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Con una frase cabalística: "Todo en el mundo está dividido en dos partes, de las cuales una es visible y otra, invisible; Arnaldo Coen, le dio la bienvenida al público a la muestra "Reflejo de lo invisible", en el Museo de Arte Moderno (MAM), en la que se recorren seis décadas de trayectoria del artista, ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2014 y una de las figuras centrales de la Generación de la Ruptura; ceremonia en la que lo acompañaron Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL); Magdalena Zavala, coordinadora nacional de Artes Visuales del INBAL, y la curadora en jefe del MAM, Brenda Caro, entre otros.
Además de la referencia a la Cábala, como alusión al nombre de la muestra, Coen citó el título "La aparición de lo invisible", de Juan García Ponce, libro de ensayos sobre pintura.
La exposición se divide en cuatro ejes ("Transgresión", "El cuerpo como territorio", "Cuestionamiento de la obra de arte", y "Serialidad y transformación") y se conforma por 322 piezas de colecciones públicas y privadas; si bien, en el centro de la sala, en una especie de cruce de caminos, confluyen los ejes de su obra que, enlistados en desorden, van desde una noción constante en Coen ("el uso del color no es inocente") hasta la mezcla entre la alta cultura y el pop; el contacto con el I Ching; su participación en el proyecto del antropólogo Santiago Genovés ("Balsa Acali") sobre los efectos del aislamiento extremo en el ser humano; la reapropiación de "La batalla de San Romero", de Paolo Uccello, en la que busca intervenir el concepto de espacio creando distintos puntos de fuga en un mismo plano, así como su reinterpretación de la figura de Emiliano Zapata desde una perspectiva alejada de la leyenda histórica; la creación en el espacio público y los murales efímeros; la intervención que Mario Lavista hizo de las láminas que conforman la pieza "Cubo" para crear "Jaula", obra cuya partitura muta constantemente y alude a John Cage; el arte por correo y la película performática "Robarte el arte", que hizo con Gelsen Gas y Juan José Gurrola, presentada en 1972 en el marco del Documenta 5 en Kassel, Alemania.
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En entrevista, Caro refirió que, hace alrededor de una década, Coen tuvo una exposición vasta en el Museo de Arte Contemporáneo de Yucatán (MACAY), pero ésta, la del MAM, es la primera de tipo antológico tan amplia que se le dedica.
Para la también curadora y artista visual, Katnira Bello, los cuatro ejes de la muestra abarcan, desde distintos ángulos y a la manera de vasos comunicantes, la producción diversa, multidisciplinaria, y los intereses de Coen.
"Si uno quisiera entender la complejidad de su obra tendría que verla como una partitura musical que tiene constantes puntos, contrapuntos, regresos y muchos movimientos; es una especie de espiral. Coen regresa a su motivos: no es un artista que sea fácilmente clasificable en el tiempo, su obra se comunica consigo misma", abundó Caro.
El narrador y ensayista Javier García-Galiano —quien asistió a la inauguración— explicó que Coen fue desarrollando toda su obra en épocas de importantes cambios en la manera de concebir la pintura y la escultura en México:
"Se inscribe dentro de esos ensayos estéticos muy personales que hizo gente como Fernando García Ponce, Manuel Felguérez, Vicente Rojo y Lilia Carrillo; encontró, como cada uno de ellos, caminos muy personales. Es quizá uno de los pintores que más cambian, como si hubiera muchos pintores en uno sólo; juega con la geometría y va cambiando sus colores y composiciones. También es un pintor con un grandísimo sentido del humor; gran parte de su obra es lúdica, como lo que hizo con Gurrola en ´Robarte el arte´. Siempre hay algo lúdico en lo que hace, incluso cuando retoma a Uccello y ensaya una geometría personal a partir de la del pintor italiano. Coen es un artista que se reconoce en todos sus estilos o ensayos, aunque unos de otros sean distintos".
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El poeta y editor Fernando Fernández mencionó la pieza "Per-versiones", que hizo junto a Coen en 2022, un libro-objeto que originalmente se llamó "Kakemono" y cuyas caras se dividen, a cada lado, en una serie de dibujos y un texto literario: "Él retomó unas piezas antiguas que volvió a pintar para su exposición en el Seminario de Cultura Mexicana. Eran unas hojas sueltas de un libro de cubos que le hizo Vicente Rojo hace muchos años. Entonces, yo le copié a Arnaldo la idea de retomar algo escrito: volví sobre una serie de poemas dedicados a las nubes, que aparecen, de forma inconexa, en ́"Oscuro escarabajo" para separar las secciones del libro. Cuando Arnaldo me pidió un poema, recordé que tenía el de las nubes y volví a ensamblarlo. Se trata de una de las últimas piezas de Arnaldo", contó Fernández.
Por otra parte, la fotógrafa Graciela Iturbide recordó su amistad con Coen: "Lo conozco desde los años 70 y he seguido de cerca su evolución. Desde el principio me encantó su obra y, ahora que estoy viendo parte del final, me quedo asombrada con la disciplina que tiene para siempre trabajar y, evidentemente, tener esa creatividad maravillosa".
Por último, el narrador Alberto Ruy Sánchez, dijo que "es una enorme fiesta, un enorme motivo de celebración de Arnaldo", a quien el autor de "Los nombres del aire" conoce desde que Coen era, para él, una especie de "hermano mayor".
"Cuando yo era joven, él nos mostró muchos caminos de experimentación, lo cual nunca cesó. Da mucho gusto verlo acumular toda esta experimentación y, además, mostrársela a una nueva generación. Sobre todo, da gusto ver, no sólo la historia, sino la vitalidad que hay en sus obras. Una vitalidad completamente fresca", concluyó.
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