Muy, en quiere decir disfrute, deleite, todo lo que tiene que ver con gozar. Hace más de ocho años también define una galería de arte contemporáneo, integrada por artistas de pueblos originarios o descendientes mayas y zoques, que opera en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. 
 
Son 19 artistas –además de invitados y de los que asisten a residencias- que producen obras en fotografía, instalación, pintura, video, cerámica, escultura, performance. Su entorno ambiental, historia, cosmogonías, la migración, las  problemáticas sociales, y sus cuestionamientos y preguntas están en sus obras, exposiciones y proyectos que presenta la galería en su sede o en exhibiciones en ferias o como invitada en una galería de otra ciudad. 
 
Los artistas son Abraham López, Antún Kojtom, Carlos de la Cruz, Cecilia Gómez, Darwin Cruz, G. K'ulej, Humberto Gómez, Juan Chawuk, Kayúm Ma’ax, Manuel Guzmán, Marco Girón, Maruch Méndez, Maruch Sántiz, P.T’ul Gómez, PH Joel, Raymundo López, Säsäk Nichim, Saúl Kak y Xun Betan. La galería fue fundada hace ocho años por John Burstein y Martha Alejandro es la coordinadora y asistente. 

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Originaria de Rayón, al norte de Chiapas, Martha explica el proceso de trabajo, por ejemplo que la galería busca generar diálogos entre y con los artistas, al tiempo que se impulsa su trabajo independiente: “La galería tiene artistas con mucha trayectoria y otros emergentes, entonces pues algunos necesitan más apoyoss que otros. Pero nunca indicamos qué es lo deben hacer”. 
 
Martha misma, como los artistas, enfatiza el autorreconocimiento como indígena; ella  se reconoce como zoque: “Me sentía mal por no hablar bien mi lengua, pero después de convivir con los artistas, de escuchar a otros, me di cuenta de que la culpa por no hablar mi lengua no era mía y que eso no me limita; yo me reconozco como zoque ahora”. 
 
P.H. Joel, uno de los artistas, relata que es originario de Francisco Villa,  un pueblo de unos 350 habitantes que se formó en los años 70 con personas que huían de cacicazgos  y que está conformado por diferentes etnias e identidades. Se considera tzeltal, aunque su mamá se considera chol y su papá es tzotzil.  Esa diversidad lo llevó a conocer otros pueblos: “Llego a la ciudad y aprendo que soy indígena, que soy maya, que soy analfabeta… esas categorías que intentan minimizar quiénes somos”. Después de estudiar en Ciencias Sociales en la UNACH, y cuestionar los límites de la academia –no quiso pintar  más “al modo figurativo occidental”- se preguntó por esos conocimientos que se están devaluando. 
 
“Volteé más mi interés al rescate de la pintura pero con materiales de la selva, consideré que la cerámica era lo más cercano a lo que quería. Sólo estoy otorgando un valor a todo el conocimiento de los artesanos de la selva que ya siempre había sido devaluado, voy acercándome a maestros artesanos, y uniendo todos esos conocimientos. A partir de eso expreso lo que siento desde una posición de ideología política, de rechazo a lo que comúnmente se quiere imponer”. 
 
A la pregunta de qué es para él ser un artista indígena, P.H. Joel responde: “Es una posición de contradicción a todo lo que se está generando en el estado de Chiapas en la cuestión del arte; porque hay una posición de personas e instituciones involucradas en supuestamente difundir el arte indígena, pero es como una cuestión de mercancía. Obedece más al interés de las instituciones del estado para un fin más turístico, Coneculta tiene sus artistas oficiales”. 
 
En la entrevista, vía Zoom, Martha y Joel hablan de otros de los artistas que representa la galería Muy. Por ejemplo de Antún Kojtom, que es originario de Tenejapa, con más trayectoria que otros, y que en sus obras trata de documentar la cosmovisión de su pueblo tzental, y denuncia la deforestación, la minería; crea con pintura y grabado. 
 
