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A las seis de la tarde, cuando la docena de empleados vieron entrar al último cliente de la fila y cerraron la puerta de cristal de la “vieja” librería Gandhi que ayer puso punto final a una historia de 49 años, el ambiente se llenó de una rara sensación que iba de la felicidad a la tristeza. Los empleados tardaron en reaccionar y sólo se les ocurrió un tímido aplauso que fue secundado por algunos lectores que buscaban entre los últimos libros que quedaban en mesas y estantes.
No hubo palabras de despedida ni una copa de vino para cerrar el ciclo, sólo los acordes musicales del ensamble de Arturo Fernández, arreglos florales en distintos puntos de la sucursal pionera de una cadena que hoy supera los 40 puntos de venta, y un libro de hojas blancas donde algunos lectores dejaron mensajes de cariño, anotaron alguna anécdota o lamentaron el cierre de la librería.
No hubo la larga fila ni los tiempos de espera como los que se vivieron el pasado viernes 30 de julio cuando los lectores se volcaron a la librería Gandhi Oportunidades al saber que cerraría sus puertas tras 49 años de historia; sin embargo, este domingo, el último de esa librería fundada por Mauricio Achar en 1971, la fila fue constante, animada, incluso festiva.
Uno de los lectores que se formó por una media hora para entrar y encontrarse con alguno de los libros que fueron rematados al 50%, fue Juan Enríquez; el músico que cargaba su guitarra no desaprovechó la ocasión de interpretar dos canciones en homenaje a esa emblemática librería que en los 70 revolucionó el mercado del libro y a lo largo de toda su vida fue punto de reunión de intelectuales, artistas y lectores. Juan cantó “Serenata huasteca” y luego “La Malagueña”, secundado por Diana, una lectora que también hacía fila.
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A Juan, la librería le trae muchos recuerdos, dice mientras señala los exhibidores que durante los últimos años fueron instalados en la banqueta a lo largo del local, y que hoy lucen grafiteados y vacíos.
“En esta sección siempre agarrábamos buenas ofertas, incluso las había hasta del 70%”, afirma Juan y agrega: “Toco la guitarra en restaurantes de San Ángel y me vengo bajando y en mi camino para Coyoacán, donde también toco, pasaba por acá”.
A Sofía, una chica egresada de la carrera de Artes Visuales, no le trae recuerdos pero llegó a la caza de libros de arte: “Estos libros son muy caros y ahora que están en descuento es muy bueno”, dice mientras carga un buen número de volúmenes; sin embargo, lamenta el cierre: “Que cierre una librería es triste, aunque hay muchas en la zona, ahora será una menos”, asegura.
Como Sofía, centenas de lectores llegaron a lo largo del domingo a comprar y a despedirse de este espacio, cuyo último logró fue haber conseguido que la alcaldía de Álvaro Obregón les diera permiso de ampliar su horario. Abrieron a las 10 y cerraron a las 18 horas. Eso posibilitó que ayer más lectores acudieran a la última cita.
Alberto Achar, gerente de la cadena de librerías Gandhi asegura a EL UNIVERSAL que “las ventas de esa librería, en los últimos días, se multiplicaron por lo menos por tres de lo que vendía anteriormente. No tengo el tráfico a la mano pero la afluencia fue muy buena; a ratos decíamos ‘y si mejor no cerramos’; teníamos filas desde la mañana. Incluso no sólo se dio un incremento en ventas en esta librería que cierra, sino que hubo como solidaridad en las demás, cosa que nos pareció interesante”.
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La despedida fue a dos bandas: las visitas a la sucursal ubicada en el número 134 de Miguel Ángel de Quevedo, en la colonia Chimalistac, pero también en lo virtual. En las redes sociales Gandhi impulsó una dinámica para que los lectores compartieran anécdotas, historias y fotografías de momentos vividos en la “vieja” Gandhi, pero en la sucursal quedaron plasmados en papel los recuerdos y anécdotas en un cuaderno.
Algunos compartieron sus historias. Juan Antonio Pérez anotó que se hizo cliente desde el año 2000: “Aquí adquirí libros, música, cine y periódicos... horas de café y desayunos con amigos y mi familia”. Alguien más dejó escrito: “Mientras haya libros, tendremos lectores”.
Carmen Jiménez García apuntó: “Gandhi, te voy a extrañar después de tantos años de visitarte, toda una vida para mi hijo y grandes momentos para mí”, y ahí también alguien más escribió: “Gracias por recibirnos con los libros abiertos”.
Así concluyó su historia la ”vieja” Gandhi, con música, libros y lectores.