Desde 1945, cuando comenzó a cursar el bachillerato en la Preparatoria 1 —ubicada entonces en el , en el Centro Histórico de la Ciudad de México—, Margo Glantz lleva grabado en el pecho, justo donde está el corazón, el escudo de la UNAM.

Por eso ahora que la (FFyL) cumple 100 años de haber sido fundada, la novelista, ensayista, periodista y traductora mexicana de origen judío rememora con cariño todos los años que, primero como estudiante y luego como profesora, ha compartido con la comunidad unamita, de la cual, sobra decirlo, es uno de sus integrantes más connotados.

Después de pasar por la preparatoria en San Ildefonso, donde tomó clases de Teoría Literaria con Agustín Yáñez, quien también sería su profesor en la FFyL, Margo estudió en ésta, de 1947 a 1950, la licenciatura en Letras Inglesas, y de 1950 a 1953, la maestría en Letras Inglesas, y posteriormente, en Francia, en La Sorbona, el doctorado en Letras Hispánicas.

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“Cuando estudié en Filosofía y Letras, su director era Samuel Ramos y en la carrera tuve profesores muy ilustres como Julio Torri —un gran escritor, pero un maestro aburridísimo—, Margarita Quijano, Francisco Monterde, Manuel Romero de Terreros... Y como quería aprovechar al máximo la oferta académica de la facultad, también tomé clases de teatro con Julio Jiménez Rueda, Rodolfo Usigli y Allan Lewis, quien fue perseguido por el macartismo y expulsado de México por el presidente Adolfo López Mateos debido a sus ideas dizque comunistas; de Historia del Arte, con Juan de la Encina (seudónimo de Ricardo Gutiérrez Abascal); de Arte Colonial Mexicano, con Paco de la Masa, quien organizaba excursiones a sitios cercanos a la Ciudad de México para que sus alumnos conociéramos iglesias y conventos del siglo XVI; de Historia de América, de Geografía… Ahora bien, de no haber pasado por Filosofía y Letras, estoy segura de que no hubiera hecho un buen papel en La Sorbona. Llegué con una preparación que me permitió enfrentar los retos de una universidad como ésa, cuya historia arrancó en el Medievo”, indica la autora de Las genealogías.

En 1958, luego de regresar de Europa, Margo empezó a dar clases de Historia del Arte en la Preparatoria 4, que ocupaba el local que había sido la Casa de la Lotería Nacional y que hoy es el Museo de San Carlos.

“De inmediato descubrí que me gustaba enseñar, y a mis alumnos les gustó cómo enseñaba. En 1959 comencé a dar clases de Historia del Teatro en Filosofía y Letras, ya en CU. Sustituí a mi querido y admirado Allan Lewis, quien me introdujo en el teatro internacional y gracias al cual pude ir al Actors Studio, en Nueva York. Daba clases de teatro clásico, del Siglo de Oro, isabelino y francés.”

En esa época, según la también profesora emérita de la UNAM, había pocos estudiantes en CU. Y en la FFyL, la población de hombres era mucho más numerosa que la de mujeres.

“En cuanto al personal académico, también casi todo estaba conformado por profesores, sólo había unas cuantas profesoras en Letras Modernas, Geografía, Pedagogía… Ahora es impresionante la cantidad de jóvenes que hay en toda la UNAM y, específicamente, en Filosofía y Letras. Creo que el número de estudiantes varones y el de mujeres estudiantes ya son iguales. Y en cuanto al de profesoras, ha aumentado en proporción al de profesores. Eso es una buena señal, pues debe haber igualdad en todos los ámbitos”, apunta.

Profesora de tiempo completo

En 1961, con su primer marido, Francisco López Cámara, quien fue discípulo de José Gaos y Luis Villoro en la FFyL, Margo viajó a Cuba, donde tuvo la oportunidad de vivir uno de los momentos más dramáticos de la Revolución cubana: la invasión de Bahía de Cochinos.

Cuando regresó a México dejó la Preparatoria 4 para dar clases en las prepas 1 y 5, y continuó con las que tenía en la FFyL. En la Preparatoria 5 entabló amistad con Héctor Azar, quien también enseñaba ahí y fue el fundador de Teatro en Coapa, movimiento teatral muy importante. En 1966 fue nombrada profesora de tiempo completo en la FFyL.

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“Como daba Historia del Teatro, fui invitada a dar clases en el Centro Universitario de Teatro y me vinculé con la Compañía Nacional de Teatro, que dirigía Héctor. También di clases en el Centro de Teatro Clásico, en la Casa del Lago, que dirigía José Luis Ibáñez, compañero mío en Filosofía y Letras. En 1969 me volví a casar y me fui a Estados Unidos, donde estuve dos años. Al volver continué mi labor como profesora de la facultad, pero me dediqué de lleno a la literatura latinoamericana, que ya enseñaba desde antes, y empecé a dar clases de literatura mexicana. Y luego pasé a la literatura comparada y, a partir de 1988, me especialicé en la obra de Sor Juana Inés de la Cruz. Tuve alumnos extraordinarios. Muchos de ellos se convirtieron en profesores de Filosofía y Letras, pero ya están retirados”, añade.

Concierto conmemorativo

El pasado viernes 9 de agosto, para celebrar los 100 años de la FFyL, la Orquesta Sinfónica de Minería, bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto, dio un concierto en la Sala Nezahuacóyotl, del Centro Cultural Universitario (el programa estuvo compuesto por las Metamorfosis sinfónicas sobre temas de Carl Maria von Weber, de Paul Hindemith; el Concerto venezolano, de Paquito D’Rivera; y el Concierto para orquesta, de Béla Bartók).

Al respecto, Margo comenta: “El rector Leonardo Lomelí Vanegas me pidió que lo acompañara en el palco de Rectoría, lo cual significó un gran honor para mí. El actual rector fue mi alumno, pues en un diplomado le di clases sobre Los bandidos de Río Frío, de Manuel Payno, y lo recuerdo como un alumno brillante. En general, los exrectores de la UNAM, como el doctor De la Fuente, el doctor Narro y el doctor Graue, han sido muy generosos y amistosos conmigo, pero ahora tengo un alumno rector, lo que demuestra mi avanza edad.”

Descuidadas, las humanidades

Actualmente, la FFyL ofrece 12 licenciaturas: Administración de Archivos y Gestión Documental, Bibliotecología y Estudios de la Información, Desarrollo y Gestión Interculturales, Estudios Latinoamericanos, Filosofía, Geografía, Historia, Letras Clásicas, Letras Hispánicas, Letras Modernas, Literatura Dramática y Teatro, y Pedagogía.

“Incluso, en alguna época, también se impartía allí la licenciatura en Psicología, una rama de las humanidades lo suficientemente grande y fuerte como para que diera origen a otra facultad. Por lo demás, creo que, sin las humanidades, que es lo que se enseña en Filosofía y Letras, estamos perdidos. Las humanidades se han descuidado bastante en México, con todo y que asisten muchos estudiantes a la facultad. Las humanidades constituyen uno de los pilares del desarrollo y de la conciencia nacional. Sin las humanidades y con sólo las ciencias no se puede avanzar. Por eso, Filosofía y Letras tiene que jugar un papel preponderante en la vida del país y seguir siendo una de las facultades más influyentes de la UNAM”, concluye Margo, quien ganó en 2004 el Premio Nacional de Lingüística y Literatura y en 2010 el Premio FIL, entre otros, y, además, es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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