Otra experiencia, es la de  Raymundo López, que en su infancia vivió el levantamiento del Ejército Zapatista, que luego emigró a Estados Unidos; esas experiencias las cuenta a través de la pintura. 
Cecilia Gómez, que es de San Andrés Larráinzar, trabaja con un colectivo de mujeres que encontró en la producción de textil su forma de sobrevivencia, y más allá de ser una artesana, el textil es la materia donde expresa sentimientos, emociones y  situaciones; trabaja con pigmentos naturales y en el rescate de técnicas y diseños que son símbolos en las comunidades. 
 
Maruch Sántiz Gómez es una artista tzotzil que se presenta a sí misma como fotógrafa y escritora; diseña también textiles y bordados. Es una de las que tiene mayor repercusión internacional, entre los creadores que son representados  por la galería Muy. 
 
Otra artista que Joel y Martha describen con admiración es Maruch Méndez, autodidacta, originaria de Chamula, quien desde su obra, relata las historias de sus abuelos y su pueblo, que trabaja pintura, escultura, incluso performance e instalación. 
 
Joel dice: “Ella es una, curandera, su figura es muy relevante. Nunca dependió de un hombre, a pesar de que la sociedad obligaba a las mujeres a casarse; defendió mucho su postura, iba a los cabildos a decir ‘no me quiero casar’. Siempre estuvo ayudando a niñas que rechazaban; tuvo más de 10 hijos adoptivos a lo largo de su vida.  Es una persona que se comunica más allá de las palabras, encontró en la naturaleza la fuerza protectora, en convivir con las plantas, las aves. Fueron tantas experiencias que a través de la cultura, de sus cantos, de sus textiles incluso, expresa lo que la ayudó a sobrevivir hasta ahora”. 
 
Sobre el trabajo dela galería, Martha Alejandro  cuenta con los artistas hacen catálogos o van documentando en fichas lo que van haciendo o van diciendo. “Tenemos una sala de exhibición de la colección permanente, otra de colectivas temporales, pero también hemos hecho conversatorios, uno que otro performance. Y también, porque hay artistas que son de comunidades lejanas, y aquí en la ciudad se les dificulta tener un taller personal, se pensó en hacer  un taller donde pudieran venir a pintar o hacer cerámica”. 
 
Sobre el trabajo en y con las comunidades, ella abunda: “Desde que se fundó Muy  se  empezó a pensar en que el arte no debía ser solo para la gente de la ciudad sino que el mismo pueblo podía tener la  oportunidad de ver lo que los artistas de sus pueblos están creando, como una manera de devolver; se hicieron algunas muestras en pueblos como Tapalapa, Zinacantán. Vino la pandemia, los niños estaban cansados en sus casas, los maestros no iban. Entonces surgieron los talleres, pero no eran de técnicas sino con la finalidad de ser un medio más creativo, sin indicarle los procesos. Se fue con talleres a Tenejapa, Francisco Villa; en Rayón hicimos un mural colectivo y montamos algunas obras de la colección de la galería”. 
 
El artista P.H. Joel define el trabajo de Muy: “A diferencia de otras galerías, al menos de las asentadas en San Cristóbal, a Muy le interesa mucho el proceso, no sólo el resultado. Es muy importante que la obra del artista no se vea como una mercancía sino que su voz sea escuchada. El artista tiene que comer, tiene que tener un espacio para trabajar, y no por hacer arte tiene que sentirse menos. Generamos productos artísticos, pero no desde el punto de vista occidental sino con un respeto hacia los demás. Lo bonito de la galería Muy es que te va acercando a personas que piensan como tú porque llega un punto en que te sientes solo pero estos lugares te enseñan que hay un pueblo fragmentado, disperso, pero que a partir de nuestros intereses nos vamos ligando”. 

Origen

Galería Muy: una ventana para obra contemporánea de artistas indígenas
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