En 20 años, la Fundación para las Letras Mexicanas (FLM) ha formado a 334 becarias y becarios de 20 generaciones de jóvenes escritores que trabajan en cuatro géneros literarios: narrativa, poesía, ensayo y dramaturgia; 51.1% de los beneficiados son de la CDMX y 48.9 % de otros estados, y destaca que 43.7% han sido mujeres y 56.3% hombres. Pero más allá de los números, esta institución nacida el 8 de mayo de 2003 es única en su tipo: durante todo un año, entre 16 y 20 jóvenes de entre 20 y 30 años reciben una beca económica de 12 mil pesos al mes y un cúmulo de herramientas, enseñanzas y consejos literarios para emprender la carrera de escritor.
Durante dos décadas, esta institución que fue creada con los recursos que empresarios mexicanos (como Manuel Arango, Emilio Azcárraga Jean y Carlos Slim) habían dispuesto para dar vida a la Fundación Octavio Paz en 1997 —que pocos años después de la muerte del Nobel desapareció por discrepancias con su viuda, Marie José Paz—, ha creado las condiciones privilegiadas para que jóvenes se dediquen un año en cuerpo y alma a la escritura. Los resultados, a 20 años, ya son medibles.
La formación de jóvenes escritores está a cargo de cuatro tutores: Geney Beltrán, en narrativa; María Baranda, en poesía; Jorge von Ziegler, en ensayo, y David Olguín, en dramaturgia. Pero además, la Fundación desarrolla otros proyectos, como la Enciclopedia de literatura en México (en línea), la serie editorial Viajes al siglo XIX, con el FCE y la UNAM; el Premio Hispanoamericano de poesía para la infancia, con el FCE; y desde 2020 la Casa Estudio Cien años de soledad (donde Gabriel García Márquez escribió la novela), que ofrece cursos de literatura y tienen residencias para escritores.
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Abierta a todas las corrientes y estilos, la FLM ofrece un lugar propicio para la reflexión y la discusión literaria, en un espacio de diálogo, convivencia y cooperación, de comunidad y en colectividad, dicen becarios, tutores y autoridades; es una institución que propicia el aprendizaje, pero con disciplina, compromiso, trabajo, responsabilidad y diálogo respetuoso.
“Además de la beca económica que les permite a los jóvenes durante un año dedicarse de lleno a la literatura, se les dan herramientas a través de tutorías con maestros autorizados, y también lo que aprenden con sus compañeros. Es un lugar de encuentro, de oportunidades, donde se alientan las pasiones y se le da al joven el equipaje que va a necesitar a lo largo de su carrera”, dice Miguel Limón Rojas, presidente de la Fundación para las Letras Mexicanas.
El funcionario, que el 8 de mayo, a las 19 horas, encabezará la ceremonia por el 20 aniversario en el Museo de Antropología, junto a directivos, tutores, exbecarios, becarios y miembros del Consejo Consultivo, afirma que la Fundación ha tenido una gran oportunidad de servir a la literatura, “es una causa y una obra colectiva que ha sido posible gracias a la confianza y trabajo de muchos, en especial de los becarios, que ponen su tiempo, esperanza e idea de futuro”.
Hoy, dice la poeta María Baranda, ya se pueden recapitular los logros de la institución que describe como “un sitio para inventar el futuro”. Un espacio en el “que se conversa, se lee muchísimo, se discute, se escribe sobre el oficio. Llevo cinco años trabajando como tutora y lo que he visto pasar por ahí ha sido un verdadero derroche de talento. A los becarios se les exige mucha disciplina”.
Baranda coincide con el escritor y crítico Geney Beltrán en que no hay otra institución como esta en México ni en Latinoamérica. Pero reconocen que hay becas como las del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (antes Fonca).
“Cuando se escriba la historia de la cultura en México en el siglo XXI, habrá un capítulo central dedicado a los programas de fomento literario de la Fundación para las Letras Mexicanas; así como se ha estudiado el Centro Mexicano de Escritores, en la segunda mitad del siglo XX, la Fundación está cumpliendo una faceta muy necesaria”, indica Geney Beltrán, exbecario, tutor de narrativa y coordinador del programa literario de la Casa Estudio Cien años de soledad.
Para Baranda, “debería haber muchísimos más apoyos de la iniciativa privada para los jóvenes, porque la experiencia de la Fundación es única, da mucha vitalidad para la literatura”.
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Modelo probado
En sus dos décadas de historia, la Fundación ha otorgado 483 apoyos a becarios; es una institución con todas las condiciones para el trabajo y el encuentro; su sede en Liverpool 16, colonia Juárez, es una gran casona que cuenta todas las condiciones: salones, auditorio, biblioteca, múltiples espacios para la escritura y la lectura y mesas de diálogo.
Miguel Limón Rojas diseñó y trazó la vocación de la Fundación y el plan de formación de escritores. Su meta era más ambiciosa, pero han logrado proyectos concretos: la Enciclopedia de literatura tiene más de 6 millones de consultas al año; el Premio de poesía para niños ya tiene 18 títulos; y hace tres años se sumó la Casa Estudio "Cien años de soledad".
Los becarios lo confirman. “La Fundación para las Letras Mexicanas significó para mí un punto de partida en todos los aspectos, o sea un telón de apertura del cine, del teatro; yo no me imaginaba siquiera como escritora ni pensaba en ello como una profesión o vocación”, afirma la ensayista Brenda Ríos, quien fue parte de la primera generación y quien indica que el bajo perfil de la institución le ayuda a su vez a “mantenerse vigente”.
Por su parte, la dramaturga Ingrid Bravo, becaria entre 2020-2022, apunta que para ella fue un parteaguas, “aunque había estudiado escritura creativa, en la Fundación me formé como dramaturga con el maestro Olguín y con mis compañeros; es muy importante la dinámica de intercambio entre los becarios y los tutores; el crecimiento que tuve en dos años me hubiera tomado muchísimo más tiempo”.
La Fundación para las Letras Mexicanas que fue apoyada desde su arranque por escritores como Gabriel García Márquez, Rubén Bonifaz Nuño, Alí Chumacero, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Juan Villoro, va por más años de trabajo. “Es una lástima que estas oportunidades representen un privilegio, los jóvenes merecen oportunidades”, dice Limón Rojas.
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