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En las artes escénicas hay una sentencia que se reproduce como un mantra: “ser autogestivos”. Conseguirlo no es fácil, por eso son muchos los creadores que han buscado tener acceso a los apoyos económicos existentes como las becas y las convocatorias de coproducción institucionales, los estímulos fiscales y los recursos etiquetados por la Cámara de Diputados.

En el camino se han encontrado con que cuentan con poca o nula formación en gestoría cultural y han tenido que recurrir a la asesoría de gestores culturales o a tomar cursos y diplomados de gestoría que suelen ser costosos.

Así, la solicitud de apoyos es una carrera cuesta arriba, dice la socióloga y gestora cultural Ishtar Cardona. “En los creadores no está en su foco de interés entender el papeleo burocrático, a veces los requerimientos sobre qué tipo de proyectos se van a apoyar no entran dentro de lo que los artistas están haciendo; los tiempos electorales implican una especie de cierre de la llave del agua de un año o año y medio atrás, y todo esto restringe muchísimo los apoyos.

Llegamos a un punto en el que los creadores se plantean si se dedican a crear o a entender los presupuestos y la administración pública”.

De acuerdo con Guadalupe Moreno Toscano, quien diseñó el plan de estudios de la maestría en Gestión de las artes y políticas culturales de la Universidad Panamericana, acceder a los estímulos fiscales como Efiartes es complejo.

“Es difícil cumplir con los requisitos, son limitados; además tal y como han operado en estos dos años es muy difícil presentar proyectos de calidad, hay poco tiempo para prepararlos y ejercer el recurso es realmente complicado. De hecho se comenta que se acaban dando apoyos a proyectos no tan buenos por falta de aplicaciones. Creo que esta convocatoria debe revisarse a profundidad”, dice.

Las becas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, agrega Moreno Toscano, han mejorado después de casi 30 años de operación. “Los artistas se saben muy bien el camino y los requisitos, el propio Fondo va guiando y apoyando en el proceso si lo requieren; pero los montos otorgados son muy bajos y tienen una escasa cobertura, la mayoría de los apoyos se acaban dando a artistas en la Ciudad de México”.

Las rutas hacia los estímulos. El escritor y productor Julián Robles, cuyos proyectos como la ópera El juego de los insectos, de Federico Ibarra, y la obra de teatro Bozal, de Richard Viqueira; el cantante, director de escena y productor Oswaldo Martín del Campo, quien ha emprendido proyectos operísticos como Con la Voz en la Nariz; y el bailarín y productor Rodrigo González, organizador del Festival internacional de Danza Contemporánea de la Ciudad de México, comparten sus experiencias y coinciden en que la mayoría de las veces los apoyos los obtienen las mejores carpetas y no los mejores proyectos.

“Los creadores no estamos bien preparados para gestionar apoyos. Yo entendí que tener una asociación civil es clave para obtenerlos y no sabemos cómo crear una; tampoco sabemos cómo gestionar una donatoria, no entendemos los procesos.

Y la verdad es que no es tan complicado, mi esposa tuvo que estudiar gestoría y los ojos se le abrieron. Con preparación empezamos a entender las rutas, supimos que hay que estar pendiente de las convocatorias para los etiquetados y que son realmente muy mañosas, casi las publican en secreto y debes ir a buscar a los legisladores. Estas cosas nosotros no las sabíamos, lo entendimos con el tiempo”, sostiene Martín del Campo.

“Además de productor, soy creador y no tengo tanta capacidad en la gestoría cultural. Tengo gente que me ayuda y forma parte del equipo, con la que trabajo. Pero no creo que sea tan difícil acceder a los estímulos pero sí son latosos. La parte vital es la toma de decisiones y la conformación de equipos, si uno presenta el proyecto que quieres emprender con tus amigos, lo que ven los jurados es la ‘cuatitud’ y los estímulos no se hacen para grupos de amistades”, dice Robles.

El escritor recuerda que recientemente la productora de cine Mónica Lozano propuso que sólo los proyectos aprobados por IMCINE sean los que busquen el apoyo del contribuyente y no al revés, como ocurre actualmente.

“Ojalá esta iniciativa se apruebe y se aplique a Efiartes. Actualmente muchos de los contribuyentes son los que están opinando y de alguna manera son ellos los que están orientando el rumbo del arte mexicano. Si vemos, en el cine mexicano abundan comedias románticas porque así lo han orientado las empresas; lo mismo ha pasado con el teatro”.

Rodrigo González es bailarín, dramaturgo, y desde hace 10 años ha gestionado sus proyectos de danza y teatro con apoyos privados y de manera independiente. “Todo lo empecé de un modo empírico, he tenido grandes maestros como Nieves Paniagua y Guillermo Arriaga, participé en producciones de Arcelia de la Peña, así que fui haciendo mis cruces de información para aplicarlos a las cosas que yo quería hacer. Nadie te enseña a producir y menos a conseguir apoyos.

En este tiempo he aprendido que cada cambio de gobierno empieza de cero, te llames como te llames y tengas la trayectoria que tengas. Y que las becas se otorgan a quien saben armar las carpetas”.

Los etiquetados, es decir, los proyectos que son seleccionados por los legisladores para recibir recursos, son uno de los apoyos a la creación más solicitados por los creadores y conseguirlos requiere de paciencia, tiempo y cabildeo con los legisladores y con sus equipos.

“Alguna vez los busqué. Nunca hablé con ningún diputado, pero sí logré plantear mi proyecto a unas personas que decían ser gestores de un legislador y algunos me dijeron que nos apoyaba pero que debíamos ceder un porcentaje del recurso. Por supuesto me negué”.

Martín del Campo se acercó el año pasado a la Cámara de Diputados y su proyecto fue aprobado, pero el sismo cambió el panorama y no se le otorgó. “No lo obtuvimos pero el aprendizaje fue enorme, entendimos lo fundamental: la gestión. Hemos visto que los legisladores no comprenden los beneficios reales de los proyectos que se presentan y prefieren asignar recursos a conciertos didácticos que a propuestas académicas o generadoras de proyectos de compañías”.

¿Y cómo cambiar este panorama? Las propuestas de los artistas son diversas y están enfocadas a poner acento en la gestión cultural. No sólo los creadores deben estar mejor informados en esta materia, también los funcionarios.

Además debe haber una exigencia mayor en cómo y a qué clase de proyectos se destinan recursos públicos. Y, sobre todo, frente al cambio de sexenio es vital que se fortalezcan los estímulo a la creación y el desarrollo artístico.
(Con información de Yanet Aguilar)

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