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La compañía francesa "Mystica Salvaje - La Salamandre" presentó la pieza de danza, "Hija de Hestia", en Los Pastitos de Guanajuato como parte del Festival Internacional Cervantino en su edición número 51.
La obra, con guiños constantes a lo esotérico y el misticismo, recrea un ritual ancestral. Cada uno de sus tres bailarines parece encarnar un personaje: desde un hechicero con barba y cabellos largos y entrecanos hasta una especie de espíritu blanco, representado con un vestido de olanes y una máscara ominosa.
La pieza se desenvuelve dentro de un círculo de tiza, que protege y separa del fuego al público. El hechicero lleva un báculo y, al fondo, se reproducen canciones que recuerdan la música que artistas como Jocelyn Pook o Mihály Víg hicieron para ciertas películas.
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El hechicero se inclina y frota algo con sus manos hasta advertir que nace el fuego, como si se tratara de una especie de Prometeo. Después sahúma el interior del círculo y el espíritu blanco atraviesa su circunferencia. En la coreografía late la idea del performance y la danza como ritual ancestral y ceremonia sagrada. Alrededor de cada bailarín, el hechicero rocía gasolina, y traza un nuevo círculo que pronto se volverá incandescente para que los intérpretes se muevan dentro de él. Hay hielo seco y bastones encendidos.
El espíritu blanco y él se encuentran de frente, pegan la palma de las manos y el hechicero arranca con cuidado la máscara que deja ver el rostro de una bailarina rubia. Con varillas entre los dedos o piezas que, de alguna forma se ensamblan con el baile, el fuego es manipulado. Incluso, en algún momento, durante un grito que irrumpe en la noche quieta, una pala con polvo combustible es aventada al aire. Un par de segundos cobra vida una nube en llamas, quizá a un metro de distancia de la cabeza de los espectadores.
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Una serpiente artificial, un títere en llamas, sirve para recrear algo que es casi una imagen bíblica. Los bailarines danzan en círculos y golpean con sus bastones el suelo en una especie de coreografía que se sincroniza rápido.
Después, ella baila con varillas de fuego amarradas a un faldón blanco. Gira hasta que éste se consume y sus pies descalzos pisan las chispas. El hechicero se arrodilla, mientras un globo de Cantoya empieza a elevarse y observa cómo se hace cada vez más pequeño en el horizonte.
Los espectadores, que rodean en círculo a los bailarines, aplauden. "Es un performance sobre las mujeres: las madres, las hijas, las tías y los hombres que las soportan", es el mensaje que le dicen al público para cerrar la pieza.
La obra, dirigida por Jean Michel Riant, Yohanna Biojout y Yuna Le Floc’h, tiene una última función hoy, a las 22:00 horas.
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