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Las personas que leen poesía tienen la certeza de que lo harán a perpetuidad. Sencillo de entender. Quienes leen poemas abren una puerta que conduce a otras puertas, a otras y a otras. Saben que todo termina cuando la velocidad de la luz se reduce a medio kilómetro por hora y los párpados atestiguan la conducta de un poeta, del eco que asegura, “no es por soñar que duermo”. El poeta es León Cartagena, nacido en Los Mochis, Sinaloa, México en 1978, y ahora celebramos su libro Geografía del hambre, publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, en diciembre de 2022, en Monterrey, México.
En el libro se perciben tres partes, la primera que podría ser el clamor de los más de 50 millones de mexicanos pobres, que cada día pierden alguna letra de su nombre. “Tuve un odio improductivo… como el de quien toma un vaso de agua de mar por desayuno”, afirma el poeta. Gulp. Identifico varios poemas dedicados al deseo erótico, “Qué dulce tu carne, que se enciende al mojarse.” Qué acertada manera de señalar una reacción tan libertaria. La tercera es un recuerdo donde se exalta a la persona que en México celebramos ayer, “mi madre es capaz de cocinar un país”. Qué compañía más perfecta, amigo, qué poder para vivir los años eternos, cuando todo es más joven. León Cartagena es un poeta paciente, se nota que disfruta sus búsquedas, “me he comprado el recuerdo de una alegría”, y otros versos nocturnos como, “soy el animal que… cantó el himno de este país de desaparecidos,” que son elementos que indican en qué se han convertido las oraciones de un creador que no pierde conciencia del lugar donde vive y que reflexiona, sin ensañarse con su suerte. “No germinarán flores en mi lengua”, revela, ante la amenaza de las monstruosidades de la vida. Nos deja claro que el poeta es un cantor, aunque no siempre comprendamos su lenguaje y en su temática de advertencia deja claro que “el hambre canta en todos los idiomas”, y como expresa Francisco Alcaraz, es tan salvaje como los gatos, que aún no han sido domesticados.
Cartagena no es un poeta prolífico ni antilífico. Es alguien que cree en la poesía y permite que sus deseos se desarrollen despacio, al ritmo del lenguaje y de la antítesis de los frenesíes, que por ahora agregan nombre a los tiempos. Su poemas se leen por debajo. Inciden en el pensamiento, en las horas y en la manera en que se ven los ojos de la amada. Usted, que no sabe cuántos años cuenta viviendo en estado de amor, se detendrá en versos como, “tu boca es el pan tibio de mis noches”, o algo que usted disfruta sin ser antropófago, “me dabas a comer tus labios”. Todo poeta verdadero sabe acercar sus palabras a los corazones del mundo, encuentra el lenguaje preciso para decirnos que hay sentimientos en la vida y en la historia de la humanidad que nunca serán saciados. León Cartagena se desdobla en millones, le bastan sus versos para indicarnos que la debilidad del hambre y de todas las carencias, podrían mantenerse con nosotros, menos la ausencia del amor, ese duende que posee todos los rostros y todas las edades. Ustedes, seres que están aquí para una vida plena, hagan un espacio para la poesía en sus vidas. Empiecen por Geografía del hambre, naveguen en la felinidad de sus versos abrasadores y practiquen la introspección, justamente donde pervive lo mejor de ustedes mismos. Gracias León, nos encantó tu libro. Y a todas las mamás, y a los papás que son mamás, felicidades.