mantiene vigente. Se exhibe una imagen del periódico The New York Crimes, que surgió como protesta contra el diario The New York Times, pues en la epidemia, contribuyó con desinformación y estigma. Mesquita explica que el formato ha sido retomado por activistas, para cuestionar cómo los medios tradicionales desinforman sobre el genocidio en Palestina.

“Se apropian de las herramientas que se hicieron en los 80 y ahora se les dan nuevos sentidos. Esto es porque las herramientas de protesta están abiertas para ser reutilizadas por la gente. No pienso tanto en términos de lo estético, la gente sólo va a pensar en (cómo transmitir mensajes) potentes para lograr un cambio social”, concluye Mesquita.

“Gran Fury. El arte no es suficiente” estará abierta hasta el 1 de diciembre.

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melc

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